La explicación de Matabosch sobre la visión de la ópera en España como una visión de lucimiento para los cantantes no es del todo equivocada.
Esa visión tradicional se refleja bastante bien en el rechazo a la ópera contemporánea (bueno, si es que puede llamarse "contemporánea" a la obra de Berg, Schoenberg, Britten, Messiaen o Dallapiccola, siquiera a la de Glass o Adams ya que el minimalismo musical es un movimiento en total declive) porque no está basado en melodías hermosas que sirvan para el lucimiento de los cantantes. Y ya sabemos que esto sí supone una predisposición contraria del respetable en su programación. No es una visión que deba sustituir a la tradicional, ya que es imposible prescindir de la espina dorsal del género, sino que podrían ser complementarias. Oigan, a mí me encanta Puccini, me encanta Berg, pero me aburre la Cerillera de Helmut Lachenmann
¿Está reñido?
Del Konzept no hablo porque sería ir por los cerros de Úbeda. Puede gustar o no, aunque sí es cierto que la visión de la ópera como una espectáculo global de texto, música, voces no es tan popular. Pero creo que en este caso pueden valer tanto una como la otra, aunque en mi caso sí estoy más a favor de una visión global. He encontrado gente en sitios como Alemania (epicentro de la revolución escénica) que detesta con toda su alma el "regietheater".
No puedo ni quiero extenderme en temas políticos, pero no encuentro tan manido el tema del aislamiento cultural de nuestro país durante la dictadura franquista; no obstante en términos operísticos ese periodo puede ampliarse.
Por ejemplo, tomando la historia del antiguo Teatro Real, que a pesar de todo fue referencia mundial en cuanto a voces (
motivo de orgullo, lo he dicho muchas veces): las obras llegaban muy tarde. Wagner llegaba con décadas de retraso, aunque bien es cierto que llegó a tener una gran acogida. Sin embargo Verdi y Puccini no tardaban tanto tiempo. Y el repertorio belcantista fue la piedra angular del viejo teatro. No fue hasta la década de 1920 cuando empezaron a llegar obras como Der Rosenkavalier o las del repertorio ruso. El cierre en 1925 impidió la llegada de más repertorio. Por no hablar de la situación política que poco en favor habría hecho por la llegada del mismo. Si no recuerdo mal, no fue hasta la década de los 60 en el Liceu o en la Zarzuela en los 70-80 cuando a España llegaron autores como Berg o Britten.
Y como bien dice Matabosch, Mozart era un compositor ignorado: Don Giovanni fue la obra más representada pero desde 1902 a 1925 no tuvo ninguna función. Ni siquiera en su estreno en el siglo XIX despertó pasiones. Las Bodas de Fígaro, que se estrenaron en 1903 en el Real fueron recibidas con indiferencia y sólo se hicieron tres funciones. ¿Quién lo diría hoy, que lleva ya cinco reposiciones y todas aplaudidísimas? O el Fidelio de Beethoven, que sólo contó con dos funciones en 1893.
Y por supuesto, ni el público ni los gestores querían saber nada de la lírica española: por eso los compositores patrios veían sus obras escasamente programadas. Marina se estrenó con enorme éxito con el gran Tamberlick como Jorge ¿pero fue parte angular del repertorio? Felipe Pedrell se encontró con enormes largas para estrenar "Los Pirineos", hasta que finalmente tiró la toalla. ¿Por qué La Vida Breve se estrenó en Niza y no en Madrid cuando había ganado en España un premio de composición y eso la hacía elegible para su estreno en el Real?