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Marilyn Horne, una vida</center>
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Marilyn Horne nació en enero de 1934 en Bradford, Pennsylvania. Hija de un tenor aficionado, su padre la inicia en el canto muy pronto y antes de cumplir los 10 años ya ofrece algún concierto en público. En 1945 la familia de Horne se traslada a Palm Beach, California. Y es precisamente en la Universidad de California, donde gracias a una beca recibe clases de canto con William Vennard. Con 17 años, la mismisima Lotte Lehmann la incluirá en sus clases magistrales.
A principios de los 50, viaja por primera vez a Europa de gira con la coral a la que pertenece, la Robert Wagner Choral, y en 1954 hará su debút profesional en la Ópera de Los Angeles como Hata, la madre de Jenik de
La novia vendida de Smetana. Ese mismo año doblará a Dorothy Dandrige en la versión cinematográfica que Otto Preminger hace de la Carmen bizetiana:
Carmen Jones. En sus actuaciones, Horne, compagina papeles de mezzo (el propio papel de Hata es para mezzo) con papeles sopraniles como Mimí, Nedda o Tatyana.
Horne viaja a mediados de los cincuenta a Viena de la mano de Igor Stravinski, que será quien posibilite su debút en solitario en la escena europea, Horne gusta, y será contratada por la compañía estable de Gelsenkirchen, donde actuará como primera soprano. En los 60, vuelve a Estados Unidos para debutar con enorme éxito la Marie de Wozzeck en San Francisco.
Simionato tuvo su Callas, Cossotto tuvo su Caballé y Horne tuvo su Sutherland. En 1961, Marilyn Horne es una cantante en crecimiento y de prestigio, que aún no ha definido su cuerda, en su camino se cruza Richard Bonynge, director y musicólogo y a la sazón marido de Joan Sutherland, una de las estrellas operísticas, más rutilantes del momento. Bonynge audiciona a Horne y la contratará para el debut Sutherland en Nueva York con la maravillosa opera belliniana "Beatrice di Tenda" en la que Sutherland cantará el rol principal, y Horne el de su "rival" Agnese de Maino. Las representaciones en el Carnegie Hall, serán un rotundo éxito y un punto básico para las carreras de ambas. Horne redefinirá su cuerda y a partir de 1963 solo cantará papeles para mezzo.
Junto a Sutherland forma el mejor binómio soprano-mezzo de los 60. Ambas voces empastan maravillosamente y serán las responsables de seguir la estela Callas en el rescate del bel canto decimonónico. Juntas cantarán en infinidad de ocasiones la
Semiramide de Rossini, una autentica exhumación y la Norma, con la que Horne debutará como Adalgisa en el MET.
Pero existe mucha vida más allá de Sutherland para Horne, establecida como la gran mezzo belcantista de la segunda mitad del siglo, irá debutando sus grandes papeles a lo largo de los 60. La Seymour de
Anna Bolena en 1966, la Isabella de
L'italiana in Algeri, la Rosina de
Il barbiere di Siviglia en Florencia (junto a Alfredo Kraus, en unas funciones que sirvieron para no hacerle un feo a Horne ya que en un principio tenía contratada una Semiramide con Sutherland, siendo al final sustituida Horne por la ordinaria Monica Sinclair). Y finalmente su debút Scagliero como Iocasta del
Edipo Rey de Stravinsky y más adelante como Neocle en
L'assedio di Corinto, que más adelante se repetirá para dar cabida a Beverly Sills en su propio debút Scagliero.
Carmen ya en los 70, será uno de sus papeles más visitados. En el año 1969 junto a Nicolai Gedda grabará con la RAI uno de sus más impresionantes papeles, la Cassandra de
Les Troyens un verdadero
tour de force con el que Horne salió victoriosa
Durante los 70 sin abandonar su repertorio habitual, experimentará con papeles que no se adecuaban a su vocalidad como la mariscala de Der Rosenkavalier, la Amneris de Aída (en el MET con Domingo y en Viena con Karajan) o la Eboli del Don Carlo (en el MET). Su Fides de
Le Prophete o su Dalila del
Samson et Dalila, son referenciales. Sus incursiones en el barroco, como Semele como Rinaldo o como Orlando Furioso son saludadas calurosísimamente por crítica y público. El mismo
Rodolfo Celletti, tras asistir al glorioso Orlando Furioso que Horne protagonizó en Verona en 1978 dice
Rodolfo Celleti en su Memorie d'un ascoltatore escribió:
Orlando era una Horne che sprizzava energia, vitalità, calore. Non soltanto fu stupenda nei suoi due stili favoriti, la vocalità di bravura e quella patetica, ma colorì e accentò irecitativi con una gamma stupefacente di tinte e sfumature. [...] Come che sia, quello spettacolo impregnato di tempo antico ogni tanto mi torna alla mente. Così mi volto indietro a sbirciare le sue dorature e le sue lacche e traodo i venti e le bufere ritratti in un turbinio di vocalizzi dalla voce imperiosa della mia amica Marilyn. "Sorge l'irato nembo / e la fatal tempesta / col sussurrar dell'onde..."
Entre finales de los 70 y principios de los 80, tuvieron que llegar los americanos para enseñar al mundo como cantar Rossini. Si sumamos a Marilyn Horne + Samuel Ramey, probablemente se nos acabarán los adjetivos y los agradecimientos, ya que ellos son la base de la
Rossini Renaissance surgida al calor del ROF (Rossini Opera Festival) y comandado por Alberto Zedda y Pier Luigi Pizzi.
Tancredi, Bianca e Falliero, Maometto II, La Donna del lago son titulos que sin Marilyn Horne estarían huerfanos y quizá olvidados. No podemos olvidar tampoco, el tremendo éxito que tienen las representaciones de Semirámide en Aix-en-Provence junto a una Caballé algo desbordada y con dos monstruos del canto rossiniano: Samuel Ramey, sentando cátedra y Francisco Araiza, haciendo más o menos lo mismo en la producción de Pizzi. A los nombres de Horne y Ramey, con el tiempo se les irán uniendo grandes americanos, como June Anderson, Chris Merritt, o Lella Cuberlli.
Su actividad operística durante los 90 se limita (pese a seguir al pie del cañón con la Miss Quickly del Falstaff), para dar cabida a recitales y veladas de lied, que cultiva con gran fervor.
Cada vez más inmersa en la construcción y presidencia de la
Marilyn Horne Foundation, creada para ayudar a los jóvenes talentos, en 2006 se le diagnostica un cáncer pancreático que a estas alturas parece controlado.
Casada en 1960 (con gran escandalo) con el director de orquesta afroamericano Henry Lewis, se divorcia en 1974, teniendo una hija, más adelante, convivirá durante casi dos decadas con el bajo Nicola Zaccaria (bronca con la ex-mujer de Zaccaria en Venecia incluida)