1) IO L'HO PERDUTA
Al utilizar ambas grabaciones la versión reducida en 4 actos de la partitura (ver hilo de versiones), parte del aria de don Carlo de Fontainebleau (Io la vidi) es retomada en lo que en la versión original era sólo un desesperado recitativo al comienzo del II Acto en diálogo con el monje. En ella Don Carlo se lamenta de la situación (Elisabetta, princesa francesa, su prometida, fue entregada finalmente en matrimonio a su padre, Felipe II) y recuerda los felices momentos vividos cuando aún no conocían el aciago destino. La letra es la siguiente:
Io l'ho perduta! Oh potenza suprema!
Un altro... ed è mio padre...
Un altro... e questi è il Re.
Lei che adoro m'ha rapita!
La sposa a me promessa! Ah! quanto puro
e bello fu il di senza diman, in cui ebbri
Di speme, c'era dato vagar, nell'ombra,
Soli insieme,
Nel dolce suol di Francia,
Nella foresta di Fontainebleau!
Io la vidi e il suo sorriso
Nuovo un ciel apriva a me!
Ahi! per sempre or m'ha diviso
Da quel core un padre, un Re!
Non promette un di felice
Di mia vita il triste albor...
M'hai rubato, incantatrice,
Cor e speme, sogni ed amor!
Escuchar
(También en
putfile)
Corelli comienza la intervención con una frase casi declamada, como exige la partitura, aunque algo destemplada. Las primeras frases están atacadas con fiereza, con la desesperación adecuada, aunque descuidando la dicción, eterno problema de Corelli. Las primeras subidas al pasaje están resueltas con enorme seguridad para ser un aria inicial (no menos propio de Corelli
)
El fraseo en las siguientes frases es acelerado como debe serlo, aunque tal vez se hace algo monótono en la voz de Corelli, cantado a golpes. De nuevo sostiene con facilidad y seguridad la nota en Fontainebleau, con un timbre limpio y squillante.
A partir de
Io la vidi, donde se retoma el tema musical de Fontainebleau, el fraseo se vuelve más romántico, aunque Corelli no abandona la rudeza de las primeras frases. Desde luego no alcanza el lirismo necesario en estas frases. Se ve muy bien en el ataque a
Nuovo, demasiado agresivo. Los acentos veristas estropean el fraseo (como en
quel core), aunque el regulador en
un padre, un Re es precioso. La subida al agudo en
albor-m'hai es limpia y segurísima, como la de
amor, aún más plena si cabe. El regulador de
sogni es sencillamente escalofriante.
Al final el aria retoma la frase inicial de desesperación, atacada por Corelli de nuevo demasiado bruscamente pero concluida con una media voz muy conseguida, que cierra el aria con la intimidad necesaria a pesar de la desesperación.
La intervención del monje rompe los pensamientos de don Carlo...
IL FRATE
(Che si è fermato per porgere ascolto ai
detti di Don Carlo)
Il duello della terra
Nel chiostro ancor c'insegue;
Del cure sol la guerra
In ciel si calmerà.
(Suona la campana. Il frate si
rimette in cammino)
DON CARLO
La sua voce...! Il cor mi trema...
Mi pareva... qual terror!
Veder l'Imperator, che nelle lane
Il serto asconde e la lorica d'or.
È voce che nel chiostro appaia ancor!
IL FRATE
(Nell'interno, allontanandosi sempre più)
Del cor la guerra in ciel
si calmerà.
La contestación de Corelli es atropellada, agresiva, propia de alguien que se ve sorprendido en un claustro por una voz fantasmagórica.
Corelli despliega aquí con facilidad sus más brillantes recursos técnicos (consolidados y perfectamente dominados a comienzos de los 70, fecha de esta grabación, cuando aún no mostraban ni un signo de decadencia vocal, al menos en este papel). La comparación en este campo con Domingo no puede deparar ninguna sorpresa. Sin embargo, el fraseo y la interpretación, aunque comprometidos y vehementes carecen en esta página de los matices necesarios para dibujar al infante en su faceta más lírica.
Lanzado queda el guante