DIE ZAUBERFLÖTE - LA FLAUTA MÁGICA
Antecedentes
Luego de la muerte del emperador José II, Mozart no recibió más encargos de componer óperas para la corte vienesa, donde Antonio Salieri era Kapellmeister.
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Emperador José II
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Antonio Salieri
Este alejamiento se hizo más notorio aún, cuando en la primavera de 1791, Lorenzo da Ponte, gran colaborador de Mozart en anteriores óperas, fue despedido por real orden de su puesto de libretista, tras numerosos escándalos. Independientemente de su relación amical, Da Ponte había sido el nexo entre Mozart y la ópera oficial, y ahora ese nexo estaba roto.
Lorenzo Da Ponte
Un tiempo antes de estos eventos, un antiguo amigo de Mozart había vuelto del extranjero, tomando el puesto de director del Theater auf der Wieden, conocido como el Freyhaustheater (ya que estaba ubicado en un grupo de edificios llamados la Freyhaus, la “casa libre”). Este amigo era Emmanuel Schikaneder, actor, empresario, escritor de obras de teatro y óperas. Será él el destinado a sustituir a Da Ponte como colaborador de Mozart en su trabajo operístico.
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Emmanuel Schikaneder
Schikaneder inauguró el teatro el 12 de julio de 1789, con la ópera bufa alemana “Der dumme Gärtner aus dem Gebirge oder die zween Anton” (El jardinero necio de las montañas, o los dos Antones); el texto era del propio Schikaneder, y la música de dos miembros de su compañía, el tenor Benedikt Schack y el bajo Franz Xaver Gerl (quien luego sería el Sarastro de Mozart). La ópera fue un éxito inmediato, siendo representada 32 veces en ese año.
Sobre la creación de “La Flauta Mágica” se han creado muchos mitos, que ya se entremezclan con la realidad. Según la biografía de Georg Nissen (segundo esposo de Constanze Mozart), el músico ya estaba agobiado y enfermo cuando componía sus últimas dos operas:
“Ya cuando estaba componiendo la primera de estas óperas (Die Zauberflöte, la segunda era La Clemenza di Tito), él, para quien el día y la noche eran intercambiables cuando estaba inspirado, a menudo se agotaba tanto que se desmayaba y quedaba inconsciente durante varios minutos.”
Mozart compuso “La Flauta Mágica” para el teatro de Schikaneder, para ayudarle en un momento de dificultad. Schikaneder se encontraba sin dinero, sin apoyo del público y casi desesperado. Mozart aceptó ayudarle, con la condición de que no se mandaran a hacer copias de esta nueva ópera. Que si tenía éxito, el mismo compositor la vendería a otros teatros y obtendría su ganancia. Schikaneder aceptó y redactó él mismo el contrato, a la vez que Mozart empezaba a componer la nueva obra. Luego del gran éxito que tuvo “La Flauta Mágica”, copias de la partitura aparecieron milagrosamente en varios teatros extranjeros, en cuestión de semanas. Cuando el compositor se enteró, tuvo un disgusto que le duró poco. A Mozart no le importaba mucho la ingratitud, y el tema no pasó a mayores.
El Freyhaustheater auf der Wieden visto desde lo alto.
Otras versiones dudan de esta desinteresada colaboración entre Mozart y Schikaneder, ya que el compositor no podía darse el lujo de invertir varios meses en una ópera que no le daría ganancias inmediatas, a pesar de estar encantado de volver a trabajar en una ópera alemana, luego de “El rapto del serrallo”. Estas versiones aseguran que el pago por este encargo debió ser de aproximadamente 200 ducados.
Sobre la participación de Mozart en el libreto, se ha discutido mucho, y por mucho tiempo, sin llegar a conclusiones concretas, excepto por las pequeñas diferencias que existen entre el libreto publicado en 1791 y el manuscrito autógrafo de Mozart. Una de las fuentes principales ha sido siempre reconocida: la ópera “Oberón” de Paul Wranizky, Kapellmeister de la corte. Schikaneder la había puesto en escena y Mozart la conocía bien (asistió a una representación y poseía una edición del texto). Otro factor de influencia en el libreto de “La Flauta Mágica” fue la obra “Thamos, rey de Egipto” de Tobias Philip von Gebler, masón y miembro relevante del gobierno austríaco. Para esta obra, Mozart había compuesto una música de circunstancias (K.345). El tema principal de este texto es la victoria de la lealtad frente a todas las adversidades, y la música –escrita en Viena en 1773 y Salzburgo en 1775 y 1779- está llena de detalles que nos hacen pensar en el Mozart futuro, y sobretodo, en el Mozart de “La Flauta Mágica”. Otra de las fuentes es una colección de cuentos de hadas llamada “Dschinnistan”, recopilados por Christoph Martin Wieland, dramaturgo alemán. En el último volumen hay un cuento llamado “Lulu, oder die Zauberflöte” (Lulú o la flauta mágica), de Jakob August Liebeskind, del que se tomó el título para la nueva ópera. Esta recopilación de cuentos también inspiró otros trabajos, como "Kaspar der Fagottist", de Müller, y "Der Stein der Weisen" de Benedict Schack. Schikaneder también conocía la obra "Megara" de Phillip Hafner, (1763). Megara contribuyó en parte con los elementos de cuento de hadas, que se mezclan armoniosamente con la solemnidad de “La Flauta Mágica”. Otros elementos de tipo ritual, incluyendo la ambientación en el antiguo Egipto, pueden encontrar sus primeras fuentes en “Sethos”, novela de Jean Terrassons (1731).
En algunos libros del siglo XIX, se llega a dudar de la verdadera autoría de Schikaneder. Este es el caso del libro "Die Oper in Deutschland und das Theater der Neuzeit" (1849) escrito por Julius Cornet, tenor y director de óperas. Cornet afirmaba que fue Giesecke (Johann Georg Metzler) quien escribió el libreto. Pero esta versión pierde credibilidad cuando se dice que fue el mismo Giesecke quien dio esa información a Cornet.
Aceptemos, entonces, que quien organizó y escribió la mayor parte del libreto fue Emmanuel Schikaneder, y concibió el rol de Papageno para él mismo. En la composición de la música se evidencia el gran atractivo que encontró Mozart en la riqueza del argumento. Podemos encontrar desde melodías populares, semejantes a Haydn, para los personajes más sencillos como Papageno y Papagena, hasta música mística y elevada para Sarastro y sus sacerdotes, pasando por pasajes de furia y explosión, como son los de la Reina de la Noche.