El Don Carlos original (1866-67)
El proyecto de componer una ópera basada en el
don Carlos de Schiller le fue presentado a Verdi ya en 1850, cuando preparaba
Les Vêpres siciliennes para la Ópera de Paris. En ese momento la idea no prosperó y no fue hasta 1864 cuando, fallecido Meyerbeer, la Opéra contactó de nuevo con Verdi para estrenar un nuevo título. Fue propuesta Judith, un libreto que manejaba Meyerbeer antes de morir, una
Cléopâtre, de Méry y du Locle, una posible adaptación del
King Lear shakesperiano (idea que atraía muchísimo a Verdi)... Incluso Verdi propuso adaptar la obra de Zorrilla
El zapatero y el rey. Pero finalmente se impuso, y ésta vez fue la definitiva, el proyecto de adaptar el drama de Schiller. A Verdi le apasionaba por sus enormes posibilidades dramáticas y todo vino rodado ante la rapidez de las gestiones con la Opéra para componer la
Forza y
Don Carlos.
Para Marzo del 66 el libreto estaba ya preparado y aprobado en sus líneas generales por Verdi. Para cuando Verdi llegó a París el 23 de Julio, los tres primeros actos estaban ya orquestados, y el cuarto casi por completo preparado. En París terminó lo que faltaba, pero los cambios antes del comienzo de los ensayos generales (11 de agosto) y durante ellos fueron numerosos. Por ejemplo, sin afán de exhaustividad pero a modo de curiosidad, al comienzo del V Acto había previsto un aria para el tenor, que se convirtió en el
Toi qui sus le néant de Elisabeth. También fue añadida la entonces aclamada balada de Posa en el II Acto (L'Infant Carlos, notre éspérance). En este tiempo, Verdi, preocupado hasta por el más mínimo detalle, hizo cambios interesantísimos en el libreto original. Por ejemplo, el aria de Éboli comenzaba: "Que de pleurs brûlent ma paupière". Verdi lo cambió por una frase de ritmo agresivo y potente: "O don fatal et détesté!".
Pero no todo fueron meros cambios. El 24 de Febrero de 1867 se ensayó la obra completa, y duró 3 horas y 47 minutos. Era algo completamente excesivo, por lo que Verdi procedió a varios cortes que redujeron la obra en 19 minutos en el ensayo del 9 de Marzo. Sin embargo, en esta versión (la 2, según la clasificación de Britten el forero), se añadió el ballet.
Finalmente, para el estreno del 11 de Marzo de 1867, se volvieron a cortar varias partes, que redujeron aún más la longitud de la representación, aunque Verdi compuso alguna parte sustitutiva. (Versión 3 en la lista de Britten)
Dos días después, en la segunda representación se consumaron los cortes y aún se añadió otro, toda la escena posterior a la muerte de Posa, parece ser que por exigencias del barítono. (Versión 4, según Britten).
Ahora bien, muchos de los fragmentos ya habían sido desechado mucho antes de todo esto. Por ejemplo, el maravilloso Qui me rendra ce mort debió de ser excluido en diciembre de 1866, según Ursula Günther. Sorprende una decisión así, conociendo el aprecio de Verdi por la partitura, que luego usó en su sublime Réquiem. Pero se impuso la práctica y las limitaciones del tiempo, y es cierto que la escena no es necesaria para comprender la acción, aunque sí lo sea para entender el personaje.
Así pues, quiero llamar la atención sobre el hecho de que muchas partes que estamos comentando nunca vieron la luz en una representación pública hasta que fueron halladas por nuestros tres arqueomusicólogos en 1970.
Si tomamos en consideración el descomunal proyecto inicial de Verdi, nos encontramos con una obra colosal, que buscaba conciendudamente dar una nueva nobleza y propósito a la Grand Opéra, como dice Porter. Era un proyecto reformador pero que miraba al pasado, que se basaba en la tradición de la ópera francesa. Su propósito era llegar a la cima del género, superar los esquemas anteriores (la sombra de Meyerbeer, por ejemplo) pero sin romperlos. Ése fue el cometido de la gran revisión posterior, que ya comentaremos
Estos días os pondré todos los fragmentos excluidos en esta primera fase pero que Verdi concibió originalmente para su ambicioso Don Carlos.
Por cierto, todo este material original que fue siendo cortado en estos dos años es el que en la famosa pizarra aparece a la derecha, con líneas discontinuas