2) Nel dì della vittoria - Birgit Nilsson
Para esta parte del duelo he de recurrir a un documento de incalculable valor operístico. Se trata de unos cuantos folios mecanografiados, ya amarillentos por el paso de los años, pero que no han perdido hoy ni un ápice de su vigencia. Es curioso. Desperdigados sobre mi mesa parecen simples papeles viejos. Nadie imaginaría la trascendental historia que encierran. Por mi propia seguridad personal no revelaré cómo he llegado a ellos. Es lo de menos. Las siguientes líneas son una transcricpión íntegra del contenido de esos folios. Siéntense, lean y disfruten.
<img src="http://farm1.static.flickr.com/10/15435276_672646b4e9.jpg?v=0" height="250">
---------------------------------------------------------------------------------
Cleveland, 14 de Septiembre de 1994.
Juez A.F. - Señora Nilsson, acérquese al estrado. Señor K., puede comenzar.
K. - Gracias señoría. Señora Nilsson, ¿sabe por qué está aquí?
N. - ...
K. - Señora Nilsson, todo será más fácil si colabora y admite los cargos que se le imputan.
N. - Soy inocente, pasó hace mucho tiempo...esto no tiene ningún sentido.
K. - Lamentablemente usted no decide la relevancia del asunto que nos ocupa. Usted se sienta hoy ante este tribunal acusada de un grave delito, que no prescribe según las leyes federales.
N. - Usted no lo entiende.
K. - ¿Qué es lo que no entiendo? Señora Nilsson, estamos hablando de verdicidio, ¡por el amor de Dios!
(Murmullos en la sala)
A.F. - ¡Silencio! Señor K., continúe.
K. - ¿Aún insiste en negarlo? Señora Nilsson... tenemos pruebas.
N.- ...
K.- ¿O acaso creía que su crimen podía quedar impune? ¿Es usted la señora que aparece en esta foto?
<img src="http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/f/f8/Bnilssonlmacbeth.jpg" height="350">
N.- (Con voz temblorosa) Sí.
K.- ¿Puede decirle al jurado de qué va ... disfrazada?
N.- De ... lady Macbeth.
(Intenso murmullo en la sala)
K.- Así que no lo niega. Y... ¿me puede decir qué es esto que llevo en la mano?
N.- Un disco
K.- ¿Qué contiene ese disco?
N.- Una grabación de Macbeth.
K.- ¿Puede leer los nombres que aparecen en la portada?
N.- (Recuperando cierta dignidad) No hace falta que los lea, los conozco bien, son viejos amigos. Cornell Macneil, Carlo Bergonzi y... y... yo misma.
(Murmullos de estupor)
K.- Señoría, las pruebas son contundentes. Pero toda la verdad se halla en el interior de ese disco. Les ruego que presten atención. Lo que van a oir no dejará lugar a dudas. Señor ujier, por favor. Con la venia, señoría.
Escuchar
(K. retira la aguja del disco, cuando la música prometía la feliz llegada de Macneil [vaya, nos salió melómano el funcionario
]. El silencio reina en la sala. Incluso el propio K. parece descompuesto. El rostro de la señora Nilsson ha perdido su nácar escandinavo. [y poeta...])
K.- Señoría, la prueba aportada por la acusación habla por sí sola. Pero por si el jurado tuviera alguna duda, procedo a la explicación minuciosa de los cargos.
Ya las primeras frases de la lectura de la carta auguran el crimen inminente. La dicción tambaleante y la lectura atropellada hacen en ocasiones dudar si la acusada sabía exactamente el significado de lo que decía. La fiereza utilizada en algunas frases, como ese último "addio", está totalmente fuera de lugar en un pasaje que debe sonar temeroso y pensativo. Cuando comienza el recitativo del aria, aparece una voz potente, sí, pero de un timbre completamente ajeno a la voluptuosidad e italianidad que exige Verdi. La voz no tiene la oscuridad necesaria para el rol y suena siempre demasiado asopranada. La subidas al agudo son bruscas y la coloratura que cierra el recitativo es completamente heterodoxa y forzada.
La parte central del aria no hace sino confirmar las sospechas. Aunque las primeras frases no son del todo escandalosas, enseguida aparecen signos ostentosamente verdicidas. El fraseo enseguida pierde cuerpo, como en "quel freddo core", en el que la voz pierde todo brillo y volumen. La señora Nilsson aquí sentada era incapaz de mantener el volumen de la voz en un fraseo largo, y no nos diga que intentaba apianar... En esa misma fraseo, como la señora Nilsson veía que el grave de la o de core no sonaba como debía, en la e utiliza directamente una cacofónica voz de pecho, opaca y sin brillo. Y no se excuse en que era un problema puntual: el fraseo es igual de fluctuante en todo el pasaje. Las dinámicas de "Io ti darò valore" están insuficientemente marcadas y, señores del jurado, un Verdi sin dinámicas es como una Walkyria sin trenzas, para que la señora Nilsson me comprenda. Todos estas inadecuaciones técnicas impiden que la señora Nilsson dé al texto el contenido que requiere.
En las siguientes frases (Di Scozia) el problema con el registro grave y el fraseo se vuelven aún más graves. Solvente en el agudo pero insuficiente en el grave. El crescendo a partir de "E tardi" es bueno, pero culmina en unos agudos totalmente excesivos, que rompen la línea de canto. ¿Qué se creía, señora Nilsson, que le estaba gritando a Orestes?
(Murmullos en la sala)
Sí, sí señores, igual que en la culminación del aria, con una coloratura ascendente mal ejecutada culminada con un agudo igual de excesivo. Como ven, el Metropolitan estalló en aplausos. Les prometo que buscaré a toda esa gente y los procesaré por complicidad con un flagrante verdicidio.
(Se oye algún aplauso suelto en la sala. De nuevo murmullo general).
Como ven, el aria no tiene remedio, pero la cabaleta ya es de juzgado de guardia, precedida por un accidente vocal en la "u" de "Duncano". Ojalá fuera eso todo lo recriminable, señora Nilsson, ojalá. En los primeros compases de la cabaleta la voz suena forzada, como buscando resonancias extra. Aquí ya el fraseo se vuelve demencial, cambiando constantemente de ritmo en una línea de canto que debe ir en consonancia total con la orquesta. La coloratura casi inaudible. Y, por el amor de Verdi, cómo destroza la maravillosa frase "Tu, notte, ne avvolgi di tenebre immota", con oscurecimientos guturales de la voz y de nuevo una bajada opaca al pecho en la última sílaba. En el final del aria vemos de nuevo a la señora Nilsson justa en las coloraturas y abusando de un volumen más propio de operetas tedescas.
Señores, para mí no cabe duda. Esta señora cometió un verdicidio flagrante, con nocturnidad y alevosía, y con la complicidad de miles de personas que se dicen melómanos. Señoría, nada más que añadir.
[Aquí parece que faltan páginas, seguramente referentes a la parte de la defensa. De no ser por la última página conservada, diría que ni siquiera hubo tal defensa, ante tan arrolladoras pruebas de la acusación. Pero esa última página recoge el alegato final del abogado defensor de la señora Nilsson, el señor Jerome H. Con él se cierra este valiosísimo documento]
J.H. - Señores del jurado, hace unos días oímos a propuesta de la acusación una grabación que supuestamente imputaba a la señora Nilsson del horrible delito de verdicidio. Hoy les invito a reescuchar esa grabación y a abrir sus corazones a la heterodoxia, que tanto ha aportado a la historia de nuestro país. Olviden por un momento otras interpretaciones del rol que tienen en la mente y disfruten del lujo de escuchar a una Isolda en el papel de Lady Macbeth.
Escuchar
La lectura de la carta es tremendamente digna para una persona que no conocía bien el italiano. Si lo comparamos con lecturas como las de otras grandes Ladies, incluso observamos rasgos de inteligente interpretación, como esa inflexión en "Re", la sorpresa de "Caudore", el acento en "serto" y el fulminante "Addio". Señores, la señora Nilsson sabía lo que estaba diciendo, y lo decía además con carácter, con la efusividad de una Lady Macbeth muy bien dibujada: potente, fría, agresiva.
Así lo demuestra el recitativo. La voz suena cristalina al comenzar la frase "Ambizioso...", pronunciada con más intención de lo sosprechado, misteriosa y calculadora. Es cierto que el timbre es de soprano, pero en algunos lugares suena muy bien oscurecido, como en este "Macbetto". El agudo (Malvagio) suena liberado, colocadísimo. Es cierto que demasiado cristalino y fino, tal vez poco frecuentado en Verdi, pero en consoncancia con su lectura de Lady Macbeth. Las agilidades que cierran el recitativo son heterodoxas, pero piénsenlo, la señora Nilsson no era una especialista. y sin embargo, se esforzó por sonar lo más adecuada técnicamente posible.
En el aria, el fraseo es bravo y los graves muy bien coloreados, que contrastan muy bien con la luminosidad del centro. Algunos ataques son de extrema delicadeza y misterio (valore), confrontados con otros realmente violentos y decididos (en la repetición de la frase). Esos "Di Scozia" suenan realmente majestuosos, limpios y contundentes. Los "Che tardi?", en cambio, son realmente autoritarios. En las repeticiones finales la voz sabe contenerse y cantar a medio volumen, atemperando la fuerza exhibida en el resto del aria. Ese segundo "Che tardi?" en piano suena precioso.
La cabaletta comienza atacada con fuerza y garra. El timbre suena algo forzado, pero limpio y squillante. Las subidas al agudo son seguras y brillantes. La frase tan criticada por el fiscal podía haber sido mucho mejor interpretada, pero por color y volumen marca muy bien el contraste con el resto del fraseo. La recuperación de la línea de canto es aún más brava, y el fraseo suena muy bien marcado, aunque es cierto que se desacompasa en ciertas ocasiones. El final en forte es impresionante, y los agudos son de esos que despeinan, limpios y fuertes. Si el resto de Lady Macbeths de la historia hubieran tenido esos agudos de impresión, ¿acaso se habrían cortado y los habrían atemperado?
Para terminar, me paermito un inciso, con la venia de su señoría. Supongo que todos ustedes, señores del jurado, habrán visto la maravillosa película de Orson Welles sobre esta obra de Shakespeare. En la pronunciación cerradísima de la protagonista recordamos que Lady Macbeth es una noble escocesa medieval, un personaje realmente exótico para un inglés, con un acento duro y diferente, un carácter oscuro. Todos podríamos desear una Lady Macbeth elegante y fina. Pero muchas partes de la obra sugieren otra cosa. En ese sentido la Lady de la señora Nilsson cumple con su dicción poco italiana y sus maneras no demasiado verdianas ese requisito de exotismo y alteridad necesarios para retratar a esta mujer fatal. En lugar de empatizar con ella, la vemos como algo extraño y amenazante. ¿Acaso no quería eso Verdi?
(Amplios murmullos de desacuerdo en la sala)
Señores, si esta mujer, que hizo una interpretación sincera y entregada, intentando suplir sus carencias de estilo no merece la absolución, ninguno de nosotros la merece.
(El caballero sentado a mi lado, de apellido S. y con claros rasgos hebraicos, murmura: "Tú sí que no la mereces, abogado menospreciado y estentóreo")
A.F. - Señores, el caso queda visto para sentencia. Se levanta la sesión.
----------------------------------------------------------------------------
No sé cuál fue la decisión del jurado... ¿Cuál es la vuestra?