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HANS HOTTER Y AMFORTAS
Bayreuth, 1954</center>
Del crisol de Amfortas que Wimsey plasmó en el anterior collage, nuestro Hans Hotter (última foto en sentido horario) ocupa un puesto muy especial.
Por supuesto, el rival es supremo, señero: el Amfortas de London es un hito. Pero nuestro Hotter sabe hacer las cosas bien y por su propio camino y, quizá, no esté tan lejos de tan soberbia recreación.
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Imaginémonos esas mismas tablas de las que habla Andrea, dos años después. De nuevo, Kna oficiando desde el foso. Theo Adam es Titurel (podríamos preguntarnos por qué ascendió a Wotan). Y Hotter es un gran Amfortas.
El principio de la impresionante intervención del acto I de Amfortas tiene un cariz muy distinto en Hotter. El "Wehe! Wehe mir der Qual! Mein Vater, o! Noch einmal verrichte du das Amt! Lebe, leb' - und laß mich sterben!" está lleno de contención, de dolor íntimo que se resiste a ser expresado. Incluso gráficamente, observad cuántas exclamaciones hay en el texto y qué poco exclama nuestro Amfortas (y con qué hilo de voz dice
sterben -morir).
Tras la segunda intervención de Titurel, Hotter cambia de registro, la frase
Nein! Laß ihn unhenthüllt! (2:46) nos recuerda que Amfortas, después de todo, es un hombre de mando, con autoridad. Durísimo el consecutivo
Daß keiner, keiner diese Qual ermißt, die mir der Anblick weckt, der euch entzückt!, lleno de un amargo reproche que no muchos alcanzan en su sutileza.
Increíble cómo puede variar tanto su fraseo en sólo una frase:
zu diesem Amt - verdammt zu sein!, con un "verdammt" (condenado) agrio seguido de un hundido "zu sein". Pero, además, nuestro Hans estaba muy bien de voz. Espléndido agudo en "Wehvolles Erbe, dem
ichverfallen".
Y ahora, atentos a una especialidad de la casa, una gema del canto de Hotter que no por repetida deja de causar asombro: su capacidad para trazar un arco sonoro en una frase, del forte al piano, con un legato de fantasía y un buen gusto imbatible: hablamos del
O Strafe, Strafe ohnegleichen des - ach! - gekränkten Gnadenreichen! -, seguramente no tan rotundo como el de London, pero de una belleza espectacular en ese juego de dinámicas tan hotteriano.
De la segunda parte de la intervención ("Des Weihgefäßes göttlicher Gehalt") destacaría la impresionante manera de decir "Wunde" (herida -1:28), los dos "Erbarme!" (3:07), quizá cortos de potencia vocal pero largos de intención y el absolutamente espeluznante "Nimm mir mein Erbe, schließe die Wunde, daß heilig ich sterbe, rein Dir gesunde!" con el que Hotter despide esta intervención dejándonos el nudo en la garganta.
En cuanto al Acto III, qué decir ante su "Ja, wehe, wehe! Weh' über mich!". El tono desolador de su canto (algo en lo que también era especialista Hotter), demoledor sin excesos, que cala en el corazón sutilmente, recorre toda la interpretación.
Alucinante
mir endlich spende - den Tod! Tod! Sterben! Einz'ge Gnade!
...jamás se ha dicho la palabra Tod (muerte) con esa emoción, la dle hombre que verdaderamente la desea (4:23) y ese "sterben", al igual que en el acto I, está susurrado.
El final,
Tötet den Sünder mit seiner Qual, von selbst dann leuchtet euch wohl der Gral!
no suena tan rotundo, pletórico y exaltado como el de London, pero corona una interpretación en la que fiel a sí mismo, Hotter nos gana con sus matices, con su canto y, sobre todo, con la inteligencia y humildad de los grandes.