Monólogo de Paul, primer acto de Die Tote Stadt
<center>
</center>
Vamos a compartir uno de los momentos más bellos de la maravillosa ópera
Die Tote Stadt, de Erich Wolgang Korngold. Para profundizar en esta ópera, de ineludible escucha para todo aficionado, puede acudirse dentro de este mismo foro a la "Opera del Mes" de Mayo del 2008.
En el primer acto, tras la escena inicial en que Frank, un amigo de Paul, y la criada Brigitta visitan la habitación donde Paul guarda las reliquias de Marie, su esposa muerta, Paul entra en escena, en un estado de gran agitación, y comenta con Frank que su esposa sigue viva. Su amigo le contesta que sólo en su imaginación (en realidad, un anticipo de toda la ópera en unas pocas palabras), y entonces Paul se lanza a este extraordinario monólogo:
El Minnerwasser que canta Paul, es este pequeño lago de Brujas, también conocido como el Lago de los Amantes:
Tras un momento de agitación donde Paul proclama su felicidad, vive en un cuento de hadas, en un milagro, la orquesta se serena y nos prepara el tapiz sobre el que se desarrollará el monólogo propiamente dicho, el timbre melancólico del corno inglés, doblado por el clarinete y el clarinete bajo, contrastados por los tímbales, que suenan lejanos, como el latido del corazón de Paul.
Toda la escena está construida sobre dos motivos, la primera parte es el de "Marie", la esposa muerta, que da paso en la segunda parte al de "Marietta", la bailarina con que guarda un asombroso parecido.
En acordes mantenidos por la celesta, Paul refleja la vida en Brujas, sus paseos junto a las aguas del Minnerwasser con el fantasma de Marie. Korngold va indicando
tempi cada vez más lentos que culminan en la evocación del nombre de Marie, donde el tenor debe mantener un Sol3 en
pianissimo, sostenido por los clarientes y los violonchelos en la cálida tonalidad de Mi bemol mayor, en un momento de una melancolía conmovedora, de una inefable tristeza.
A partir de ese momento, el clarinete comienza el cambio de modulación a Mi mayor, la orquesta se acelera, y el motivo de Marietta hace su aparición. La voz y los instrumentos se desafían brevemente, y el tenor debe cantar varios Sol sostenidos, expresando a Frank su felicidad por el reencuentro con Marie que culmina en un La3 que resuena como un cañonazo.
En esta primera escucha, el cantante René Kollo, protagonista de una de las mejores grabaciones de
Die Tote Stadt, nos canta el monólogo, que propiamente dicho se encuentra entre 1:25 y 7:10.
Monólogo de Paul-René Kollo