Uno de los motivos por los que me gusta especialmente Los Hugonotes es por su ambientación histórica en el siglo XVI. Esto no quiere decir que sea rigurosa en absoluto (más bien entra en la categoría de “historia-delirio”). Pero el fondo del asunto es un tema que me interesa mucho de la Historia de Francia. El libreto de Scribe (al que dedicaremos un hilito propio) está salpicado de referencias que al oyente actual no francés le pueden dejar “fuera de juego”: el rey Carlos, Medicis, Coligny... Intentaremos aquí arrojar un poco de luz sobre el asunto, con carácter preliminar al análisis (plagiado) de la obra
El XVI es el siglo de la Reforma, que sacude toda Europa (recuérdese el proceso de Valladolid de 1557, donde actuó con especial dureza ese señor cuya imagen era mi anterior avatar). Francia no queda ajena al fenómeno, y la influencia de Calvino desde Ginebra es poderosísima. La Reforma llega a campesinos y señores. Los más destacados de entre los franceses son los hermanos príncipes Antoine de Bourbon (el abuelo del futuro Enrique IV) y Louis de Condé, y el Almirante Gaspard de Coligny. Hacia 1560, las cosas andan mal, y es obvio ya el enfrentamiento entre católicos y hugonotes (pues tal es el nombre de los reformados franceses, derivado del alemán Eidgenossen, “confederados”, dicho chapuceramente). Los hugonotes, guiados por Condé, intentan un golpe de mano para capturar (y liquidar) a los poderosísimos Duques de Guisa, jefes del partido Católico. El golpe falla, los católicos se lo toman muy mal y empiezan las masacres. Tres Guerras de Religión se sucederán de 1562 a 1563, 1567 a 1568 y 1568 a 1570.
¿Qué dicen los Reyes de Francia en todo este embrollo? Poco. En 1559, durante un torneo de celebración de la paz de Cateau-Cambresis (por la que Felipe II de España se desposaba con Isabel de Valois, historia que nos suena de otra ópera
), el rey Enrique II, en la flor de la edad, muere accidentalmente, con el ojo atravesado por una esquirla de la lanza de Montgomery, el jefe de su guardia. Le sucede su hijo Francisco II, casado con... Maria Estuardo (coñe, Donizetti de por medio también), que sólo dura dos años. A éste le sucede Carlos IX, también hijo del difunto Enrique, de 10 años de edad. Es la Regencia de Catalina de Médicis, viuda de Enrique. Este es el rey Carlos del libreto, con 22 años en el momento de la acción; Medicis es la intrigante Reina Madre, que todavía verá a otro de sus hijos, su favorito Enrique, subir al trono de Francia como Enrique III (éste por el camino fue Rey Electo de Polonia). Para despedirnos de los Reyes de Francia, recordaremos, como nota curioso-erudita, que las tres estirpes de los Capetos (ésas de las que habla Don Alvaro en el Viaggio a Reims) se han extinguido de la misma manera: tres hermanos que se suceden en el trono (los Capetos iniciales: Luis X, Felipe V y Carlos IV; los Valois Francisco II, Carlos IX y Enrique III; y los Borbones Luis XVI, Luis XVIII y Carlos X - ¿casualidad o maldición?)
Recapitulando: débil autoridad real y enfrentamiento abierto entre católicos y hugonotes. En 1572 el rey intenta conciliar, Coligny ha vuelto a la Corte y ejerce todo su poder, encabezando un partido militar que quiere tocarle los pies a Felipe II en Flandes. Los católicos, influenciandísimos por el Rey Prudente, dicen que nones. La Reina Madre ve cómo su influencia decae frente al Almirante, y se cela. Los Guisa (que no aparecen en la ópera, asumiendo Saint Bris sus funciones) todavía andaban resentidos por el asesinato del 2º Duque a manos de un fanático hugonote en 1563... Caldo de cultivo ideal para el desastre, que el Rey no ve. Y de hecho decide casar a su hermana Margarita (Isabelle Adjani o la Sutherland, pa entendernos) con Enrique de Navarra, grandioso líder hugonote. En este clima de calma que precede a la tempestad se sitúan los actos I al III de nuestra ópera
El 22 de agosto de 1572 Coligny sale del Louvre paseando, y según pasa cerca de Saint Germain l’Auxerrois, la parroquia real, alguien le pega dos escopetazos (que sólo le rebanan el índice y le destrozan el codo). El follón está montado. Y los católicos, aprovechando que París está lleno de nobles hugonotes que han venido a la boda de Margarita y Enrique, deciden golpear. Muerto el perro, se acabó la rabia. La noche del 23 al 24 de agosto los católicos se arman. [Acto IV] Cuando Saint Germain (la campana de la que habla el libreto) da las tres o las cuatro, Coligny recibe una visita. En pijama, es asesinado, lanzado por la ventana, y su muerte es la señal para que empiece la matanza. [Acto V] Sólo en el Louvre mueren más de 200 nobles, y Enrique de Navarra salva la cabeza por estar casado con la hermana del rey y abjurar en el momento. El pueblo se exalta, y empieza a matar incontroladamente. Cuando el panorama se calma, más de 20.000 hugonotes han muerto en Francia...
Sobre la “Crónica del Reino de Carlos IX” de Merimée, que narra estos hechos, Eugène Scribe escribirá el libreto de Los Hugonotes para Meyerbeer, en plena efervescencia romántica.