Sobre el canto de los pájaros, se eleva (3'27'') la voz de Octavian,
schwärmerisch (apasionadamente), entonando una primera y memorable frase de encendido lirismo:
Wie du warst! Wie du bist!
Das weiß niemand, das ahnt keiner!
¡Lo que fuiste! ¡Lo que eres!
¡Nadie lo sabe, nadie lo sospecha!La respuesta de la Mariscala, en un momento de tales características, puede sorprender por lo cortante: y qué quieres, que lo sepa todo el mundo. La música (3'54'') no suena cortante, pero sí retenida y un tanto burlona, con alguna mueca de las maderas que nos recuerda a
los enemigos del héroe. Pronto (4'07'') Octavian retoma su expansión lírica,
feurig (ardiente),
accelerando più mosso, proclama su felicidad, proclama que él es el único que sabe (pero un pajaro o un enemigo, 4'25'', suelta una carcajada). Y tras unos segundos más en esa vena, Octavian muta, 4'50'', en una suerte de Tristan:
Was heißt das 'Du'? Was 'du und ich'?
Hat denn das einen Sinn?
¿Qué significa ese 'tú'? ¿Que quiere decir 'tú y yo'?
¿Tiene eso algún sentido?Y sí, prosigue Octavian con un elevado parlamento, en el que el bello, por apasionado, tono lírico, no evita que nos demos cuenta, con la Mariscala, de que este chico habla demasiado. Se lo dirá ella en el tercer acto a Sophie: no hables tanto, que ya de por sí eres bastante guapa. A Octavian, aquí, viene a decirle lo mismo:
Du bist mein Bub´, du bist mein Schatz!
Ich hab´ dich lieb!
¡Tú eres mi chico, tú eres mi tesoro!
¡Te quiero!Habla poco, esta Mariscala, pero cuando habla da en el clavo. Momento (6'10'') entonado
leise,
sehr innig (suave, muy tiernamente), que da lugar a que la orquesta, arrobada, recupere (6'45'') el tema del éxtasis ya escuchado en la parte final del preludio (2'20'' de la versión Kleiber).
Pero los pajaros son inexorables (7'05''), y Octavian también. Tras el tú y el yo, es de rigor la imprecación del día como enemigo del amor. Como Tristan, Octavian proclama el dominio de la noche. No obstante, estando como estamos en la Viena de María Teresa, nuestro joven héroe se limita a traducir su pensamiento en la sencilla acción de cerrar las cortinas. La Mariscala literalmente
no puede con la vida de la risa (7'30''). La orquesta está con la Mariscala, y a estas alturas, nosotros también lo estamos ya. Las figuras nerviosas de la cuerda, el tintineo discreto y creciente de una campanilla, el resto de la percusión, nos anuncian que alguien se aproxima. Como al hacer entrar en escena al Rey Herodes, pero de un modo algo (solo algo) menos ominoso:
http://open.spotify.com/track/4NurVDwz2umHyHuaIzHXg9La Mariscala se inquieta. Oye, Octavian, que se supone que no pueden verte aquí. Octavian sigue siendo Tristan, y por tanto le es igual que le vean en el dormitorio con la Mariscala, es más, quiere que suceda así:
Hier bin ich der Herr! No obstante, estando como estamos en la Viena de María Teresa, el que entra en el dormitorio no es el Mariscal, sino
ein kleiner Neger in gelb, un negrito vestido de amarillo que trae el desayuno, ante cuya temible presencia (y la orden de la Mariscala), Octavian se esconde tras el biombo y recoge su espada. Ay, ese negrito, la de cosas que habrá visto a estas alturas de la película. Sin articular palabra, el sirviente dispone ceremoniosamente los objetos del desayuno. La orquesta,
alla marcia con grazia, poco tranquillo, muestra las mismas pocas prisas que el negrito. El momento es magistral: Strauss se divierte alargando hasta la exasperación este momento de poder del pequeño sirviente y de impotencia y humillación de sus amos. Pero la sonrisa es amable y el tono es el de la comedia.