A propósito de los últimos comentarios de esta línea:
Ningún agradecimiento se le debe al señor Abeledo: ni por sus propuestas, reaccionarias y trasnochadas hasta el punto de pretender devolver la ópera de Oviedo a sus tiempos más oscuros, ni por muchos de sus votos, obtenidos de una manera harto dudosa. Él sabe bien de qué manera y las llamadas de atención que han recibido por sus muchas irregularidades desde determinadas instancias. Y no sigo con el tema.
Y lo más importante: en la Asociación de Amigos de la Ópera de Oviedo no existe, según los estatutos que la rigen, la figura de la oposición ni de ningún jefe de la oposición. Por tanto: el señor Abeledo lo que tiene es que callarse de una vez, aceptar la cantada derrota y dejar que decidan en paz quienes ganaron en buena lid, por un voto, por trescientos o por los que sean: en este caso el número de votos es irrelevante. Ganó el señor Martínez y basta. Él dirige y decide porque así se lo han encomendado los miembros de la Asociación en las elecciones celebradas con ese fin. Y con ningún otro fin. Ni que decir tiene que los ganadores ni necesitan ni están obligados a contar ni con los equivocados juicios ni con las ridículas y siempre interesadas opiniones del señor Abeledo.
De sus disparatadas opiniones da buena cuenta su último artículo publicado anteayer en "La Nueva España" (
http://www.lne.es/secciones/noticia.jsp ... as-derrota)
en el que, entre otras ocurrencias que dan vergüenza ajena, se permite criticar los juicios de un excelente profesional de la crítica como Cosme Marina. Hay que recordarle al señor Abeledo que, mientras el señor Marina es un licenciado universitario en la materia, el señor Abeledo es un mero aficionado que demuestra, cada vez que escribe, su nulo nivel académico, su dudoso gusto y su absoluta carencia de escrúpulos. Lo único que esgrime en su defensa es su veteranía como aficionado, pero hasta en eso le gana cualquiera, empezando por quien escribe.
Que carece de escrúpulos lo demuestra que sigue utilizando sus amistades en "La Nueva España" para figurar como una sonrojante especie de jefe de una oposición que, repito, no existe en la Ópera de Oviedo. Es intolerable que pretenda tocar las campanas y figurar en la procesión: si, como ha anunciado ya, pretende volver a presentarse a las elecciones dentro de cuatro años, su conciencia, si la tiene, ha de impedirle seguir criticando a la Ópera de Oviedo en los periódicos, a no ser que pague con su dinero sus risibles comentarios procedentes de la ignorancia, la osadía y el resentimiento. Sus críticas, por llamar de alguna manera a sus infantiles rabietas, han dejado de tener validez después de lo sucedido, si es que alguna vez sirvieron para algo, cosa que dudo. Para una cosa sí que sirvieron, ciertamente: para hacerse publicidad de sí mismo y apoyar sin ningún éxito su candidatura, encubierta pero siempre clara desde que se nombró a sí mismo presidente de la Asociación Alfredo Kraus, con el único fin de llegar a presidir la Asociación. Una de dos: o crítico de la ópera de Oviedo en los periódicos (que hable, si quiere, de los montajes de Otto Schenk o Zeffirelli en el Met, pero no de los de Oviedo) o candidato, en un futuro, a presidir la Asociación. Ambas cosas son incompatibles y el simple hecho de ejercerlas sin pudor da cuenta de su desvergonzado talante. ¿Se imaginan ustedes al señor Martínez ejerciendo de crítico de las óperas que produce la Asociación que él preside? Pues eso.