El dúo con Gilda debe ser el momento en que Rigoletto revele su faceta paternal. Como se ha comentado, la música cambia completamente desde la escena del encuentro, con frases amplias y ligadas. Incluso sus respuestas evasivas han de ser emitidas con suavidad, como escuchamos en la audición de
Antonio Magini-Colettio la presente de MacNeil y Sutherland. De otra forma, con un Rigoletto que vociferara “Non uscir mai” o “A te che importa?” se crearía la impresión de un padre autoritario y represor que no tendría sentido escuchando la música que sigue. Su
Andante con espressione “Deh non parlare al misero” es la liberación de la ternura oprimida. Música ligadísima, con pequeños adornos, sus signos de expresión y de dinámica exigen un canto mórbido y acariciador sólo posible con la emisión
sul fiato que perdieron la mayor parte de los barítonos de posguerra. Las
appoggiature* (“Sentia quell’angelo”) sugieren de forma clara sollozos sublimados, lo cual excluye la opción de insertarlos reales. Ni siquiera al exclamar “Moria, moria”, primero
con dolore y luego
piangendo , que MacNeil resuelve aquí con sonidos a flor de labios. No llega sin embargo al
ppp que marca Verdi al atacar “Sola tu resti al misero”, culminada
con trasporto (“O Dio sii ringraziato)
En el episodio que sigue, voz de barítono amplia y resonante exige su exclamación:
Patria!... parenti!... dici?...
Culto, famiglia, patria,
(con effusione)
Il mio universo è in te!
Que lleva a ambos al
ff. La petición de ver la ciudad provoca una intervención excitada de Rigoletto. Ingenuamente tranquilizado por el aya, se abandona de nuevo al canto. “Veglia, o donna” (
Allegro moderato assai. Affettuoso) es la página donde MacNeil marca más diferencias en toda la discografía de segunda mitad de S. XX, rememorando la grabación de Giuseppe Danise. A éste sólo se le pueden reprochar las pausas (mínimas) que realiza en “Che-a te puro confidai”, “Veglia-attenta”, “Che-altri fiori hanno piegato”, justo en contra de lo escrito por realizar ligaduras distintas de las previstas. Sin embargo son únicas la facilidad con que su
mezzavoce timbradísima se pasea por los ascensos al fa agudo (“Offuschi”, “ridona”), recogiéndose con dulzura inefable (pp) a continuación y las
appoggiature de “Veglia attenta” y “Lo difendi”. Estas notas breves pueden escucharse despojadas de su contenido expresivo en las ejecuciones aspiradas de Bastianini o Protti. Por otro lado, incluso Leonard Warren tuvo que resolver los ascensos al fa a plena voz. Nada de esto hay MacNeil, que consigue una cosa casi imposible; ser tan dulce que no desentona al lado de los celestiales sonidos de Sutherland. MacNeil liga las frases como están escritas en la mayoría de los casos y sólo es inferior a Danise en el
pp de “Veglia attenta”. Es particularmente feliz el ligero
crescendo hasta el fa de “Che s'offuschi il suo candor”, recogiendo la voz y respetando la
appoggiatura de “suo candor”. La ligereza y plenitud (sin embargo) de su emisión son más que asombrosas en un timbre que era más oscuro que el de Danise. Tras la inquietud de la interrupción, la fusión de ambas voces es un bálsamo para el alma y los oídos maltratados. No hay cortes en esta versión y se puede disfrutar del pasaje final donde Verdi se extasió escribiendo
belcanto y Rigoletto puede huir de una realidad adversa, reencontrarse con su humanidad y, recordando las palabras de Giudici, por un momento regresar a los años de felicidad perdida. Es decir, sublimación a través del canto.
Danise
Deh, non parlare. MacNeil, Sutherland.
Veglia, o donna. MacNeil, Sutherland
* En realidad son acciaccature, porque son brevísimas y no detraen valor de la nota principal.