akhnaten03 escribió:
Entonces cuál es el final definitivo?
Me gusta que me hagas esta pregunta, precisamente en este día, porque me permite ofreceros una primicia mundial que nos colocará en la vanguardia de todas las webs dedicadas a la investigación de
Les Contes d´Hoffmann, y que probablemente nos conceda una subvención de 3000 euros o más.
Hace poco estuve pasando unos meses en Marsella, hermosa ciudad portuaria.
Con motivo del
Roberto Devereux concertante en el que Mariella Devia estrenaba Elisabetta, se acercaron a la susodicha ciudad los foreros Carl Tunner, Jane, Arian y Peter Quint, con los cuales estuve paseando placenteramente por Marseille la nuit.
El domingo por la magnana, antes del
Devereux, fuimos los cinco en barco a hacer la típica visita turística al Castillo de If, en una islita frente a la costa francesa.
Lo que allí descubrimos será un desafío a la credulidad de muchos pero sucedió así:
deambulando un tanto distraidamente por los pasadizos, las azoteas (donde Tunner se marcó un
Adiós a la vida de Cavaradossi, en el que galleó de lo lindo, por cierto), llegamos a la celda del Conde de Montecristo. Muy austera, un somier de muelles desvencijado, una mesita, una silla.
Jane se estaba acercando al ojo de buey embarrotado por el que entraba la única luz desde el exterior, para echar una foto, cuando de repente se tropezó y cayó (estuvo en un tris de romperse la crisma contra la mesilla del conde).
Cuando Arian fue a ayudarla a levantarse, vio que con lo que se había tropezado era de hecho una losa del suelo que se movía.
Que se movía... y que yo, todo curioso, levanté...
Lo que había debajo, agarráos, eran 200 páginas firmadas por Offenbach, llenas de pentagramas.
Todos nos quedamos un poco estupefactos.
Arian y Tunner, en plan tifosi
comme il faut, hicieron un mohín y un poco despectivamente dijeron:
Bahh, Offenbach, enterntainment pa las masas.
Pero Jane:
Un momento aquí pone algo...Y leyó en voz alta:
"
Auténtico final del Acto de Giulietta, que ya está bien. Firmado: Jacques Offenbach."
Al ver que se trataba de
Los Cuentos, los dos tifosi empezaron a mostrar interés, pues sin ser
Hoffmann propiamente carne de tifosi, siempre ha sido del agrado de ellos por lo lucido que es el papel del tenor.
Fuimos inspeccionando juntos la partitura y, no sólo no salíamos de nuestro asombro, sino que los ojos se nos abrían como platos:
la música era completamente vanguardista, había saltos interválicos extremos, melodías de timbres, series dodecafónicas de manual, con su inversión, su espejo (en el
Duo del Reflejo) y su inversión del espejo. Todo eso más de 30 agnos antes del
Pierrot Lunaire.
El argumento se desviaba ligeramente del planteamiento tradicional, pero arrojaba una nueva luz a la interpretación global de Hoffmann.
En él, Giulietta resultaba ser una espía al servicio de Nicklausse quien ("disfrazado de Hoffmann", según las indicaciones) se había pasado al lado de los malos. Dapertutto es un sarasa cargado de joyas que intenta conquistar a Hoffmann mostrándole bisutería. El Hoffmann auténtico se ve enfrentado al falso Hoffmann. Dapertutto está desconcertado. Comprende que sólo un beso de auténtico amor podrá deshacer el caos. Besa a uno de los dos, que lo raja con su espada. El otro Hoffmann se vuelve loco creyendo que ha sido él. Giulietta y Hoffmann se van de allí.
En la última página hay una extragna anotación en la parte inferior: "El verdadero es el falso" ("
Le vrai, c´est le faux", en el original).
Atónitos, volvimos en barco a Marseille, donde disfrutamos del
Roberto Devereux citado.
Peter Quint, que en un momento dado había desaparecido en nuestro deambular por el Castillo, nos esperaba en la puerta del Teatro como si tal cosa, con su sonrisa de siempre.
Yo me quedé con las partituras para hacerlas analizar por expertos. Hace un par de días me han comunicado que son auténticas.