Pese a pertenecer a la hermandad (y poder hacer uso del "cuarto en la penumbra" de su oculta sede), Quint siempre supo que Meistersinger tenía de ópera simpática y de buen rollito lo que Sharpless de escueto y Gino de accesible. Es decir, NADA. Por eso, cuando, cual falsísima Reina de la Noche, Sachs lo indujo al crimen de Idi y el Marqués, aquello no le sorprendió nada. De hecho, vio la ocasión de realizar uno de sus proyectos que en vida le quedaron inconclusos: ser, por un día, Lady Macbeth (el otro, protagonizar Lo que el viento se llevó haciendo de Scarlett O’Hara con Wesley Snipes como Mammy, ya era un poco improbable, porque la peli llevaba 70 años hecha y aunque en Hollywood les encantan los remakes, son muy reticentes a trabajar con actores muertos).
Sin embargo, matar al Marqués era un verdadero dilema moral para el alma errante de Quint: siempre había querido pertenecer a la aristocracia, y antes de morir lo había conseguido. De modo que ahora, con la escasez de nobles de verdad que había, el crimen le parecía un tanto… esquirol. Pero es lo que tiene Wagner, que si quieres ser uno de los suyos tienes que renegar de familia, amigos, clase social, casa de pertenencia en Hogwarts y el resto de tus identificadores personales. Con Wagner, o eres o no eres. Es como con Fl… bueno, como con los tenores de moda.
De modo que pensó darle un susto light pero sin que llegara a morir, para poder ir luego con el rollo death-eater "maestro, yo lo intenté" y que no le quitaran el acceso al cuarto en la penumbra. Así que se puso una peluca de cerdita Peggy cortesía de naietta, y con cara de Beverly Sills (y gesto de manos de Edita Gruberova) se apareció de noche en el dormitorio del Marqués cantando-berreando "Als ein Goooooowowowott kam jeder gegaaawawawaaangeeeeen, Ah-aha-aaaah-aha-aawawawawaaaaah". Y el Marqués se despertó… y estalló en una sonora carcajada: "¿Pero Quint, dónde vas con esas pintaaaaas? Jajajajajaja, ¡un espectro drag! Woooojojojojo, me encantan tus tetas postizaaaaaas, ayayayayayyyyyy qué buenoooo…" Y de tanto reírse… fue, se asfixió, y se murió. Y Quint, un tanto indiferente, pensó que al menos había sido una muerte dulce.
Pero lo de Idi daba más problemas. Éste sabía de leyes… y sobre todo de leyes de matar y lesionar y así. De modo que Quint pensó reunir a los Maestros no-cantores del derecho penal, Claus “Papá Noel” Roxin y Gunther “Darth Vader” Jakobs, que eran en ese momento el Alfa y el Omega de la disciplina, y llevar a Idi a presenciar un duelo a muerte entre esos dos monstruos académicos: era previsible que se empezaran a disparar rayos mágicos en plan Saruman y Gandalf y el edificio entero terminara derruido, de forma que Idi muriera entre los escombros, en plan Dalila. Pero aquello era muy difícil, no sólo por lo viejitos que están los dos (y ya, a estas alturas de la vida, les da lo mismo atún que betún que dominio del hecho que concepción social de la culpabilidad, mientras tengan su leche caliente y sus galletitas), sino porque era una FRIKADA DE ESCÁÁÁÁNDALO.
De modo que Quint decidió ir a lo simple. Fichó a Idi para el coro que tenía que cantar Boris Godunov en Nuremberg y Mussorsgki hizo el resto. Con lo bonito que parecía en el disco, repetir sin parar la escena de todos aquellos mendigos suplicando pan en la puerta de la Catedral resultó ser un TEDIO insoportable, los coros desde detrás del escenario eran una lata porque nunca se escuchaba cuándo había que entrar, y entre tanto boyardo, pueblo revolucionario, pedigüeño, etc., al muchacho le entró una crisis de identidad y un trastorno psíquico que ya no sabía quién era. Empezó a acumular un odio asesino contra el pobre tenor que cantaba el papel del Idiota, tenía que quedarse todos los días hasta que al fatídico Boris le diera por morirse de una vez sólo para susurrar “Upsnie!” (“Expiró”), y el día del estreno, cuando al final el tenor Idiota cantaba “pobre Rusia, cómo te engañan siempre”, comprendió que era verdad, que Boris Godunov era un fraude, y como sin Boris la vida no tenía sentido, se arrojo al foso de la orquesta. No murió. Ni siquiera se hizo daño. Pero nunca más fue el mismo.
_________________ Die Wahrheit ist bei mir, Mandryka.
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