Carl Tunner escribió:
Siempre el mal gusto y la chabacanería.
En la producción que he visto en Viena de Pique Dame, la Condesa muere en pleno orgasmo, pero no era chabacano (Cómo va a serlo la Silja) y podía tener su sentido dentro del planteamiento de la producción y del clímax, muy parecido al sexual, que siente el jugador cuando vence.
Es difícil evitar el mal gusto, lo fácil es lo grueso y lo zafio, pero se puede hacer, cuando se tiene algo de talento y voluntad de hacerlo, claro.
No se entera, Sr. Tunner.
Se trata, por encima de todo, de ofrecer a la vista todo explícito y además de explícito, actual, escandaloso, ruidoso, como salido de un telediario o "Sálvame".
Explícito y sobre todo escandaloso para que el espectador no tenga que hacer ningún esfuerzo en pensar, que ya sabemos que cuesta mucho.
En primer lugar, porque lo que es de un mal gusto intolerable es darle al espectador sugerencias para que éste tenga que usar su imaginación para participar activamente en el acto artístico: una lata que sólo es de esperar que termine de erradicarse también en la Literatura mediante oportunas actualizaciones (quizá con viñetas, quizá con retoques del texto) que reflejen todo lo que ha cambiado en nuestra sociedad desde la creación de la obra de arte en cuestión. Por ejemplo, quizá haciendo que Bezujov y Dolójov, en vez de atar a un policía a un oso, cosa que ya no puede impresionar a nadie, se montaran una orgía con el úrsido.
En segundo lugar porque cuanto más ruidoso y epatante sea lo que se le ofrece a los ojos, menos riesgos habrá de que el espectador llegue por sí mismo a conclusiones sobre la música de Verdi, o de quien sea, y de las aquéllas extraiga que la interpretación musical es un desastre, que el mundo abstracto musical de la obra difícilmente se podría concretar en el concepto de la propuesta escénica o quién sabe que otros pensamientos indeseados para el bien del espectáculo.
Si es que es todo muy sencillo.