Vaya, lo tenía hecho en dos columnas paralelas pero aquí no sale bien por lo que si quereis la traducción tendreis que componerosla de alguna manera; es ésta (y en cualquier caso, ya sabeis que está en
Kareol) :
SIEGMUND
(...)
Las tormentas invernales
han cedido
ante el delicioso mayo,
con delicada luz
brilla la primavera;
entre dulces brisas,
leve y graciosa,
se mece tejiendo prodigios.
Por bosques y prados
sopla tu aliento,
muy abiertos ríen sus ojos:
dulcemente suena el canto
de felices pajarillos,
exhala divinos aromas;
de su cálida sangre
florecen deliciosas flores,
¡gérmenes y retoños
brotan de su vigor!
Con el ornato
de sus delicadas armas
somete al mundo;
invierno y tormentas
han tenido que ceder
ante su fuerte baluarte:
también han cedido
a sus gallardos golpes
la dura puerta
que, terca y rígida,
nos separa de ella!
Surcando el aire ha llegado
junto a su hermana;
el amor ha llamado a la primavera;
se ocultaba en nuestro pecho,
ahora ríe dichoso a plena luz.
A la hermana nupcial
ha liberado el hermano;
destruido yace cuanto
les mantuvo separados;
¡jubilosa se saluda
la joven pareja,
unidos están amor y primavera!
SIEGLINDE
Tú eres la primavera
por la que yo suspiraba
en el helado tiempo del invierno.
Mi corazón te saludó
con sagrado temor
cuando tu mirada floreció para mí
por primera vez.
Desde siempre
todo lo veía yo extraño,
lo próximo era enemigo;
extraño me era todo
lo que se me acercaba.
Pero a ti te reconocí en seguida
apenas te vi supe que eras mío;
lo que ocultaba en el pecho,
lo que soy,
claro como el día emergió de mí:
como sonora vibración
llegó a mis oídos
cuando en helado,
desierto país extranjero
vi por vez primera al amigo.
SIEGMUND
¡Oh, dulcísima delicia!
¡Mujer divina!
SIEGLINDE
Oh, deja que me incline ante ti,
que vea con claridad
ese augusto brillo
que emana de tus ojos
y del rostro
y tan dulcemente
me subyuga los sentidos.
SIEGMUND
A la luna de primavera
resplandeces luminosa,
sublime su halo rodea
tu cabello ondulante:
fácilmente veo lo que me cautiva,
pues mi mirada se deleita
en cuanto contempla.
SIEGLINDE
¡Qué despejada está tu frente,
el ramillete de tus venas
se entrelaza en las sienes!
¡Tengo miedo de la felicidad
que me embelesa!
Un prodigio hace recordar
que hoy te he visto
por primera vez,
pero que mis ojos ya te habían visto!
SIEGMUND
Un sueño de amor
también me hace recordar:
¡que yo ya te había visto llevado
por mi ardiente deseo!
SIEGLINDE
En el arroyo contemplé
mi propia imagen...
y ahora la percibo de nuevo:
¡como antes emergiera
a la superficie del agua,
así me ofreces tú ahora mi imagen!
SIEGMUND
Tú eres la imagen
que yo ocultaba dentro de mí.
SIEGLINDE
¡Oh, calla!
Déjame escuchar tu voz:
me parece haberla oído
siendo niña.
¡Mas, no! La oí recientemente,
mientras el bosque
me devolvía el eco de la mía.
SIEGMUND
¡Oh, dulcísimo sonido,
el que escucho!
SIEGLINDE
Me ilumina la llama de tus ojos:
así me miró
el anciano al saludarme;
cuando dio consuelo
a mi tristeza.
Por la mirada he visto
que eres hijo suyo
¡quisiera darte
su mismo nombre!
¿De verdad te llamas Wehwalt?
SIEGMUND
No me llamo así
desde que tú me amas:
¡ahora poseo
las más sublimes delicias!
SIEGLINDE
¿Y no puedes llamarte
Mensajero de la Paz?
SIEGMUND
Llámame como tú quieras
que me llame:
¡de ti tomaré mi nombre!
SIEGLINDE
¿Pero no llamaste Lobo a tu padre?
SIEGMUND
¡Un lobo era él
para los cobardes zorros!
Pero aquel a quien tan orgulloso
le brillaba el ojo
como a ti, nobilísima,
te brillan los tuyos,
se llamaba Wälse.
SIEGLINDE
Si era Wälse tu padre
y tú eres un welsungo,
él clavó
para ti su espada
en el tronco,
déjame llamarte
como quiera:
¡te llamaré Siegmund!
SIEGMUND
(se levanta de golpe y corre al
tronco del fresno)
¡Siegmund me llamo y Siegmund soy!
¡Testimónielo esta espada
que sin miedo cojo!
Wälse me prometió
que la encontraría
cuando la necesitara:
¡ahora la cojo!
Supremo sufrimiento
del amor sagrado,
extrema aflicción
del fuerte deseo
abrasa mi pecho
empujándome a luchar
hasta la muerte.
¡Notung! ¡Notung!
Así te llamo, espada.
¡Notung! ¡Notung!
¡Precioso acero!
¡Muestra de tu filo
los cortantes dientes!
¡Sal de tu vaina!
(arranca del tronco la espada con
un poderoso tirón y la muestra a
Sieglinde, embargada de asombro y
entusiasmo)
¡Estás viendo a Siegmund, mujer,
al weslungo!
Como dote nupcial
traigo esta espada.
Así pretende él
a la más divina de las mujeres,
de la casa del enemigo
así te rapta.
Lejos de aquí,
sígueme ahora,
vayamos donde ríe la primavera:
¡allí te protegerá Notung,
la espada,
aunque Siegmund
muera de amor por ti!
(la abraza con pasión
para llevarla a fuera)
SIEGLINDE
Si es Siegmund
el que veo,
yo soy Sieglinde,
que te desea:
¡a tu propia hermana
acabas de conquistar
con tu espada!
SIEGMUND
Novia y hermana eres
para el hermano:
¡florece así, pues,
sangre de los weslungos!