El código HogarthPara introducir su comentario de la escena de la levée, Wanderer incluyó, como quien no quiere la cosa,
un cuadrito de William Hogarth, pintor satírico contemporáneo de la acción de
El caballero de la rosa. Si alguno de ustedes se tomó un poco de tiempo en contemplar la obra, titulada precisamente
The Countess Morning Levée, habrá observado que contiene numerosos detalles presentes en ese momento de la ópera: el peluquero en plena faena, el chismoso con su hoja de cotilleos, el cantante y el flautista… No falta ni el criado negrito. Demasiadas casualidades para no considerarlo fuente de inspiración, supongo que reconocida en algún momento por Hofmannstahl.
Pero la cosa va más allá: Hogarth nos brinda algunas claves más para entender
El caballero… Al menos para llegar a paladear ese punto de acidez que esconde su superficie ligera y dulce. El cuadrito reseñado forma parte de una serie que el pintor inglés tituló
Le marriage à la mode. Se trata de una crítica de los matrimonios de conveniencia, cuestión que tanto preocupaba a los ilustrados dieciochescos y que en nuestro país daría lugar a ese antecedente de la literatura feminista que es
El sí de las niñas de Moratín. No obstante,
Le marriage à la mode despliega su satíra a lo largo de una historia con seis capítulos correspondientes a cada una de los cuadros de la serie. El primero es justamente este:
William Hogarth, Le Marriage à la mode, 1745No creo que sea necesaria mucha imaginación para desvelar las claves de este
código Hogarth. A la derecha, el gotoso noble señala con el dedo su único patrimonio importante, el arbol genealógico, mientras adopta un aire de fatuidad ante el ricachón burgués que, con el notario por medio, examina con atención los detalles de la negociación de la boda de su hija. A la izquierda, los novios: el condesito distraído en no se sabe qué y la joven burguesa entretenida con su pañuelo mientras recibe las atenciones de su futuro
cicisbeo. A ustedes ¿qué les dice todo esto? Yo lo voy a dejar aquí, animándoles a que investiguen un par de cosillas: la relación entre la protagonista de la
levée y la burguesita del contrato, por un lado, y el final de la historia narrada por Hogarth.