Nabucco
En marzo de 1960 moría
Leonard Warren; es probable que las funciones de
Nabucco previstas para la inauguración de temporada 1960-61 (que supusieron el estreno de la ópera en el MET) se pensaran para su lucimiento. MacNeil se hizo cargo de todas (12) las representaciones, que alternó con “Rigoletto”. Se estableció así como el nuevo dominador de la cuerda en el Teatro. Ningún otro barítono está en disposición de cantar estos papeles como MacNeil durante aquellos años (y así hasta el día de hoy)
El Padre de padres
Nabucco es el primer gran papel baritonal de Verdi, en el que se muestran ya elaborados muchos rasgos de los personajes posteriores.
(1) El Rey déspota es esbozado en el
Concertato de la
Parte Prima (
Tremin l'insani...Mio furor, non più costretto) que exige un fraseo cortante y enérgico ("serrato") como el que se escucha en "In mar di sangue", de verdad arrogante ("l'empia Sïonne scorrer dovrà!")
S'appressan l'instanti...Chi mi toglie
De nuevo se apela al estilo áulico que anticipa a Carlos I en "S'appressan l'istanti" (escúchese "Vedi come il buon vegliardo") MacNeil canta suavemente ("Sottovoce e cupo") reservándose para el "tutta forza" de "Apprestano un giorno" . En la escena siguiente, cuando se proclama Dios, sigue cantando en todo momento pero con acento cada vez más incisivo hasta que el rayo lo golpea.
El Nabucco humano, enloquecido ante su desposesión de rango divino, es el que Verdi estudia como padre y finalmente como hombre y rey. El papel complica en esta escena su escritura, alternando los períodos de melodía belcantista con explosiones dramáticas (lo que le valió a Verdi la acusación de no saber escribir arias)
Chi mi toglie il regio scettro?...
Qual m'incalza orrendo spettro?...
Chi pel crine, ohimè, m'afferra?...
chi mi stringe?... chi m'atterra?
chi? chi?...
Oh! mia figlia!... e tu pur anco
non soccorri al debil fianco?...
Ah fantasmi ho sol presenti...
hanno acciar di fiamme ardenti!
E di sangue il ciel vermiglio
sul mio capo si versò!
El canto de MacNeil se hace humano, alternando los sonidos mórbidos y las amplias exclamaciones de terror. Fantástico el cambio hacia un acento implorante, con una bello ataque
sfumato a la hermosa "Oh! Mia figlia".
Ah! perché, perché sul ciglio
una lagrima spuntò?
Chi mi regge?... io manco!...
En esta última estrofa ya está desarrollado el estilo patético de los padres verdianos, de los cuales Nabucco es el primero. Hay que aplaudir el tono lloroso del timbre de BigMac, que no sobrepasa los límites del melodrama (es decir, no recurre a los sollozos de verdad) Magnífico el canto a flor de labios de
Ah! perché, perché sul ciglio, como si las palabras murieran al pronunciarlas. No se puede más que elogiar la capacidad exhibidad para pasar de un tono exaltado al patetismo y la melodía elegíaca y hacerlo con voz cantada plena y homogénea. Tengamos en cuenta que se salía en aquellos años de un largo período dominado por la concepción verista de estos papeles.
Donna, chi sei...O di qual onta...Deh, perdona
De nuevo este canto tendido, de tesitura elevada, aparece en el dúo con Abigaille: el
cantabile "O di qual onta" permite a MacNeil lucir su legato. Es impensable cantar una página así con una voz que no pueda apianarse con fluidez, la humanidad de Nabucco ha de expresarse con sonidos acariciadores para contrastar con los aguerridos acentos del Rey conquistador (que reaparece unos instantes en la escena anterior).
Dio di Giuda...Scena...O prodi miei
Parece difícil que Verdi no pensara en "Casta diva" al componer "Dio di giuda". Plegaria, monólogo, tránsito de la locura a la razón, exige un canto
spianato de perfecta igualdad entre registros y amplias frases, de una tensión enorme para un barítono que no sepa aligerar su emisión por encima del paso. MacNeil, en plenitud, no tenía estos problemas, aunque podría haber practicado más modulaciones en la página siguiendo el ejemplo del magnífico arco de "Deh, mi togli a tanto affanno", donde consigue un tono de devoción afortunado.
La
cabaletta es una concesión a las formas establecidas, pero transmite la recuperación de la autoridad regia: aquí concluye con una magnífica
puntatura.
Por desgracia la función del MET tiene muchos cortes, de forma inconcebible en "Dio di Giuda", a la que se mutiló la mitad, nada menos.
Hacemos notar que la voz de MacNeil, con los micrófonos de la radio cercanos al escenario, suena mejor cuando canta por debajo del
mf, particularmente nítida en las medias voces. Se repetirá esta percepción en varias grabaciones por venir. Eso que se escucha como si fuera una sirena antiaérea son los agudos de Leonie Rysanek (vidriosos, fijos, algunos al borde del grito)
La producción se repondría en 1961 y desde entonces
Nabucco hubo de esperar 40 años para regresar al MET. Entonces sería Joan Pons el protagonista
No constan más registros del papel por MacNeil hasta la siguiente década, que escucharemos, por supuesto. (Porque además ya no tienen cortes)
(1) Seguramente el Sr. Delaforce también lo considerará inferior a Riccardo