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Corelli-Caballé
<img src="http://www.cs.princeton.edu/~san/caballe3.jpg" height="400">
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Corelli comienza con una formidable
exhibición de timbre, bellísimo en el centro aunque algo estentóreo. No llega al nivel necesario de introversión, pero suena herido y lastimero. Las
marcas de la casa que no falten: el corte de respiración entre
re e
il posto y ese "
si" inventado en lugar de
sola. Corelli marca Acme
En las frases siguientes, casi habladas, se desata un poco aunque no se va del todo, a pesar de lo feo que suena ese
pensier. El
Mio figlio de Caballé también suena muy ella. Metálico a más no poder. Y allí donde otras sopranos (nuestra contrincante Freni entre ellas
) eligen acertadamente un tono triste y compasivo, la soprano catalana prefiere un acento seco y cortante, durísimo desde la primera frase. Más que a madre por accidente suena a
madrastra :rolling:
Corelli responde con una subida al agudo
solvente as always (
tal nome no), en oposición a una
introvertidísima ma quel d'altra volta. Eso sí, esa "d" dramática y verista, muy expresiva pero poco ortodoxa. Las subidas al agudo que siguen son realmente de despeinarse...
Caballe comienza con un fraseo lento, muy medido. El timbre suena
metálico pero bello. Las primeras subidas al agudo (
ben) son un poco destempladas, pero ya nos regala
un detalle de clase en ese lánguido y bien apianado
doman. Frente a él, el
Ciel de Corelli suena a cañonazo. Sin embargo, el
estilo cañonerou del tenor italiano se revela aquí perfectamente adecuado. Su infante es aquí desatado y comprometido, aunque un poco veristoide (
quest'alma, core...) y su la voz tan rotunda se pliega poco al lirismo. Eso sí, los agudos de impresión. Y el grave de
marmoreo, seguido de ese tremendo
golpe en d'avel, es espectacular por sonoridad y belleza.
La frase siguiente de Caballé suena ágil y precisa, aunque tal vez adolezca de un poco de intensidad. Sin embargo, es precioso cómo la termina, con el grave de
silenzio.
Un grave bellísimo, que la catalana bordaba por aquél entonces antes de que se le afeara el registro más grave de su voz. Después, cómo resuelve ese
dover, con un precioso piano en la o es sencillamente colosal. El agudo suena liberado, metálico pero sin problemas, a pesar de sacrificar la dicción. Las corcheas en piano con las que termina la intervención son de nuevo
magistrales.
La respuesta de Corelli vuelve a carecer del plus de lirismo necesario. A pesar de ello las dinámicas están muy bien hechas (por ejemplo, escuchad cómo baja la intensidad en la u de
perduto). Igual que el piano sostenido en
vita, acabado con otro grave sonorísimo. Los ataques al agudo tan bruscos como siempre (
quest'alma), pero pronto viene de nuevo la cal, con un
ciel en morendo sencillamente magnífico. Caballé continua la frase con un lirismo etéreo, con esas medias voces que ella dominaba a la perfección,
para culminar con un ciel que parece más de otro mundo que de éste (a pesar del sonido raro en la palabra anterior, cosas de Montse).
Con ese piano se entiende realmente la siguiente frase de Carlo (
qual voce a me dal ciel).
Por cierto, en esta versión han cortado la parte de Carlos en la que se desmaya. Cosas de los directos de la época, me temo.
La emoción amorosa de Corelli suena convincente y vocalmente impoluta, pero a la vez le falta lirismo de nuevo. Las contestaciones de Caballé (
cielo, gran dio) están interpretadas con la violencia y la intención necesarias. Ese
giusto ciel final, al borde la tesitura, metálico, metido todo en el pecho, suena realmente dramático. Las frases en parlato con las que responde Corelli son intensísimas y muy bien pronunciadas. Tal vez algo excesivas, pero intentan paliar la ausencia interpretativa en otros pasajes. Por cierto, tan arrebatadas que Corelli decide cambiar el acento
spIEtato ciel.
Como antes apuntaba, Caballé decide cambiar de inflexión en los dos
O Carlo. El primero aún contenido, aunque severo. El segundo, con más volumen, absolutamente definitivo. En las frases siguientes Corelli está exultante.
Esos Io t'amo desesperados, brillantes.
Caballé se desmelena en la respuesta. Suena metálica como nunca, constantemente apoyada en el pecho para resonar sobre la orquesta. Su respuesta, aunque algo desatada, me pone siempre los pelos de punta por su extrema violencia. El
maledetto io son de Corelli, alargado a placer (no con demasiado gusto) desata el aplauso del público.
La frase conclusiva de Caballé vuelve a ser una lección de maestra, con ese piano final, insuperable.
En resumen, como podéis ver, asistimos a un duo vocalmente insuperable. Las medias voces de Caballé y el metal dramático de su timbre, y las innumerables virtudes de Corelli (de las que ya hemos hablado antes), son sobresalientes. Sin embargo, la Elisabetta de Caballé es demasiado señorial, muy poco romántica, poco joven, en ese sentido. Es violenta, altiva, agresiva. Me encanta por ello, pero parece olvidar cierta parte introspectiva que Freni, con menos pirotecnia vocal, borda, ya lo adelanto
Su turno, monsieur Spinoza