Poco antes de morir, a pesar de sentirse profundamente decepcionado por la recepción de sus obras, especialmente
Die Kathrin, en Europa, Korngold empezó a trabajar en lo que sería su sexta ópera. Como base literaria eligió una novela corta del autor austríaco Franz Grillpazer, "Das Kloster bei Sendomir". (El Convento de Sendomir).
<center>
Retrato de Franz Grillpazer</center>
La historia es muy sencilla: Dos caballeros llegan por casualidad a pasar la noche al monasterio de Sandomir, donde un anciano monje les cuenta la historia del conde Starchensky, que tomó los hábitos treinta años atrás, después de asesinar a su esposa Elga, debido a una infidelidad de la condesa con un pariente lejano, Oginsky. A la mañana siguiente el monje les confiesa su verdadera identidad: es el conde Starchensky.
Korngold pensaba en una ópera corta, un máximo de 90 minutos de duración, el reparto de voces habitual (Starchensky: barítono, Elga: soprano, Oginsky: tenor, Caballeros: tenor y barítono) y en su estilo postromántico. Barajó también la posibilidad de cumplir un viejo sueño. En 1935 declaraba al
New York Times:
Erich Korngold escribió:
we no longer have to lean on Puccini, Verdi or Mascagni. Producers have realised that public taste has risen and we are now conducting a test which will eventually lead to the writing of entire modern operas for the screen. When that day comes, composers will accept the motion picture as a musical form equal to the opera or the symphony…
Pensaba en hacer una especie de "opera television", tan querida por los públicos anglosajones, tras el estreno en 1951 de la obra de Menotti,
Amahl and the Night Visitors. Desgraciadamente, la muerte le sorprendió antes que pudiera avanzar seriamente en la realización del proyecto.