No hay ninguna edición que recoja todo lo escrito por Scribe y compuesto por Meyerbeer. La aparición de la tijera es una constante. Con la ayuda del maravilloso nº134 de L'Avant-Scène Opèra, aquí lo veremos enterito. Y cada uno en su(s) versión(es) que subraye lo que tiene...
OBERTURA
Redoble de timbales. Clarinete y corno inglés nos presentan la Coral compuesta por Lutero Ein'feste Burg ist unser Gott (en lo sucesivo, la Coral), tema que reaparecerá en los grandes momentos como una profesión de fe (normalmente en boca de Marcel). Poco a poco el resto de la orquesta se va añadiendo, en una serie de variaciones que empiezan pianissimo y se van animando, transformándose finalmente en un vigoroso Alegro (que la versión Marzendorfer corta de raiz).
ACTO PRIMERO: EL CASTILLO DE NEVERS
Arriba el telón, y nos encontramos en el castillo del conde de Nevers, en la Turena. Los católicos beben y ríen (los directores de escena se sueltan el pelo en las producciones actuales, ya hablaremos de ello más adelante), con una música bastante ratonera y facilona - todo hay que decirlo. ¿Por qué no nos sentamos a comer ?, pregunta uno de ellos. Estamos esperando a un invitado, que ha conseguido puesto gracias a Coligny. ¿Un hugonote a comer? Sí, hay que reconciliarse, lo ha dicho el Rey - concluye Nevers, magnánimo. A ver lo que dura, comenta Tavannes, cachondo él...
Entra Raoul (que es el "recomendado"), serio y cortao. Los católicos se cachondean de él, y él se presenta, sintiéndose muy honrado de la compañía. Final habitualmente con un La de los que restallan, en lugar del Do bajo escrito.
Parece buen chaval, piensan, y todos a la juerga, venga, uno más, sírvete un copazo (esto parece mi casa). Aquí empieza la "Orgía" marcada en la partitura: canción dedicada a la comida y la bebida, únicos placeres que no engañan... (en la reciente puesta en escena en Metz, esclavo negro encadenado copulaba con cortesana). Un poco chumadetes ya, Nevers anuncia que se casa, para desesperación de tantas y tantas mujeres... Cachondeo, y venga, hablemos de nuestras respectivas. Empezad vos, señor de Nangis.
Raoul duda, porque... no sabe quién es ni cómo se llama...
Escena y Romanza: Plus blanche que la blanche hermine / Bianca al par.
Por lo menos hay 83 grabaciones de este fragmento, desde Caruso hasta Kraus. Acompañado por la viola en obligato, Raoul cuenta cómo un día iba él paseando y se encontró con unos estudiantes (serían mis alumnos, seguro) atacando una litera noble con malas intenciones. Los puso en fuga a base de testiculina y allí encontró "un ángel, una virgen divina, su vista llenó mis sentidos. ¡Doncella inmortal! ¡Tan hermosa! Y ante ella me incliné, diciéndole, hermoso ángel, reina de los amores, belleza celestial, te querré siempre, deseo amarte para siempre"... Puf ¿Cómo cantar esto? Voz acariciante, matices, pianos, agudos... Piedra de toque para el tenor
Los nobles católicos se quedan encantaos con la sensibilidad del muchacho, venga, tómate otra... y de repente entra Marcel, el fanático escudero de Raoul (éste es talmente el Gran Inquisidor vestido de civil, tienen la misma dureza de mollera y amplitud de miras). Para hacer amigos, el escudero nos recuerda que Dios sugería amistosamente en el Antiguo Testamento evitar el festín de los impíos. Los católicos se tronchan de este profeta de Israel y deciden tomar a pitorreo todos improperios dignos de un Jeremías. Él, ni corto ni perezoso, se encomienda a Lutero, cantando - gloriosamente - la Coral; Seigneur, rempart et seul soutien / Signor, difendi al tuo pastor. Siepi, en la grabación que tiene, hace un descenso hacia una final nota sepulcral que impresiona...
Los católicos están, decididamente, borrachos o de buen humor, porque también pasan por alto la faltosada. Venga, tómate algo tú también. Uno de ellos incluso había sido herido por Marcel le ofrece una copa. No, gracias, no chumo. Pues cántanos algo. Raoul, que conoce el percal, sugiere que mejor no, pero los católicos insisten: que sí, leñe.
Canción hugonote: Piff, paff
Piccolo, contrabajos, fagot, timbales y bombo. Con este belicoso acompañamiento, Marcel se arranca a cantar el himno de batalla de los Hugonotes, una canción contra la gente del Papa y el sexo execrable, seguro que os la conocéis, la cantamos en todas las batallas, acompañda del piff paf pouf de las balas... "Se acabaron los conventos, los monjes al suelo, guerra a todo cagón bendito!, Papistas, a la guerra, entreguemos a las llamas, al acero, vuestro templos infernales, arrasémoslos, atravesémosles, golpéemoslos, pif paf, pif paf... Que mueran, que lloren, pero gracia jamás!!!!!" El coro de borrachuzos le piden - con una música que se burla descaradamente del hugonote - gracia y piedad, entre risas y gemidos. Marcel, impávido, sigue, ahora contra los mujeres: "Jamás tiembla mi brazo frente a las quejas de las mujeres. Desgracia a esas Dalilas que pierden las almas. Rompamos sus encantos con nuestros aceros. A estos demonios hermosos, cazadlos, seguidlos, golpeadlos, que mueran, que lloren, pero gracia jamás!
Misteriosamente, no le linchan - de hecho no lo hacen ni caso. El mayordomo llega, anunciando una vista, y Nevers le suelta que cuando está a la mesa ni Dios - con perdón - le molesta. Marcel se ofende, y el mayordomo dice que es una señora. Claro, Nevers se levanta como un tiro, y va a hacer qué quiere la misteriosa y enmascarada Dama... Los que quedan en escena comentan entre ellos lo mucho que liga Nevers, y se ponen a espiar a ver si se enteran de algo. Al final, incluso Raoul mira... y mejor no lo hubiera hecho. ¡Es ella! ¿Quién? La que salvé. El ángel citado supra. Es ella... Lo primero que se les ocurre a todos es que Nevers tiene asunto con ella - Raoul se mosquea enormemente, mientras el resto intentan consolarle. Hermoso número de conjunto.
Nevers vuelve a la escena vacía, hablando solo. La Reina me ha pedido que rompa mi compromiso matrimonial con Valentine, pena penita pena, menos mal que soy un caballero y hago lo que me piden...
Aparecen de nuevo todos los otros y se marcan un coro festivo celebrando ese peasssssso triunfador que está hecho el Nevers, que les da comida y bebida abundante, y encima triunfa con las mujeres.
Pero aquí sigue llegando gente. Aparece Urbain el page - papel travestido. Nobles seigneus, salut! La única voz de mujer en todo el primer acto. Hermosa pieza cachondogalante, en la que el pajecillo explica que una hermosísima dama le ha hecho venir con un encargo para un digno caballero. Cavatina muy hermosa y muy lucida si tenemos una mezzo en condiciones...
Chaval, dame la carta, dice Nevers. ¿Eres tú Raoul de Nangis? Atiza, dicen todos. Marcel (del que nos habíamos olvidado todos) tiene un momento infantil y todo sonriente dice que es su señor, jeje, éste, éste. "Vete a tal sitio, con los ojos vendados, el paje te llevará". Menuda chorrada, dice Raoul. Le enseña la carta a Nevers, y todos reconocen el escudo de Marguerite, la hermana del Rey, la prometida de Enrique de Navarra. Los católicos quedan impresionaos, y uno por uno le van dando la mano, aquí a su servicio pa lo que quiera, Urbain se une de chunga al coro de pelotas. ¿Qué pasa?, pregunta Raoul. Lo puedes todo, le responden (Urbain con agudazo). Maravilloso número de conjunto, que nos lleva hacia el final del acto. Todos muy impresionaos, menos Marcel, que se ha puesto de mal humor y se pone a cantar un Te Deum (¡un himno católico!) realmente efectista. Todos retoman la musiquilla festiva de antes, más rápido, agudos, y telón abajo...
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