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Elektricista |
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Registrado: 31 Dic 2007 16:07 Mensajes: 3924 Ubicación: Foro nuevo, vida nueva
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<center> EL LIBRETO</center>
Elektra marca el inicio de la fructífera asociación Strauss-Hofmannsthal: una de las colaboraciones más extraordinarias de la historia de la ópera, con una duración de más de 20 años y que dio lugar a un total de seis títulos: Elektra, Der Rosenkavalier, Ariadne auf Naxos, Die Frau ohne Schatten, Die ägyptische Helena y Arabella. Sin embargo, esta primera colaboración es algo inusual ya que no se trata de un texto originalmente pensado para la ópera. Sí para la escena, pero no para la ópera. El libreto de Elektra consta de 825 líneas, es decir, poco más de la mitad de líneas de la obra de Hofmannsthal, de donde fue extraído. La forma en que se extrajo el libreto es muy curiosa ya que no fue Hofmannsthal el que lo hizo (como le correspondería como libretista), sino el propio Strauss (como ya lo hiciera con el de Salomé a partir de Wilde). Tras hacerse con una copia del texto procedió a su adaptación de acuerdo a cómo le indicaban sus instintos de hombre de teatro. Hofmannsthal se limitó a ceder los derechos del mismo. Los cambios que Strauss realizó en el texto para convertirlo en libreto operístico fueron de dos tipos: por un lado reordenación de fragmentos y, por otro lado, realización de cortes .
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Hofmannsthal y Strauss</center>
La reordenación se restringe, fundamentalmente, al cambio de frases o párrafos dentro de una misma escena, con lo que Strauss lograba adaptar el texto a las formas musicales que pretendía utilizar (por ejemplo, para conformar el aria de Chrysothemis). Una excepción a esta regla la constituye el significativo cambio del texto que comienza con las palabras Und ich! Ich! Ich! y que narra lo que le sucederá a Klytemnestra cuando el cazador la persiga. Originalmente este texto se encontraba en la escena del primer encuentro con Chrysothemis y no estaba dirigido a la reina, sino que era un relato a su hermana. Strauss decidió cambiarlo a la siguiente escena, en forma de confrontación, para contribuir al clímax de la misma. Curiosamente este texto es habitualmente cortado en las representaciones (hablaremos de ello en Los cortes tradicionales y su vigencia) .
Por otro lado, en lo que se refiere a los cortes, como se puede intuir, éstos fueron sustanciales para reducir la longitud del texto de la obra de teatro casi a la mitad. Algunas escenas sufrieron más que otras: los dos encuentros con Chrysothemis un 50 y un 20 por ciento, el encuentro con Klytemnestra un 40 por ciento y otro tanto de lo mismo la escena del reconocimiento. La escena del cocinero y los sirvientes fue casi eliminada (Hofmansthal llegó a sugerirlo en una carta del 18 de julio de 1906), pero Strauss prefirió mantenerla (aun reducida al brevísimo diálogo que sucede al anuncio de la falsa muerte de Orest). El propio Aegisth corrió el riesgo de ser eliminado (¡no por Orest! ) (nuevamente fue Hofmansthal el que lo propuso: diciembre de 1907) pero Strauss decidió mantenerlo (con evidentes propósitos teatrales). Los cortes tienen, por tanto, un propósito de condensar la acción y, también, eliminar algunas referencias sexuales a la cohabitación de la reina y de su amante (Strauss probablemente quería evitar los problemas de censura que acababa de sufrir con Salomé).
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Hofmannsthal dicta su texto a Strauss, al piano</center>
Además de estas dos formas de alteración del texto, Strauss solicitó, en dos puntos concretos, material extra del libretista. Esta demanda se enmarca dentro del gran parón compositivo que sufrió la obra y en la que Strauss tuvo tiempo para madurar cómo continuar (hemos comentado brevemente este aspecto en la Cronología de composición).
Por un lado se trata del texto que conforma la bellísima aria en La bemol Mayor de la escena del reconocimiento. Hasta ese punto del texto Strauss había procedido fundamentalmente al recorte, pero en ese momento (el momento álgido de la ópera) necesitaba más palabras. En una carta del 22 de junio de 1908 Strauss escribe:
En la página 77 de Elektra necesito una larga pausa después del primer grito de Elektra: ¡Orest!. Intercalaré un intermedio orquestal delicado y estremecido mientras Elektra observa a Orest, al que acaba de recuperar; puedo repetir varias veces entre balbuceos la expresión ¡Orest! ¡Orest! ¡Orest!; de todo lo demás en este contexto únicamente interesan las expresiones Nadie se mueve y Déjame ver tus ojos. ¿Podría usted añadirme un par de versos antes de pasar al tono sombrío (cuando Orest se dispone a abrazarla tiernamente) que comienza con las palabras: No, no debes tocarme, etc.? Hofmannsthal, tres días después, le proporciona los versos solicitados
¡Nadie se mueve!. ¡Permite que tus ojos me contemplen, imagen soñada, sueño que se me ofrece, imagen soñada, más bella que todos los sueños!. Augusto, inalcanzable, sublime rostro, ¡permanece junto a mí!. No desaparezcas en el aire, no me abandones, salvo que éste sea el momento de mi muerte y vengas a llevarme contigo: en ese caso, moriré más dichosa de lo que lo fui en vida. Curiosamente se trata del primer momento, estrictamente hablando, en que Hofmannsthal trabajó como libretista para Strauss ¡dos años después de haber comenzado su colaboración!... Strauss quedó satisfecho con la aportación del libretista y se lo hizo saber:
Los versos correspondientes al reconocimiento de Orest por Elektra son maravillosos y tienen ya su música. Es usted un libretista nato; es éste el mayor cumplido de que soy capaz, pues para mí es mucho más difícil escribir un buen texto de ópera que una buena pieza teatral. El otro punto en el que Strauss precisó texto extra fue en la última escena. La obra de teatro concluía demasiado rápido tras los asesinatos pero Strauss, para realizar el fresco musical que tenía en mente, necesitaba más tiempo. Así, en una carta del 6 de julio de 1908, Strauss escribe:
Con esta carta encontrará los versos finales que le pido que extienda tanto como pueda, como un dúo simultáneo entre Elektra y Chrysothemis. Nada nuevo, sólo la misma idea, repetida y dirigida hacia un clímax. Los versos añadidos ciertamente no aportan nada, pero sobre ellos construyó Strauss el dúo simultáneo que precede a la danza mortal:
Estamos con los dioses, estamos completamente justificadas. [...] ¡Electra! ¡Debo ir junto a mi hermano! Finalmente, debemos señalar una última adición straussiana al libreto. Se trata de la inclusión de las palabras Agammenon en el monólogo de Elektra. En Hofmannsthal, el rey muerto permanece inombrado durante casi toda la obra. El primero en nombrarlo es Orest, rompiendo así una especie de hechizo que impide decir su nombre a los habitantes de palacio. Ya después Elektra, cuando Aegisth está siendo asesinando y pregunta ¿nadie me oye?, se atreve a pronunciar las palabras Agammenon te oye . Strauss, sin embargo, procede a intercalar varias veces el nombre del rey en el monólogo de la protagonista. Los motivos puede ser que Strauss quería dejar bien claro cuál es el nombre del rey asesinado o, más probablemente, deseaba establecer una asociación inmediata con el motivo correspondiente. El caso es que acabó convirtiéndolo en una especie de estribillo dentro del monólogo y un punto de articulación musical. Un buen ejemplo de cómo el músico Strauss sabía qué podía ser conveniente a la hora de estructurar una obra tan larga como Elektra .
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Zu neuen Taten, teurer Helde
Última edición por EM el 24 Ene 2009 11:46, editado 1 vez en total
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