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7. PERSONALIDAD DE LOS PERSONAJES.</CENTER>
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El león alado de San Marco, símbolo de Venezia</center>
Todos los personajes de la trama aparecen bastante más desarrollados en la obra de Shakespeare, sobre todo Iago; su psicología, el objeto de su venganza y su odio hacia Otello sigue una trayectoria más clara, como veremos algo más detenidamente a continuación.
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7.1. OTELLO</CENTER>
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Huecograbado de Othello</center>
Otello es un
extranjero y con
autoridad; no deja de ser un mercenario al servicio del estado de Venecia, que además ha tomado a Desdemona, nativa, noble –es hija de un patricio-, rubia, de piel blanca, quien además había tenido acaudalados pretendientes (Roderigo, uno de ellos), a quienes ella ha rechazado. A todos cuesta creer que la angelical Desdemona se haya podido fijar en Otello; Brabantio, el padre de Desdemona, ve en ello la intervención de algún conjuro o el recurso de sustancias psicotrópicas:
Othello, Shakespeare escribió:
( Acto I, escena 2ª “ has debido hechizarla, y ella, cautiva por cadenas de magia […] para ir a refugiarse en el seno renegrido de un ser como tú, hecho para inspirar temor y no deleite […] con hechizos odiosos o por medios de drogas o minerales que debilitan la sensibilidad, yo te acuso como practicante de artes prohibidas y fuera de la ley”)
Al rechazo de que un extranjero tenga poder en el ejército de la siempre belicosa Venecia, se une la envidia que suscita haber desposado a una bella y rica veneciana. Quizá hasta el propio Otello se pregunta asimismo, cuando la intriga de Iago comienza a surtir efecto, de que valores dispone él para haber logrado enamorar a Desdemona, él que es negro y es obvio que ello le obsesiona ( “tener en el rostro esta sombría oscuridad”, Acto II) y además cuando ya no es demasiado joven ( ActoIII, escena 3ª:”quizá por que desciendo ya la pendiente de los años”); este amor contraedípico marca el drama, y es cuando comienza a creer como bastante probable el argumento de la infidelidad de su esposa, por que Cassio es joven, veneciano, refinado (“acicalado” y “ tallado para perder a las mujeres” lo califica Iago) , es decir, condiciones directamente inversas a las que tiene Otello.
La primera intervención de Otello en escena, entonando el vigoroso " Esultate!" y la posterior frase "Abasso le espade", nos muestran un personaje
enérgico, con autoridad suficiente para aplacar la encorajinada reyerta, capaz de tomar decisiones rápidas y sin retorno en la destitución tan fulminante de Cassio; pero es también una personalidad marginada a pesar de tener un origen de cierta nobleza y apariencia noble; el poder que ostenta lo convierte en un
marginado, en un solitario en el que su subconsciente debate en un conflicto entre su raza y sus nupcias, y es ahí, en este talón de Aquiles, en este punto de flaqueza en donde el inteligente Iago centra su mecanismo de ataque, actuando como leal y fiel amigo que advierte de los peligros de Venecia y de las amenazas que suponen los que pertenecen por nacimiento y condición a una sociedad que Otello desconoce por su condición de extranjero. Asimismo es un
guerrero valiente que ha dado numerosas muestras de su arrojo para haber escalado al grado de general en el ejército veneciano. Si ha llegado al generalato ha sido por méritos propios, no por poseer una inteligencia excepcional; Otello es muy elemental y de maneras toscas; baste como nota informativa esta cita del Acto I del Othello de Shakespeare ante el Consejo del Dux:
Othello, Shakespeare escribió:
"soy rudo en mis palabras, y poco bendecido con el dulce lenguaje la paz […] y fuera de lo que concierne a las acciones guerreras y a los combates apenas puedo hablar de este vasto Universo".
.
Otello habla de sí mismo con franqueza, en comparación, como veremos, al manierismo de Iago, quien siempre pesa sus palabras antes de proferirlas. Otello conoce la guerra, pero no sabe más que eso; si dispusiera del ingenio de Iago el embauque de éste hubiera durado dos párrafos, y posiblemente utilizando la misma ironía con la que Iago nos fascina.
Pero sobre todo Otello es un hombre de
honor, y los términos honor y honradez están presentes en todo momento en la obra de Shakespeare, y valga como ejemplo más significativo la siguiente cita del Acto III en un diálogo entre Iago y Otello:
Othello, Shakespeare escribió:
"quien me hurta mi buen nombre me arrebata una cosa que no le enriquece, y a mi me deja pobre de verdad".
En la época en la que se desarrolla la acción la defensa de la honra es sagrada y la más fútil ofensa hacia ella conducía a una reparación irreversible. El honor es la cualidad moral que nos empuja a cumplir con un deber, y este cumplimiento del deber se nos demuestra en Otello en un detalle: la renuncia de Otello a su primera noche nupcial por la tarea encomendada por el Dux de la Serenísima República de frenar la inminente invasión de la plaza de Chipre.
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Litografía para el acto II de Othello de Shakespeare</center>
Otello no actúa por simples sospechas: en el comienzo de las insinuaciones por parte de Iago, Otello no se deja arrastrar por un inicial sentimiento de duda y celos; exige pruebas y una vez demostradas estas (la posesión del pañuelo de Desdemona en manos de Cassio) es cuando exige una venganza proporcional a la ofensa. Para el código caballeresco de la época la certeza de un adulterio, por parte de la esposa, tenía que ser duramente castigada por el marido para restituir el mancillado honor. El más valiente de los soldados no tiene ningún miedo a la muerte en el campo de batalla, por que esto daría más brillo a su gloria; pero que su esposa le sea infiel, y más con un subordinado, es una muerte mayor para un bravo militar de recios conceptos morales como Otello.
En Shakespeare nada es casual; la tormenta del acto II de su Othello (o el acto I en el libreto de Boito) tiene valor de relevancia que expresa el sufrimiento interior o la premonición del mismo, y aquí es donde tenemos esa lucha interna en Otello, entre el amor a su esposa, a la que adora, y el honor y la reputación, avalada por victorias y una trayectoria militar intachable, pero aunque ama a Desdemona, la defensa de su honor requiere como medio más justo el cumplimiento de la venganza.
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Otelo (1.881). Muñoz Degrain. Museo de Chiado, Lisboa.</center>
Esta es la ley de un personaje tan impetuoso y con una justicia tan particular, pero que defiende su honor a costa del más grande sacrificio; también su justicia la aplica consigo mismo: al descubrir toda la verdad, demasiado tarde ya, implora al cielo que un rayo que lo fulmine, pero sabiendo que éste jamás llegara, se inmola, al verse deshonrado cuando Ludovico le requiere la espada, símbolo de su honor, y pisoteada su grandeza sabiéndose un títere en manos de su alférez.
La evolución del personaje oteliano responde a un círculo estilístico que nos muestra a un Otello agonizante con la misma grandeza artística que el bravo general que hemos conocido al comienzo de la tragedia, que, dicho sea de paso, y a modo de conclusión, como tal tragedia no existe como en otras obras shakesperianas (El Rey Lear o Macbeth, por ejemplo); en Otello no se tambalea el orden establecido ni la seguridad del estado; Otello muere, pero el estado veneciano queda intacto.
La verdadera tragedia de la obra reside en que Iago conozca mejor a Otello de lo que se conoce el propio Otello.
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La morte di Otello, prima versione.1.866. Pompeo Molmenti. Galleria Internazionale d'Arte Moderna, Venezia</center>