2.3 Hasta la llegada de la Zia
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Libreto
(Dal fondo a sinistra entrano due Suore cercatrici
conducendo un ciuchino carico di roba.)
Le cercatrici
Laudata Maria.
Tutte
E sempre sia!
Le cercatrici
Buona cerca stasera,
sorella dispensiera!
(
Le Suore si fanno intorno al ciuchino;
le cercatrici scaricano e consegnano le limosine
alla Sorella dispensiera.)
Una cercatrice
Un otre d'olio.
Suor Dolcina
(
che non può stare)
Uh! buono!
L'altra cercatrice
Nocciòle, sei collane.
Una cercatrice
Un panierin di noci.
Suor Dolcina
Buone con sale e pane!
La sorella zelatrice
(
riprendendola)
Sorella!
Una cercatrice
Qui farina,
e qui una caciottella
che suda ancora latte,
buona come una pasta!
Un sacchetto di lenti,
dell'uova burro e basta.
Alcune suore
Buona cerca stasera,
sorella dispensiera!
(
Una cercatrice porta via il ciuchino.)
L'altra cercatrice
(
a Suor Dolcina)
Per voi, sorella ghiotta...
Suor Dolcina
(
felice)
Un tralcetto di ribes!
(
vedendo che le altre si scandalizzano)
Degnatene, sorelle!
Una suora
(
scherzosamente)
Uh! Se ne prendo un chicco la martorio!
Suor Dolcina
No, no, prendete!
Alcune suore
Grazie!
(
Formano un gruppetto a destra
e beccano il ribes, fra risatine discrete.)
La cercatrice
Chi è venuto stasera in parlatorio?
Alcune suore
- Nessuno.
- Nessuno.
- Perche?
La cercatrice
Fuor del portone c'è
fermata una ricca berlina.
Suor Angelica
(volgendosi, come assalita da una improvvisa inquietudine.)
Come, sorella? Come avete detto?
Una berlina è fuori?
Ricca?... Ricca?... Ricca?...
La cercatrice
Da gran signori.
Certo aspetta qualcuno
che è entrato nel convento
e forse fra un momento
suonerà la campana a parlatorio.
Suor Angelica
(
con ansia crescente)
Ah! ditemi, sorella
com'era la berlina?
Non aveva uno stemma?
Uno stemma d'avorio?...
E dentro tappezzata
d'una seta turchina
ricamata in argento?...
La cercatrice
(interdetta)
lo non lo so, sorella;
ho veduto soltanto
una berlina... bella!
Le suore
(
osservando Suor Angelica)
- È diventata bianca...
- Ora è tutta vermiglia!...
- Poverina!
- È commossa!
- Spera che sien persone di famiglia!
(
Una campanella rintocca; le suore accorrono da ogni parte.)
- Vien gente in parlatorio!
- Una visita viene!
- Per chi?
- Per chi sarà?
- Fosse per me!
- Per me!
- Fosse mia madre
che ci porta le tortorine bianche!
- Fosse la mia cugina di campagna
che porta il seme di lavanda buono!
(
Suor Genovieffa si avvicina alle compagne
e quasi interrompe queste esclamazioni
indicando con un gesto pietoso Suor Angelica.)
Suor Angelica
(
volgendo gli occhi al cielo mormora:)
O Madre eletta, leggimi nel cuore,
volgi per me un sorriso al Salvatore.
(
Il gruppo delle suore si avvicina in silenzio a Suor Angelica.
Suor Genovieffa esce dal gruppo e con grande dolcezza:)
Suor Genovieffa
(a Suor Angelica)
O sorella in amore,
noi preghiamo la Stella delle Stelle
che la visita, adesso, sia per voi.
Suor Angelica
(commossa)
Buona sorella, grazie!
(
Da sinistra entra la Badessa per chiamare la suora
che dovrà andare al parlatorio. L'attesa è viva.
In quell'attimo di silenzio tutte le suore fanno il sacrificio
del loro desiderio a pro della sorella in gran pena.
Suor Angelica ha sempre gli occhi volti al cielo immobile
come se tutta la sua vita fosse sospesa.)
La badessa
(
chiamando)
Suor Angelica!
(
Fa cenno che le suore si ritirino.)
Le suore
(
come respirando, finalmente)
Ah!...
(
Il getto della fonte si è indorato, le suore riempiono
un secchiello d'acqua,
si avviano verso il cimitero e scompaiono.)
Suor Angelica
Madre, Madre, parlate!
chi è, Madre... chi è?
Son sett'anni che aspetto!...
Son sett'anni che aspetto una parola...
una nuova, uno scritto...
Tutto ho offerto alla Vergine
in piena espiazione.
La Badessa
Offritele anche l'ansia
che adesso vi scompone!
(
Suor Angelica, affranta,
si curva lentamente in ginocchio e si raccoglie.)
(Le voci delle suore arrivano dal cimitero.)
Voci delle suore
Requiem æternam
dona ei, Domine,
et lux perpetua
luceat ei - Requiescat in pace - Amen.
Suor Angelica
(
alzando gli occhi)
Madre, sono serena e sottomessa.
La badessa
È venuta a trovarvi
vostra zia Principessa.
Suor Angelica
Ah!...
La badessa
In parlatorio
si dica quanto
vuole ubbidienza,
necessità.
Ogni parola è udita
dalla Vergine Pia.
Suor Angelica
La Vergine m'ascolti e così sia.
Comentario
Vamos con la tercera parte de la guía de audición. Y empezamos con un momento intrascendente, la llegada de la Hermana Despensera, cuya finalidad no es otra que introducir la escena de la llegada de la Zia. Este es pasaje al que no guardo especial cariño, por lo que seré breve en el comentario. De nuevo, Puccini hace lo que quiere y domina como un maestro la concertación de voces, las pequeñas secciones musicales que se adaptan fácilmente a las intervenciones de las monjas. Destacar de nuevo, aun a riesgos de repetir, la belleza de los coros, y su eterna similitud con el canto litúrgico y con la forma de la letanía.
Más nos interesa la segunda parte, que se inicia con la noticia de la llegada de un carruaje. La intervención subsiguiente de Angélica es fundamental en el desarrollo dramático del personaje, y, sinceramente, pocas son las que ahondan en el personaje aquí, y no más tarde, con cual el personaje se les queda cojo. La primera intervención debe mostrar nervio, angustia, la rabia interna que Angélica guarda por haber sido encerrada allí. Debe construirse la frase “rica, rica rica” con cierta nostalgia, recordando el pasado. Este recuerdo se debe incrementar en la siguiente intervención, la descripción del carruaje. Puede parecer baladí, pero no lo es para nada. Es una intervención clave, en tanto en cuanto Puccini ya nos muestra que bajo la falsa humildad que vimos en el apartado anterior, late un corazón, un corazón que no olvida, un alma que no ha sido domada tras año de mortificación y oración, un corazón que anhela, que desea, que se esconde entre flores para ocultar el dolor y la rabia que la consume. Hemos de hacer notar el climax de la intervención: “Uno stemma d'avorio”, una frase que prácticamente ninguna de las intérpretes aborda como creo que deberían. La música y la palabra nos hacen ver que este es un momento en el que aparece en Angélica el recuerdo de su vida pasada, y la palabra avorio debe estar dicha CON ORGULLO, con orgullo de lo que lla fue. Sólo Freni y, sobre todo Gallardo-Domás, han sabido recoger este espíritu. Sin embargo, no del todo. Es curioso el enfoque de Ricciarelli de esta frase, que la trata desde la nostalgia, como un recuerdo de algo que no existiera (de nuevo mención de honor para la interpretación de doña Katia).
A la intervención de Angélica sigue un coro precioso, quizás de los más bellos de toda la ópera, en el que las monjas especulan acerca de la identidad de la visita. En esto, la mayor parte desea que sea para Angélica. Conocen de su martirio interno, la han visto necesitar una visita desde hace tanto, que la piedad las mueve. Como he dicho hace un rato en el hilo de la escena, no hay un mal sentimiento entre las monjas. Todas comprenden el dolor de Angélica, lo compadecen, y desean que termine.
Y pasamos al final de la escena, donde se anuncia que la visita es para ella. De nuevo, crucial intervención para la concepción dramática, intervención que, salvo Ricciarelli y Tebaldi, ninguna consigue darle los matices necesarios. Ricciarelli pronuncia unos “Son sett'anni che aspetto” de quitar el hipo (
RICIARELLI AQUI). Aquí encontramos dolor contenido, orgullo herido, frustración. Ninguna lo hace como ella, ni siquiera Cristina Gallardo, que en este momento parece totalmente ausente, indolente, como si le fuera igual la cosa.
Para concluir, destacar que las intervenciones relevantes de Angélica están tratadas cada una de ellas de forma muy distinta musicalmente. Así, en la primera encontramos una mayor densidad orquestal, como la música envuelve las palabras de Angélica en evocación del carruaje. Sin embargo, la segunda tiene un mero acompañamiento de cuerdas, mucho más austero que el anterior, y que pretende reflejar el cambio de ánimo de la protagonista.
Esto es sintomático de que estamos en el momento del cambio. La ópera deja de ser de monjas y pasa a ser una clara y típica ópera pucciniana. Llegamos al final de la primera parte de la ópera. Nada similar a la sencilla belleza que hemos encontrado hasta ahora vamos a ver a partir de ahora. Ahora tendremos drama, dolor, angustia. El tratamiento orquestal, el desarrollo de los personajes, todo va a cambiar. Y va a cambiar a un sentido mucho más convencional, más “operísitico”, y lógicamente más teatral. Dejamos atrás a las buenas monjitas para encontrarnos con la malvada Zia. Sigan atentos a sus pantallas
PD: Como siempre, brillantísimas las indicaciones escénicas.