A la espera de las impresiones de piccolo os comento las mías sobre la función del viernes.
Para empezar diré que Los pescadores de perlas, y que me perdone Werther, me parece una ópera bastante insulsa, con un argumento soso y con demasiado coro. Eso sí, tiene unas melodías preciosas, y unos momentos realmente logrados, como la famosa aria de Nadir, que es sencillamente inolvidable.
La producción de la AGAO me pareció de un buen nivel, con una orquesta y un coro solventes, a la altura de los momentos más rutilantes de la partitura. De la dirección poco puedo decir, pues no soy un experto en esta ópera, pero me pareció correcta y convencional.
Pero sin duda lo mejor de la noche fue el trío protagonista (del bajo ni hablo...
).
Borja Quiza fue un buen Zurga, con una voz potente, de bastante volumen y con un centro atractivo pero sin demasiada personalidad. Su interpretación del personaje fue comedida y adecuada. La soprano,
Sabina Puértolas, me dejó una impresión bastante más pobre. Su timbre es lírico y dulce, muy agradable en las medias voces y capaz de matizar hasta el pianissimi. Sin embargo, su registro agudo me resultó estridente y exagerado. En su aria estuvo muy bien, muy delicada y aprovechando al máximo la dulzura de su voz. Pero en los dúos y en las escenas de conjunto su interpretación me pareció mucho más pobre.
Pero el descubrimiento de la noche fue, para mí,
José Luis Sola. Como se puede escuchar en la pista colgada por piccolo (muchas gracias
), tiene un timbre bonito, lírico pero con cuerpo, aunque suena demasiado a tenor comprimario. Me gustó mucho en el dúo con Zurga del primer acto (Au fond du temple saint), pero la revelación fue en el aria (Je crois entendre encore). Esa forma de terminarla, con esos dos pianissimi, fue muy muy emocionante. Desde ahora seguiré con atención su carrera. Es una voz limitada, pero promete resultados muy interesantes en papeles líricos.
En definitiva una buena noche de ópera en un teatro no demasiado acostumbrado a ello. El público, correcto a lo largo de la representación y muy generoso en los aplausos, parecía pedir a gritos una temporada de ópera estable en Pamplona.