Una proposición indecente
Una frase de aire lastimero nos introduce esta breve escena entre Minnie y Rance. De igual forma que, en el primer acto de Bohème, Rodolfo y Mimí tienen una oportunidad de estar a solas y de explicarse ante el otro (y ante el público), nuestros protagonistas también tienen esa oportunidad. El encuentro comienza con una curiosa proposición de Rance:
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Mille dollari, qui, se tu mi baci!... </center>
sobre una característica música: sinuosa, ascendente y descendente en ritmo ternario, propia de Rance (la volveremos a escuchar en el segundo acto cuando, en condición de Sheriff, llame a la puerta de la chica buscando al bandido). La precipitada propuesta de matrimonio (que, probablemente, no es la primera vez que se efectúa) indigna a Minnie, que responde cada vez más airada, sobre el mismo fondo musical, que se desarrolla de forma vertical (con acordes que cambian nota tras nota) y con una orquestación cada vez más tupida. Minnie, temiendo haber encolerizado al Sheriff, trata de disculparse y éste le responde con su 'aria'.
Rance se confiesa
Efectivamente, este tipo de fragmentos ariosos es lo más próximo que encontraremos en la Fanciulla a un aria. La expansión lírica del protagonista no llegará a los extremos de Rodolfo, pero el relato es digno de compasión. Rance se define a sí mismo como un miserable que únicamente desea ser querido (aunque sea una vez y pagando
). Musicalmente el fragmento se desarrolla con gran fluidez, sin detenimiento. Únicamente destacar que el discurso se agita al final, cuando se hace mención al oro (que contrasta con el sincero beso que Rance demanda) y que lleva al Sheriff a alcanzar un Fa3 sostenido en la frase
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Or per un bacio tuo getto un tesoro!</center>
Minnie hace lo propio
A continuación, como en Bohème, es el turno de la chica. Minnie nos explica cuál es su pasado y cuál es su visión del amor. Una versión romántica, probablemente irreal, al estar idealizada con el paso de los años. También nos sirve para conocer que ha vivido toda su vida en una taberna (lo cual explica su habilidad con las cartas en el segundo acto). Desde el punto de vista musical su relato es más animado, nostálgico, pero no triste, con instrumentación más cuidada por momentos y ritmo sincopado ocasional (fijaos en la aparición del tema que acompañó el ambiente animado de la cantina cuando Minnie hace referencia a cómo su parte repartía cartas en la taberna). Al igual que Rance, el lirismo llega al final del aria, con la frase
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S'amavan tanto!... S'amavan tanto!... Ah!</center>
en donde alcanza un expresivo Do5. Desde ahí apenas una frase de Rance hasta que se produce la entrada de nuestro bandido sobre su característico motivo (ya anunciado en el preludio de la ópera).
Entrada de Johnson
Su entrada es el aire fresco que la conversación entre la chica y el Sheriff necesitaba. Johnson presume de maneras foráneas y Minnie, que lo reconoce, cae inmediatmente rendida a sus pies, ante la atónita mirada del camarero y del Sheriff. La música se anima y el ritmo se transforma en uno alegre y ternario, casi de danza (los protagonistas estarán en unos minutos bailando). El acompañamiento musical al interrogatorio de Rance (que se interesa por las intenciones del recién llegado) reaparecerá en el segundo acto cuando, finalmente, Johnson, cuente quién es en realidad.
Reconocimiento mutuo
Hechas las presentaciones, la música continúa con el mismo ritmo de danza, cuando Minnie y Johnson se reencuentran. Con asombrosa rapidez Puccini nos hace ver que están hecho el uno para la otra y, curiosamente, están a punto de comenzar el obligado dúo de amor allí mismo
, delante del Sheriff, cuando Johnson, conquistador le dice a Minnie
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Nè v'ho scordato mai! </center>
Rance abusón
Pero no es el momento. Un avinagrado Rance interrumpe el momentáneo éxtasis para tratar cuestiones más terrenales. Cual niño acosador utiliza a los compañeros de clase (en este caso de taberna) para intimidar al galán y Minnie, en su versión maternal, sale en su defensa. La música, que se había tornado abrupta por momentos (mineros en versión linchamiento), recupera el tono jovial del inicio del acto (mineros en versión hombres todo corazón), al recibir los mineros, afectuosamente, a Johnson. Prosigue una invitación a bailar que Johnson no duda en aceptar ni un momento.
Baile
Este es otro de esos momento en que las maneras de Johnson cautivan a la chica, ya que en una hábil jugada, invita al baile a Minnie (es decir, aquello que todos los mineros deseaban hacer pero que, probablemente, ninguno se atrevía a hacer). La música que acompaña el baile, en ritmo de vals, anima el ambiente en la taberna. Los mineros cantan alegres viendo la insólita estampa. Esta atmósfera no dura mucho, ya que la precipitada llegada del hombre de la Wells Fargo con un bandido recién apresado, hace que vuelvan a retomar su 'modo linchamiento' (:rolling:) sobre un animado tutti orquestal que cede ante la confesión y delación. Sigue la onometopéyica sugerencia a la tormenta (núcleo central del segundo acto) y un dibujo en las cuerdas que nos recuerda a la protagonista, cuando ésta queda encargada de la custodia del oro. Unas agitados trémolos de las cuerdas acompañan el breve intercambio entre el bandido y Johnson, en donde acuerdan una señal (que suena en la flauta), y algunos motivos conocidos (aquellos con el que se abría la ópera), nos acaban dejando solos a los dos protagonistas listos para cantar su dúo de amor.