Voyez, voyez, j'ai les mains pleines de fleurs.Otro cambio de color ( 2:28 ) nos lleva a la tercera escena, inundada de una luz reverberante.
En esta escena casi toda la conversación gira en torno al clima, la luz y la sombra. Entramos ya en un lenguaje plenamente simbolista, que no explica ni desarrolla acontecimientos externos de la historia, sino que describe con connotaciones poéticas el entorno y los sentimientos de los personajes.
Geneviève conduce a Mélisande por los jardines que rodean el castillo: son oscuros, hay sitios donde nunca da el sol y cuesta acostumbrarse... Geneviève recuerda que a ella también le asombró tanta oscuridad cuando llegó, pero de eso hace mucho: "il y a longtemps..." (3:05, la orquesta se calla para dejarla recordar).
Sin embargo el mar está cerca, con toda su claridad: de l'autre côté vous aurez la clarté de la mer (y en 3:20 la orquesta nos deslumbra). Oyen que se acerca alguien. Es Pelléas, que viene de la parte del mar. La alegría y la luz inundan el encuentro, hasta que notan que el mar está sombrío (4:11). Pelléas dice que esa noche habrá tormenta. “Uno se haría a la mar sin saberlo, y no volvería jamás” (4:32) dice Pelléas.
A lo lejos se oyen a marineros maniobrando, con una cantinela basada en el puntillo de Golaud.
Los tres están atentos a ver pasar el barco por la parte iluminada del mar. Es el barco en que vino Mélisande. Temen que pueda naufragar por la tormenta. ¿Un temor quizá por el destino de Mélisande también?
Cae la noche (6:25) y es momento de volver. Justo antes de decir Geneviève que hay que volver, se insinúa el tema de Golaud, que se presenta por primera vez asociado tal vez al deber, a las obligaciones de Mélisande para con él. Geneviève los deja solos, para que Pelléas acompañe a Mélisande. Este primer acercamiento, aún tímido, está descrito con la mayor inocencia. Si algo ocurre, es sin que ellos mismos lo intuyan siquiera. Pelléas le ofrece la mano, pero ella no puede cogerla: “mira, tengo las manos llenas de flores” (7:25) y también la orquesta se llena de color y perfume.
Pelléas dice que quizá se vaya al día siguiente. “¿Por qué te vas?”, pregunta Mélisande. ¿Qué hay en esa pregunta? ¿Curiosidad,interés, decepción, tristeza ...o quizá simple cortesía o nada en particular? El texto y la música parecen sugerirlo todo a la vez. Quizá ya empiece a nacer algo entre ellos, quizá es sólo imaginación nuestra... Y con la pregunta en al aire, en una ambigua suspensión, se deshace discretamente el primer acto.