No tanta suerte. El marido es mejor que Calleja. Sólo imaginar la escena de los enigmas con el tenor maltés, me produce serias alteraciones psíquico-auditivas.

Las auditivas son obvias. Las psíquicas se encuadran en el sufrimiento que me causan las apariciones oníricas de Giacomo Puccini y Miguel Fleta, primer Calaf, como espíritus atormentados, a los que se ha arrebatado el descanso eterno.

A Bernheim no le he escuchado en vivo, por lo que no diré nada, más allá de resaltar que el Duque de mantua es un papel que sólo puede sacar adelante un tenor fresco y juvenil, con timbre radiante y pleno de color, que lo saca adelante por pura juventud, o bien, un superdotado técnicamente que pueda hacer justicia a una escritura agudísima y de una gran exigencia estilística. El último en el Liceo fue Camarena, que no salió ni airoso y no ha vuelto a repetir., creo, con este papel.

Tampoco hay que ser Rappel para imaginar lo que puede hacer un Maltman con el canto italiano, con Verdi y, concretamente, con un papel como Rigoletto. Algo parecido a ver a Mario Casas anunciado en Ricardo III de Shakespeare. A la Peretiatko ya le vimos en el Real la Gilda. Trinos extraños, agudo y coloratura de primero de canto y, eso sí, es elegantita.

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Nada de esto me sorprende. Ni creo que sorprenda a nadie. Dudé en comprar una entrada para esta producción (algo que más gente ha pensado, viendo la cantidad de butacas que quedan por vender), pero al final, en lo negativo también encontraba lo positivo: no será el mejor cast posible para Rigoletto, pero de Rigoletto, un servidor nunca se cansa. Peretyatko es fruto del marketing de Operalia, pero es Peretyatko. Berheim es el tenor adorado por los medios, pero igual hay algo de verdad en su instrumento. Al final, la curiosidad ha podido con la pereza: voy a la función de mañana. Veremos. O mejor dicho: oiremos.