Amfortas
(En sentido horario: Hampson, London, Weikl, Schmidt, Persson, Quasthoff, Struckmann, Stewart, Marco-Buhrmester, Reichmann y Hotter)
El personaje
Amfortas es, en cierta manera, una versión ampliada del Tristán del tercer acto de la obra homónima. Recordemos que Wagner había pensado introducir el personaje de Parsifal para consolar el Tristán agonizante, aunque finalmente descartó la idea.
La tragedia de Amfortas queda patente en su herida imposible de cerrar, y que tiene una triple dimensión:
a) La herida es la misma que sufrió Jesucristo cuando estaba en la cruz y el soldado le clavó la lanza.
b) La causa última de la herida es un pecado de lujuria, ya que Amfortas fue seducido por Kundry, momento en que Klingsor aprovechó para atacarlo.
c) Amfortas no sólo ha fallado a Dios sino también a su padre, quien le transmitió el reinado. Por si fuera poco, el momento en que la herida le provoca mayor dolor es la consagración del Grial, imprescindible para que Titurel siga viviendo.
Amfortas se refugia, por tanto, en una especie de masoquismo y en la espera de la muerte como liberación. Al final su herida es curada por la lanza, y reconoce a Parsifal como redentor. No es de extrañar, eso sí, que muchos directores de escena representen su muerte en la conclusión de la obra.
La voz
El personaje está escrito para barítono-bajo, con un rango que va del la bemol1 al sol3. El papel es relativamente corto, ya que sólo tiene la escena del baño, al inicio del primer acto, y sus dos (casi) monólogos en el templo.
Ahora bien, lo que el rol no tiene de duración lo tiene de intensidad. Aquí no son válidas las medias tintas y hay que darlo todo, pues las emociones son extremas: el dolor, la agonía, la desesperación y, finalmente, la voluntad de morir.
Como curiosidad, dado que en Bayreuth los entreactos duran una hora, entre el primer y el segundo monólogo de Amfortas pueden transcurrir perfectamente ¡casi cuatro horas! George London aprovechaba para ir a su hotel a dormir la siesta…
Los intérpretes
Theodor Reichmann, el creador del rol, había sido Sachs, Wotan y el Holandés. Es obvio, por tanto, que en la lista de Amfortas encontremos a los grandes barítonos-bajos: Schorr, Bockelmann, Schipper, Schöffler, Hotter, London, Stewart, Adam… Ahora bien, una tradición paralela ha encargado el papel a los Wolfram, mucho más líricos pero a veces superados por las necesidades del papel: Janssen, Fischer-Dieskau y Wächter son grandes ejemplos.
En los últimos años han abundado los Amfortas “metrosexuales”, bien cantados pero sin la garra necesaria. Citemos a Weikl, Van Dam, Schmidt, Skovhus y Hampson. La excepción actual puede ser Struckmann, que a pesar de sus limitaciones ha recuperado el desgarro de London.