ARGUMENTO (Escaneado de la revista del Teatro Colón temporada 2001)
ACTO 1
Cuadro 1
En la habitación de Katerina.
Katerina, joven esposa de Zinovi Ismailov, mercader de provincia, trata infructuosamente de seguir durmiendo. Reflexiona sobre la causa de su perpetuo aburrimiento y depresión y revela su sensación de inutilidad. La llegada de su suegro, Borís Timofeyevich, la distrae de sus obsesiones.
Borís le pregunta si esa noche comerán hongos, su plato favorito, y ella asiente.
Quejándose de su apatía, Borís le recrimina el no haberle dado un nieto en sus cinco años de casada. Katerina se defiende de culpando a su esposo, pero Boris la acusa de frigidez y le advierte que no traicione a su hijo.
Al irse, le ordena que prepare veneno para las ratas.
A sus espaldas, Katerina murmura que la rata es él.
Al enterarse de la rotura del dique del molino, Zinovi decide a regañadientes ir a supervisar la reparación.
Borís acusa a los trabajadores de perezosos y éstos lo alaban con ironía. Zinovi se prepara para su viaje y le señala a su padre el nuevo obrero, Serguei.
Borís oficia cruelmente la despedida entre Zinovi y Katerina, y convence al manso esposo de que ella debe jurar públicamente su fidelidad. Para humillarla aún más, Borís la obliga a arrodillarse para pronunciar su juramento.
Cuadro II
En el patio de los Ismailov.
Un grupo de trabajadores maltrata a Aksinya, una obrera, quien grita con desesperación.
En medio del tumulto, Serguei se pone al frente del abuso, ante la aprobación de sus compañeros.
La llegada de Katerina pone fin al ataque. Ante el forzado silencio de los hombres, defiende orgullosamente la valía dé las mujeres y amenaza con golpear a los agresores. Serguei la desafía a luchar. Arrebatado de deseo, Serguei inmoviliza a Katerina, y así los sorprende Borís, quien exige una explicación. Katerina inventa una historia para proteger a Serguei y Borís ordena a todos que regresen a sus tareas.
Cuadro III
En la habitación de Katerina.
Desolada y aburrida, Katerina se dispone a acostarse. Boris la controla mientras hace sus rondas.
Katerina da rienda suelta a su desesperada y oculta necesidad de amor. Serguei llama a su puerta, llenándola de miedo y confusión.
Con el pretexto de pedir un libro, Serguei la convence de que lo deje entrar.
Buscando torpemente algún tema que prolongue la cónversación, Serguei confiesa a Katerina su propio aburrimiento y la simpatía que siente por la situación de ella.
Se rehúsa a partir y sugiere que vuelvan a luchar.
Sin atender a su negativa, Serguei abraza a Katerina, quien se resiste en vano. F
inalmente, la mujer sucumbe a la seducción y la unión física es consumada.
Una vez saciado el deseo, Katerina le pide sin mucha convicción a Serguei que se vaya, pero reconociéndolo de allí en adelante como a su único esposo.