Gino escribió:
Verdi dejó claro en su correspondencia con Piave que el segundo Cuadro no transcurría la misma noche de la Maldición (La fiesta debió concluir de madrugada y la acción de este Cuadro ha de transcurrir a primeras horas de la noche)
Estamos en un callejón solitario. A un lado, una casa discreta protegida por muros impracticables. En la misma calle, una entrada al palacio de Ceprano. Rigoletto llega de incógnito. Música sombría que recuerda vagamente la que precedió su burla a Monterone. Sigue recordando la Maldición. Aparece Sparafucile, un asesino a sueldo que ofrece sus servicios para librarle de algún rival en amores, pues según él, lo tiene, afirmación que inquieta a Rigoletto. Un temor parece materializarse en su mente: interroga por las condiciones que exigiría por eliminar a un noble. El diálogo - casi un recitativo a dos voces que no se atiene a una forma tradicional - se desarrolla sobre un solo de chelo, una danza entre galante y siniestra que se anima según Sparafucile explica con sorna su modo de trabajar. Es su hermana quien atrae a la víctima hasta la casa donde el mercenario ejecuta los encargos. Rigoletto, entre espantado y admirado, despide al personaje pero toma nota de su nombre y dónde puede encontrarlo “all’occasione”. El asesino sale de escena con un fa grave, muchas veces prolongado más de lo aconsejable. Música libérrima, hecha de susurros y sombras, es uno de los números más afortunados de la ópera.
Este dúo (y el "Pari siamo" posterior) me parece que "suenan" a Otello: Esa melodía "entre siniestra y galante" (como perfectamente dice Gino; y "envolvente", añado yo) con ese pulso inamovible, sobre todo en "Sparafucil mi nomino", ¿no os suena?... Es uno de los mejores momentos de la ópera, aunque también de esos en los que al público le da por toser, porque "no pasa nada".
Una manía personal: si hay un personaje en el que me reviente el histrionismo es en Sparafucile. Al fin y al cabo, para él lo de matar u ofrecerse para ello es el pan nuestro de cada día: que deje el drama para Gilda o Rigoletto. Hay la tentación de hacer la frase descendente
"L'uomo di sera aspetto
Una stoccata, e muor"
en plan amenazador, como si Sparafucile fuese el Coco: no, es un asesino profesional. La siniestrez ya viene dada por el contexto musical de Verdi.
Me han gustado Justino y McNeill.