Rigoletto: La humanidad herida
Admito que estas líneas, aparte de comentar la música y la poesía que canta Rigoletto, tienen un objetivo: rebatir una propensión existente entre algunos de sus intérpretes a presentarlo como un personaje ridículo y despreciable. Como se ha mencionado, a Verdi le inspiró la naturaleza humana, llena de profundo amor paterno, de un personaje exteriormente deforme y de un comportamiento ruin. Realmente era esta inquietante dualidad lo que provocó la persecución de la censura tanto del drama de Hugo como del libreto. La presencia de un ser como Rigoletto expresando sentimientos nobles y con un sentido de la justicia superior al de los personajes normales, rompía con la identificación tradicional entre belleza y bondad. Según William Weaver: “Rigoletto no fue el primero de los personajes contradictorios de Verdi. Podríamos mencionar la arrepentida villanía de personajes como Abigaille, MacBeth – humano en su maldad – o Carlo en Ernani. Pero sus contradicciones son más superficiales y predecibles; son cambios de opinión. A pesar de la deformidad que lo aparta de la humanidad normal, Rigoletto es la criatura de Verdi más profundamente humana, como también su papel más complejo y rico”
Se ha debatido mucho sobre la maldad de Rigoletto. Sin pretender llevar a cabo un sicoanálisis del personaje vamos a realizar unas reflexiones basándonos en las fuentes principales, que aunque suene a perogrullo son:
- La música que canta.
- Su texto.
No se pretende demostrar la bondad de Rigoletto, sino su humanidad poliédrica, en la que caben amor, desprecio, miedo, ruindad, furia. Esta variedad de sentimientos se refleja en las condiciones vocales que exige el personaje.
Con Rigoletto Verdi continuó el proceso que separaba cada vez más a esta cuerda de la
vocalità y los perfiles típicos de los bajos. En concreto hay que conceder la máxima importancia a la elevación de la tesitura de su música. Como en el caso de Carlos I (Ernani) la escritura casi invade el terreno del tenor en las melodías nostálgicas, idílicas, intensamente líricas de los dúos con Gilda. Estas cantinelas requieren el uso de medias voces, sonidos reforzados y
smorzature, una emisión ligera y clara que evoca el canto del héroe romántico, hasta entonces encarnado casi siempre por la voz de tenor. Este lirismo, además con matices patéticos muy diferentes de la grandiosa galantería del citado Carlo I, insufla en Rigoletto un aspecto positivo muy diferente del papel tradicional del barítono villano.
Escuchamos “Deh, non parlare al misero” en una versión de 1905 que conserva el estilo del S. XIX. Nótese la ternura que invade todas las intervenciones de Rigoletto, como ese suspirado “Non uscir mai”. Es llamativa la ligereza y claridad de esta voz. Una curiosidad que merece la pena a pesar de la soprano.
Premio para quien adivine los cantantes.
"Deh, non parlare"