Bueno, pues allá va mi crónica sobre el grandioso evento.
Empezó la cosa con un enorme aplauso dado por el público al cantante nada más salir. Mucho más largo de lo que suele ser habitual en recitales en el Liceu (vamos, de los aplausos que sólo se dan a las estrellas).
Dió comienzo la primera parte con un "Misero! O sogno" de Mozart, en un depuradísimo estilo. Algunos dijeron que lo hizo aburrido. A mí no me lo pareció en absoluto. Expresivo y con voz brillante, aunque, justo es reconocerlo, en los graves tenía problemas. El primer "bravo" de la noche sonó después de esta aria de concierto.
Le tocó luego el turno a Bellini, con dos obras. Primero "La ricordanza", preciosa canción que nuestro Juan Diego cantó con un gusto y una expresividad pasmosas (siguió teniendo problemas con los graves). Luego el aria "All'udir del padre affitto", de Bianca e Fernando, donde siguió en la misma línea anterior. A estas alturas ya se notaba que Juan Diego no se encontraba del todo bien. Hacía mucho calor en el Liceu y lo acusó.
Para rematar la primera parte tres obras de Rossini: "L'esule", "L'orgia" y, tras una breve parada para explicar que se estaba quedando sin voz por el calor y la sequedad y que se iba a tomar un té (tardó poquito), un "Deh! Troncate" de Elisabetta, regina d'Inghilterra para mojar pan.
Tras el descanso de media hora, al volver a nuestros asientos notamos tres diferencias: hacía menos calor, la luz sobre el escenario era un poco menos fuerte y habían retirado un inmenso adorno floral que, probablemente, le estaba causando problemas al cantante. Y aquí apareció el Juan Diego Flórez que todos estábamos esperando.
Tres canciones de Tosti, "Ideale", "Seconda mattinata" y "L'alba separa dalla luce l'ombra" que me dejaron clavada literalmente en la butaca (sobretodo la primera). Ahí Juan Diego destapó el tarro de las esencias e hizo vibrar al respetable. El aplauso que se llevó después de cada una de ellas fué de ovación y vuelta al ruedo. Habían desaparecido los problemas con los graves y ya no daba sensación de encontrarse mal. Cada nota sonó como tenía que sonar a partir de ese momento.
"Bella enamorada" y "Por el humo se sabe", que no necesitan presentación ninguna, fueron cantadas con gran gusto, aunque, a mi juicio, fueron lo menos bueno de toda la velada. Anecdótico el detalle de que Juan Diego pronunció correctamente casi todas las "c", y sólo se le escapó un "seseo".
Finalmente, como traca final del programa oficial, "Linda, si ritirò" de la donizettiana Linda di Chamounix. En este repertorio él está como pez en el agua y eso se notó. Expresividad, voz firme, agudos, TODO.
Aplausos en cantidad del público tanto para él como para el magnífico Vincenzo Scalera que le acompañó magistralmente en todo momento.
Y llegaron las propinas: No voy a enumerar cuáles fueron, pues ya se ha dicho, pero ahí llegó el delirio. Levantó al público del Liceu de sus asientos al estilo de los más grandes.
En resumen, una de las mejores veladas liceísticas que recuerdo.
_________________ In questa reggia, or son mill'anni e mille, un grido disperato risonò.
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