LA BOHÈME
Los Otros Padres de la Criatura
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Puccini, Giacosa e Illica
La colaboración de Puccini con sus dramaturgos/libretistas, Luigi Illica y Giuseppe Giacosa, es una de las más exitosas en toda la historia de la ópera italiana; la reunión de grandes mentes artísticas, direccionadas de forma similar, semejante a la asociación de Boito con Verdi o Romani con Bellini.
Aunque Illica y Giacosa serán más recordados por su trabajo con Puccini, cada uno tuvo una activa carrera por su lado.
Esta colaboración (Puccini-Illica-Giacosa) fue organizada por el editor Giulio Ricordi en 1893. La cabeza de la casa editora más importante de Italia durante el siglo XIX, Ricordi, tenía la habilidad de apoyar o descubrir a jóvenes compositores que estaban saliendo adelante.
Habiendo tomado a Puccini bajo su ala protectora, Ricordi intentó contratar a los mejores escritores para trabajar con el joven compositor en su La Bohème. Así, encontró a Illica y Giacosa. Los tres tenían una clara división de responsabilidades cuando trabajaban juntos: era trabajo de Illica planear el escenario (por ejemplo, la división entre actos y escenas, etc.), y bosquejar los diálogos; luego, Giacosa transformaba la prosa en pulidos versos, y finalmente Puccini ponía los versos en música, claro. Esta colaboración fue tal suceso que los tres trabajaron juntos (dividiendo responsabilidades de igual forma) en otras dos operas: Tosca (1900) y Mme. Butterfly (1904)
Esta colaboración terminó con la muerte de Giacosa en 1906. PUccini continuó discutiendo la idea de realizar una ópera sobre la historia de Maria Antonieta con Illica, pero el proyecto jamás tuvo frutos. Para sus siguientes operas, Puccini se volvió hacia otros libretistas.
Al comienzo de la partitura, se cita:
“lluvia o polvo, frío o sol, nada detiene a estos arriesgados aventureros...
Su existencia es una obra del ingenio de estos días, un problema cotidiano que ellos logran resolver siempre con la ayuda audaces cálculos...
Cuando la necesidad aprieta, abstinentes como monjes – pero, si en sus manos cayera un poco de fortuna, allí van a cabalgar en las más fantasiosas materias, amando a las más bellas mujeres y las más jóvenes, bebiendo los mejores vinos y los más viejos y no encontrando jamás las ventanas lo suficientemente abiertas donde tirar el dinero; luego – el último escudo muerto y sepultado – nuevamente a cenar a la mesa redonda de la suerte donde los cubiertos están siempre preparados; contrabandistas de todas las industrias que derivan del arte, de cacería de la mañana a la noche de aquel animal feroz que se llama: el dinero.
La Bohème tiene una forma de hablar especial, una jerga... Su vocabulario es el infierno de la retórica y el paraíso del neologismo.................
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Vida feliz y terrible ! ”
Tras lo cual, cosa poco común, aparece un texto explicativo e introductorio de los libretistas:
"Los autores del presente libreto, más que seguir paso a paso el libro de Murger (tanto por razones de oportunidad teatral y sobre todo musical), han querido inspirarse en su esencia cerrrada en este admirable prefacio.
Si se mantuvieron fieles al carácter de los personajes, si fueron a veces casi meticulosos en reproducir ciertas particularidades del ambiente, si en el desenvolvimiento escénico se atuvieron a Murger subdividiendo el libreto en “cuadros bien distintos”, en episodios dramáticos y cómicos quisieron proceder con la amplia libertad que – errados o no – estimaron necesaria para la interpretación escénica del libro más libre quizás, de la literatura moderna.
Sin embargo, en este libro bizarro, se da que diversos personajes aparecen vivos, reales y netos en unicos caracteres, se encuentra seguido que un mismo carácter tome diversos nombres, se encarne casi en dos personas distintas.
Quién puede no confundir en el delicado contorno de una sola mujer los de Mimì y Francine ? Quien, cuando lee de las “manitos” de Mimì más “blancas que aquellas de la diosa del ocio” no piensa en el manguito de Francine ?
Los autores estimaron propicio revelar tal identidad de caracteres. Les pareció que estas dos alegres, delicadas e infelices criaturas representaron en la obra de La Bohème un solo personaje que se podría perfectamente, en vez de Mimì o Francine, llamar : ideal.
G.G. – L.I.
LOS LIBRETISTAS
Luigi Illica (1857-1919)
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Libretista Italiano. A temprana edad se alejó del mar, en 1876 combiatió contra los turcos. Tres años después, se estableció en Milán, y se hizo muy conocido en los círculos literarios. Un ardiente republicano, fue asociado con el poeta Giosue Carducci en una radical crítica literaria. En 1882 produjo una colección de bocetos en prosa, Farfalle, efetti di luce, y el siguiente año escribió su primera obra dramática, I Narbonnier-Latour en colaboración con Ferdinando Fontana. Su más grande suceso en este campo fue la comedia en dialecto milanés, L’eriditaa di Felis (1891).
La actividad de Illica como libretista comienza en 1889 con la cruelmente melodramática Il vasallo di Szigeth escrita para Smereglia. La asociación con Puccini comienza en 1892, cuando Leoncavallo sugiere que Illica complete el atormentado libreto de Manon Lescaut. Cuánto del trabajo de Domenico Oliva quedó en el texto final, incluyendo los cuatro actos enteros, no se sabe, pero Illica con buen tino mantuvo su nombre en la portada, y el libreto fue publicado sin ningún tipo de atribución hacia él. En las próximas trés operas de Puccini – La Bohème, Tosca y Mme. Butterfly – Illica trabajó en colaboración con el escritor teatral Giacosa, que versificó el diálogo que el colega había bosquejado. Cuando Giacosa murió en 1906 Puccini se volvió a otros libretistas, aunque siguió conservando a Illica empleado en el libreto de Maria Antonieta, que nunca se llevó a cabo; su fallo a realizarlo hace creer en una brecha permanente entre ellos.
Los 35 libretos de Illica recorren la gama del gusto contemporáneo, desde las proximidades del verismo al drama histórico, desde el simbolismo del art nouveau hasta las evocaciones a la comedia del arte, y alcanza tan lejos como la adaptación de Tess of the D’Urbevilles de Thomas Ardí. Aunque “insignificante” como literatura, mostraron considerable sentido escénico y una buena inventiva (fue uno de los primeros libretisas en ingeniar sus propias tramas, como en Andrea Chenier y en Liberia). Era especialmente talentoso con lo que podríamos determinar “dinámica” o “cinética” de conjunto, durante los cuales la acción continúa moviéndose (por ejemplo, el enlistamiento de las prostitutas en Manon Lescaut, o la escena del Café Momus en La Bohème, la marcha de los Representantes del Pueblo en Andrea Chenier). Por sobre todo, fue instrumento importante en el rompimiento del sistema italiano rígido de métrica óperística, en líneas de métrica irregular, que Giacosa bromenado refería como “illiacasílabos”, pero que eminentemente servían al estilo musical prevalenciente en la época.
Entre los libretos que escribió, solo o en colaboración con otros libretistas, figuran: para Catalani: La Wally; para Giordano: Andrea Chènier y Siberia; para Mascagni: Iris, Isabeaux y Le Maschere; para Panizza, Aurora (eso lo convierte en el autor de la letra de nuestra “Canción a la Bandera”
), para Alfano: La fonte di Enschir.-
Giuseppe Giacosa (1847-1906).
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Comenzó su carrera profesional no como escritor, si no como abogado. Se garduó en leyes en la Universidad de Turín, e inmediatamente se unió a la firma de su padre en Milán. Por esos años, el joven tuvo la oportunidad de ser parte del mundo literario de Turín, haciéndose amigo con escritores como Sacchetti, Boito y Camerana, relacionados con la Sociedad Dante Alighieri. Su primer real debut como escritor vino escribió Non dir Quattro se non l’hai nel sacco, pero se traspasó permanentemente al mundo literario, sin embargo, cuando su comedia versificada de un acto, Una partita a sacchi, se convirtió en un suceso popular. Entre 1888 y 1894, Giacosa sostuvo la cátedra de literatura y arte dramático en el conservatorio de Milán. Pero cuando sus textos teatrales comenzaron a ganar verdadero suceso, abandonó la enseñanza para dedicarse a escribir para el teatro full-time. En este período, Giacosa escribe textos con una orientación naturalista inspirado por sucesos corrientes, como por ejemplo, una de sus piezas maestras Triste Amori (1887) pero rápidamente modera el naturalismo presivo y usa un tono más crepuscular, que puede ser encontrado en Come le Foglie, donde la influencia de Ibsen está insinuada, aunque es más explícita en I Diritti dell’anima (1904) y Il Più forte (1904).
Aparte de estos textos teatrales, que lo convierten en uno de los más significativos escritores de principios del 1900, es importante mencionar su colección de historias NOvelle e paesa valdostana (1886), y fundamentalmente los libretos escritos en colaboración con Illica para las más famosas operas de Puccini: La Bohème, Tosca y Mme. Butterfly.
Sus obras, que tratan mayormente de la vida en el Piedimonte y reflejan las actitudes burguesas de sus días, son notorias por su simplicidad y percepción. Entre ellas están Triste amori (1888), La Dame de Challant, escrita en francés para Sarah Bernhardt y producida por ella en Nueva York en 1891; Come le foglie (1900), Il più forte (1904).