Otra curiosidad, además de la pulsión contadora de los vampiros (gracias, Dilettante, es útil tener una ejemplar en el foro para dudas).
Hemos terminado con la guia de audición, y en la última escena el vampiro es fulminado por un rayo y desciende a los infiernos. Este pequeño problema escénico, hacer desaparecer un actor del escenario, no estaba resuelto en aquellos tiempos. Fue precisamente para el estreno del Vampiro (no el de Marschner, sino el melodrama de Planché) en el Lyceum (English Opera House) en 1920 cuando se inventó el sistema de la trampilla que haría posible la magia. Se volvió a usar en 1829 para la adaptación de la ópera de Marschner.
La trampilla se hizo tan popular que en algunos diccionarios, un significado arcaico para las palabras inglesas "vamp" o "vampire" era esa, precisamente: trampilla de escenario.
No fue la única contribución al desarrollo de los efectos especiales: Pfitzner inventó para Hans Heiling un sistema para que el libro mágico pase sus hojas sin que nadie las toque, a gran velocidad, para reforzar el motivo del terror de Anna. Consistía en un sistema muy sencillo. El libro estaba apoyado sobre una mesa con un sobre practicable y oculto. El lomo del libro era en realidad un rodillo, y un técnico daba vueltas al rodillo desde debajo de la mesa para producir el paso de las páginas a gran velocidad.