Vamos a repasar la relación de
Rigoletto y el disco a lo largo de la Historia.
1900-1930
Según Mike Richter, la descomunal discografía de esta ópera comenzó con los siguientes registros:
Ruhlmann (1912)
• Rigoletto - Jean Noté
• Gilda - Aline Vallandri
• Duca - Robert Lassalle
• Sparafucile - Pierre Dupré
• Maddalena - Ketty Lapeyrette
Sabajno (1916)
• Rigoletto - Cesare Formichi
• Gilda - Ines Ferraris
• Duca - Giuseppe Taccani
• Sparafucile - Vincenzo Bettoni
• Maddalena - G. Caiani
Sassano (1918)
• Rigoletto - Antonio Armentano Anticorona
• Gilda - Angela De Angelis
• Duca - Fernando De Lucia.
• Sparafucile - Luis Muñoz
• Maddalena - Vida Ferluga
Que desconozco completamente, por lo cual comenzamos con uno que además puede considerarse fundamental para tener una perspectiva histórica del papel.
HMV (1916/7) Danise/ Badini, Borghi-Zerni/ Simzis, Broccardi, Fernández, Pezzati. Orquesta y Coro alla Scala. Sabajno.
Por desgracia se dañaron algunas matrices del registro original haciéndose cargo Ernesto Badini de grabar las partes de Rigoletto perdidas. Por tanto de la actuación de Danise sólo existen fragmentos que sin embargo emergen como un modelo aún imbatible en muchos aspectos. Las señas de este Rigoletto son un registro superior fácil y timbrado, capaz de impresionantes sonidos de
squillo tenoril, pero también de adelgazarse hasta la media voz mórbida y acariciadora. Esto y un
legato pulido hasta la perfección le permiten un canto alado, extático, en las melodías de “Veglia, o donna” y “Piangi, fanciulla” (la ausencia de “Deh, non parlare” es una lástima) Danise navegó entre dos aguas, las del verismo y la escuela tradicional: de ésta tomó la técnica y el concepto romántico del personaje; de aquél la espontaneidad de la expresión, que siempre subordinada a la ortodoxia ha permitido a su fraseo mantenerse vigente. En sus monólogos no encontramos al energúmeno estridente, sino al portavoz del humanismo verdiano: los claroscuros de “Pari siamo”, desde la rabia a la ternura con que su voz de deshace en la fundamental “Ma in altr’uom qui mi cangio!”; la articulación esculpida de “Cortigiani, vil razza”, culminado de forma insuperable; la facilidad con que el volumen crece y decrece en “Miei signori”, de un acento suplicante pero no humillado. Al lado de semejantes resultados, el resto del reparto es una antigualla. El sonido, nueva desgracia, milita contra el reconocimiento de este registro.
Bong (1927) Luigi Piazza, Lina Paliughi, Tino Folgar, Salvatore Baccaloni, Vera e Cristoff. Orquesta y Coro del Teatro alla Scala de Milán, Carlo Sabajno.Desconocida para mí. Rodolfo Celletti ha elogiado la gracia del desconocido Folgar (vaya apellido) en “Questa o quella”. Sería interesante acceder a este registro.
Columbia (1928) Ricardo Stracciari, Mercedes Capsir, Dino Borgioli, Ernesto Dominici, Anna Masetti-Bassi. Orquesta y Coro del Teatro alla Scala de Milán, Lorenzo Molajoli.
A pesar de haberse registrado en una fecha algo tardía en su carrera, Ricardo Stracciari (53 años) aún muestra las virtudes de un verdadero barítono dramático que hace belcanto puro. No obstante el matiz gutural que había aparecido en su emisión, sigue exhibiendo una voz amplia y resonante, aterciopelada, perfectamente homogénea en toda su extensión, timbradísima y
squillante en el agudo. De hecho en varios momentos sólo parece inferior a sus propios registros veinte años anteriores: un canto hecho de continuas regulaciones de volumen, de ataques a flor de labios reforzados y
smorzature y
sfumature refinadísimas. Basta escuchar las frases de “Miei signori… perdono” sostenidas en una admirable columna de sonido. Menos logrado el tono lírico-patético de los dúos con Gilda, donde el acento vagamente teatral del intérprete termina por crear una impresión algo artificiosa (lejos de Danise, en mi opinión) Sorprendentemente, Stracciari incorpora algunas inflexiones declamadas o abiertamente naturalistas sin total convicción, por lo cual en algunos momentos dramáticos suenan superficiales. La voz de Capsir fue captada con singular nitidez y fortuna para los estándares de la época entre las sopranos: esto nos habla de una voz emitida con dulzura y un pequeño volumen. Paradigma de soprano ligera, sin embargo resulta más vigente en el canto ligado, donde frasea con gusto y variedad. El concepto de las agilidades de su aria por el contrario ha envejecido sin piedad, lindando con los sonidos de una caja de música. El Duca de Dino Borgioli es una muestra de notable canto
di grazia al estilo decimonónico. Voz clara, bien timbrada, deja escuchar sonidos descubiertos por encima del la natural. Su Duca es un fraseador refinado, dueño de modulaciones exquisitas (casi inverosímiles) pero inevitablemente antiguo al no ofrecer contrastes impetuosos o sensuales. El resto del reparto es más que aceptable. No así la coexistencia de numerosos cortes en la partitura con los peores añadidos de la tradición .