2. Birgit y Wieland: El hito
Hay un fragmento de la biografía de Nilsson que considero fundamental, y es este, en el que cuenta cómo llegó a ser la Isolda inmortal de 1967.
Es el fragmento que dedica a hablar de su relación con Wieland, de su creación de Isolda y de cómo le permitió desarrollarse como artista. Personalmente encuentro admirable eso en un cantante, que sepa y quiera desarrollarse e ir a más, y ella sabía que iría a más de la mano de uno de los genios de la dirección de escena del siglo XX. Vamos a verlo
Aquí nos explica qué la movió a volver a Bayreuth
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Isolde es el gran sueño para todas las sopranos dramáticas, y algunas otras. Cuando me enteré que Wieland crearía una nueva producción de "Tristan e Isolde" en 1963 pensé: "Ahora o nunca. Alguna vez he de poder crear un papel desde cero con Wieland."
Ahora quizás os preguntáis el porqué de mi entusiasmo de volver a pasar todo el verano en Bayreuth, y sacrificar mis vacaciones, que francamente necesitaba. No era el dinero lo que me llevaba a esto. No se recibía sueldo durante el tiempo de los ensayos, y el salario en sí no era ni la décima parte de lo que yo recibía de mis otros ingresos en Alemania. Pero aún así yo sabía que el trabajar con Wieland era lo que yo necesitaba para poder desarrollarme artísticamente, y probablemente esto sólo podía dármelo Wieland .
Interesantes notas sobre los ensayos, sobre cómo construir un personaje totalmente nuevo, de la nada. Eso es ser la anti-diva: no tener un rol aprendido e interpretarlo igual siempre, sino ser capaz de reciclarse, de estudiar y perfeccionar un rol:
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Fue un Wieland bastante reservado, el que encontré durante el primer ensayo. Yo ya le conocía para entonces. Pero de todas maneras era como si fuese la primera vez que nos veíamos, y allí estaba él de pie, preparado. Algunas canas por aquí y por allá, bien vestido, en estilo deportivo, y sus mojados ojos azules, que siempre estaban como despistados cuando miraba a alguien. Pero se notaba el trabajo y las ideas que hervían tras esos ojos. Sus manos eran bien formadas y expresivas, con finos dedos y uñas mordidas. Su boca era sentimental y sensual, con hermosos dientes. A veces reía, más por los nervios, o regocijo por el mal ajeno o por propio embarazo. Su regocijo era más expresado por sus hombros que por sus ojos. Su temperamento podía ser como la erupción de un volcán, y la erupción se anunciaba por un débil silbido, así como cuando una tetera está a punto de hervir. Winifred Wagner, su madre, podía contar que fueron muchos desayunos de huevos con tocino los que habían terminado en el suelo a lo largo de los años.
- Herr Wagner - me eschuché decir - yo he cantado Isolde 87 veces... - ... No necesita decírmelo. - me interrumpió - ya lo sé bastante bien. - Déjeme continuar - dije subiendo la voz - Como dije, he cantado Isolde 87 veces, pero ahora pienso partir de cero, quiero olvidarme de todas mis interpretaciones anteriores y comenzar desde el comienzo con Usted. - Sehr gut (muy bien) - me respondió, pero me dí cuenta que no me creía en absoluto.
Comenzamos con los ensayos. Luego de una hora Wieland se dió cuenta que yo había hablado en serio. Su caracter cambió fulgurantemente, y entendí que él estaba tan satisfecho de nuestro trabajo como yo. Todo se sentía perfecto.
En su juventud Wieland estudió pintura y escultura, por lo demás era un muy buen pintor. Esto combinado con su casi escalofriante capacidad de observación, hacía que pudiese sacar lo más personal de los cantantes y poder así crear los papeles en forma individual, casi como cuando un sastre corta un traje.
La mayoría de los directores de escena ya han trabajado en como desean los papeles, mucho antes de encontrarse con los artistas. En otras palabras, el traje ya estaba cosido, por lo que el o la cantante tienen que adaptarse a él, tratando de no dejar partes de uno colgando fuera del traje, por que estas simplemente se cortaban.
¡Qué paraíso! Wieland podía con el mínimo de gestos forjar los más variados caracteres. A menudo explicaba los más complicados problemas psicológicos con asociaciones modernas e irrespetuosas, que ponían a todos de buen humor.
Las tres horas de ensayos desaparecían rápidamente. Wieland estaba más que satisfecho, y yo ya anhelaba los ensayos del día siguiente. Después de seis días yo ya tenía el papel totalmente claro y, desde todos los puntos de vista, una nueva Isolde que había nacido.
Aqui nos explica cómo cambió con Wieland su concepto de Isolde:
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De haber creado siempre a Isolde, durante el primer acto, llena de odio y sedienta de venganza, lo cual naturalmente influía en la plástica y actuación, pasé a tener nuevas dimensiones. Isolde tenía una viveza casi animal durante todo el acto, especialmente en los momentos difíciles durante el diálogo con doble sentido con Tristan, en donde la boca habla de humillación y venganza, mientras que el corazón habla un idioma totalmente diferente; lo que hacía que el anhelo de Isolde se reflejase en la voz, sus movimientos y mímica. Sobre toda su imagen habría de estar escrito "¡Te amo! ¡Te amo! ¡Te amo!" Fue un cambio radical y se hablaba por todas partes de la nueva Isolde de Nilsson. Wieland Wagner describía personalmente a sus tres Isoldas de Bayreuth de la siguiente manera: - Martha Mödl es la Isolda trágica, condenada por el destino; Astrid Varnay es la Isolda vindicativa, y Birgit Nilsson es la Isolda enamorada."
También es interesante reseñar su idea de Karl Böhm, el que fuera el director que aquellas legendarias funciones:
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He cantado con muchos directores, exactamente 33 maravillos directores, en "Tristán e Isolda", pero ninguno de ellos se podía comparar con la interpretación músical de Karl Böhm. Era de principio a fin una declaración de amor.
La vida personal de Böhm estaba pasando por una difícil prueba en esos momentos. Su mujer, Thea, que siempre había sido su gran apoyo, fue intervenida en una complicada operación, y el resultado era incierto. Era muy a menudo que se le veía secarse las lágrimas mientras dirigía, y uno sentía intensamente como él dedicaba su interpretación a Thea. Para alegría de todos Thea Böhm se recuperó, y estuvo presente en Bayreuth durante aquellos siete veranos que "Tristán e Isolda" se presentó en Bayreuth.
Y por último, unas palabras acerca de la genial puesta en escena:
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Con el genial arte de iluminación de Wieland, los decorados eran casi innecesarios. Con excepción de un gran símbolo fálico, el escenario estaba prácticamente vacío. Su capacidad extraordinaria de crear atmósferas con sólo proyecciones, colores e iluminación también fortalecia el desarrollo romántico-dramatúrgico en la música de Wagner, lo que hasta entonces nunca se había experimentado. La pregunta es si alguna vez volverá a ocurrir lo mismo. Siempre estaré agradecida de haber podido participar en una de las experiencias más fantásticas, de la cual el mismo Wieland decía que más cerca de su ideal no podría llegar.
Espero que os gusten los textos y os resulten de interés