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El Poético Preludio de Káta Kabanová
...tomando prestadas las palabras de Gino...</center>
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Preludio Káta Kabanová
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Portada de la Partitura de Káta Kabanová</center>
Janácek alza el telón sobre la tragedia de Káta Kabanová, con una página instrumental, que, lejos de ser un mero preludio al primer cuadro, se alza como una verdadera obertura, a la ópera en su totalidad: En los cinco minutos de su discurso, la orquesta, aparece en un estado de dinamismo extático, que refleja la inquietud espiritual de Káta, y el conflicto que en su interior se agita, y que prefigura con elocuencia su trágico desenlace.
Se inicia con un silencio apenas roto, a modo de lenta introducción, para abrirse, luego, sobre expresivos cellos en sordina (00:22) que parecen emerger desde el timbre opaco del arco grave.
Luego de una prolongada pausa sobre la tonalidad del Sib, deriva, tras un pequeño creccendo, a la tonalidad del Do (00:47), para luego inclinarse suavemente, en un fino diminuendo, hacia el Lab (00:57), y finalmente a la dominante Fa (01:02), sumergiéndose en exaltados contrastes cromáticos (01:05). Un paso ascendente, dos descendentes… de nuevo uno ascendente: (Nos encontramos frente a la estructura matriz, que se agita nerviosamente, aunque sin posarse nunca, en torno a una nota cardinal, fundamental, que tachonará la partitura, y que ilustra, musicalmente, el inquieto corazón de Káta, de su ansiosa inquietud, que se muestra, ahora, contenida.
Inmediata respuesta, sobre el sonido contenido de tuba y trombón en sordina, (01:15) ocho distantes golpes de timbal, repiten las dos notas del intervalo Fa - Sib
Las maderas reformulan ahora el tema de Káta, (01:20) tornándolo, esta vez, ligeramente más apremiente, y acompañado de la reiteración del bloque timbal-tuba-trombón, se consolidan como una imagen inconfundible: La voz imperturbable de la “vieja Rusia”, que nos remonta a Ostrovsky; el símbolo del autoritarismo, que sofoca, en la prisión obtusa de la costumbre, todo asomo de espontaneidad vital, y que congelará, en Káta, todo instinto de autoafirmación, de libertad.
Este fragmento, así petrificado, estará presente en toda la partitura, estableciendo lo que será la dialéctica fundamental de la composición de Janácek: Tras la vitalidad incontenible, orgánica del tema asociado al espíritu de Káta, subyace la inmovilidad pétrea del emblema sonoro de aquella “Vieja Rusia”, despojo atávico, marginado del devenir del tiempo. Reforzando esta “atemporalidad”, este motivo musical, siempre, en la cincuentena de veces que aparece, lo hace manifiestamente ajeno al contexto de la acción. Confirma esta apreciación, el que Janácek lo ha insertado en el tejido musical, siempre en un segundo momento, superponiéndolo al desarrollo musical en curso.
En la evolución de la obertura, el recurso al contraste, disminuye, La sordina retrocede, progresivamente (01:45). El tema de la “inquietud” de Káta, inicia su desarrollo hacia una mayor potencia, aunque siempre con un matiz doliente. Sin embargo, es silenciado bruscamente, por la reaparición del tema “ruso”, que desemboca directamente en un Allegro (01:57), en el que el tema base, acelerado y transferido al agudo , llega a ser el germen del primer tema de la obertura, apoyado en el timbre seco del stacatto del oboe.
Encontraremos esta música, nuevamente en el segundo cuadro del primer acto, cuando el dócil Tichon, se aprestará a partir a Kazan, incorporando algunos efectos de realismo, entre los que se escucha el tintineo de los arreos del caballo, y consiguiendo el efecto de una “banda sonora”, en que el motivo musical, prefigura la soledad monótona de la estepa Rusa. Sin embargo, la partida de Tichon, tiene, por encima de todo, como veremos más adelante, una connotación trascendente, que marca la declinación de aquello que simboliza la “vieja Rusia”, y, simultáneamente, un vuelco en el espíritu de Káta.
Bajo la punzante repetición acelerada, de un fragmento del tema “ruso”(02:13), apoyado por la instencia de los timbales, surge otro tema, (02:27) construído sobre la tónica del Si bemol menor, evolucionando hacia el agudo, para caer finalmente hacia el Re bemol. Esta nota dominará, en el primer cuadro, el “ánimo dulce y gentil, ora delicado, ora tierno, ora sensible” de Káta, como lo describiera el propio Janácek, en una carta a su amada Kamila Stösslová, en 1920, víctima indefensa de la violencia sicológica ejercida por la Kabanicha.
La lírica dulzura de un cuarto tema (03:52), aflora repentinamente en la orquesta, en una especie de luz de esperanza, pero la obertura se concluye en una reafirmación perentoria y aplastante, del motivo de timbales, apoyado por la reaparición del ostinato del tema de “la partida”(03:57)
El destino de la esposa de Tichon, está sellado...
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Imagen del Volga, escenario de la acción</center>
Pido disculpas a los conocedores, por la pretensión de eleborar una guía de audición, sin contar con los conocimientos técnicos para ello, y, consecuentemente, por las numerosas imprecisiones que, de seguro, he cometido