ACTO II
Escenas I y II
Sir Hervey se presenta en los aposentos de la Reina:el rey ha ordenado que las damas de compañía de Anna se presenten ante los jueces.
-Coro de Damas "Dove mai ne andarono" y diálogo posterior de Sir Hervey con la reina y sus damas de compañía.
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DAMAS
¿Dónde está
la turba aduladora,
que junto a ella venía
en otros días más felices?
Seymour, la mismísima Seymour,
de Ana se alejó.
Pero nosotras siempre ¡oh, desdichada!
siempre contigo estaremos,
tanto si tu victoria se apresta
como si es la derrota final.
Pocos, pero tiernos corazones,
el destino te dejó.
¡Ah, sí! ¡Ah, sí!
Hela aquí cómo, pálida y afligida,
mueve apenas sus pies.
-DAMAS
¡Reina!...
Recobrad el valor,
y en el Cielo confiad.
Las lágrimas tienen su límite,
perecer la virtud no puede...
Pocos, pero tiernos corazones, etc.
Las lágrimas tienen su límite, etc.
ANA
¡Oh, mis fieles!
Sólo vosotras habéis permanecido
en mi desventura para consolarme.
Toda esperanza, es cierto,
puesta está en el Cielo,
en él solamente...
En la tierra no hay consuelo
para mi ruina.
(Hervey entra con los guardias)
¿Qué es lo que os trae aquí Hervey?
HERVEY
¡Mi Reina!...
Me duele el amargo deber
que me ha encargado cumplir
el Consejo de los Pares.
ANA
¿Y bien? Hablad.
HERVEY
(señalando a las Damas)
Dicho Consejo
las llama ante su presencia.
DAMAS
¿A nosotras?
ANA
¡El rey está decidido
en su propósito!
¿Tantas heridas a mi corazón
él infligirá?
HERVEY
¿Qué puedo decir?
ANA
Debo someterme a la voluntad real,
cualquiera que ella sea.
De mi inocencia
dad vosotras testimonio,
tiernas amigas...
DAMAS
¡Oh, día funesto!
ANA
(abrazándolas)
Id.
(Las damas salen conducidas por Hervey)
Escena III
Una vez la Reina queda sola, recibe la visita de Giovanna, que la ruega salvar la vida confesándose culpable y renunciando al trono; la reina se irrita al darse cuenta que el Rey ama a otra mujer. Giovanna confiesa entre lágrimas ser la nueva favorita, pero Anna, conmovida por su dolor, la perdona y consuela de cara al difícil futuro que la espera.
-El fabuloso dúo entre Anna Bolena y Giovanna Seymour.
Callas -Simionato
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Sills-Verrett
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Siguiendo a Ashbrook, este dúo es un diálogo dramático en el que las voces, de manera inhabitual, sólo se sobreponen en la coda conclusiva. La escena inicia con la plegaria de Anna en solitario ("Dio, che mi vedi in core"). Seymour entra llevando el mensaje de Enrico: La reina debe declararse culpable si quiere salvar su vida. Ana en ese momento da rienda suelta a toda su cólera y su desdén, prediciendo que su fantasma perseguira al rey y a la nueva reina ("Sul suo capo aggravi un Dio il suo braccio punitore").
Conmovida por la sucesiva confesión de Seymour, (su rival no es otra que ella) que suplica el perdón de la reina (" Dal mio cor punita io sono... Inesperta... lusingata...") Anna reconoce que su rival es la menos culpable de los dos y la perdona ("Va infelice e teco reca, il perdono di Bolena"). All final del dúo, las dos voces se unen: Anna para expresar su perdón y compasión, Seymour, su remordimiento. Donizetti se resiste a la tentación de hacer con este texto una tradicional aria y cabaletta a dos, con intercambios de frases y cadenze, buscando, sin embargo una mayor espontaneidad dramática.
Donizetti lleva adelante el diálogo en forma, o de dúltil arioso, o de recitativo acompañado. En el curso de esta escena, Anna por dos veces, desahoga sus sentimientos. La primera vez invoca la ira divina en contra de su rival (realmente impresionante ahí la Callas), la segunda exhorta a Seymour a incorporarse y la absuelve de una culpa, que en sustancia, no es suya. Esta ultima frase introduce "Va, infelice e teco reca" de Anna que ejerce de contrapeso a la confesión de Seymour, ésta inicia la coda (più mosso) "Ah peggiore è il tuo perdono" con una frase que recuerda aquélla con la que había expresado a Enrico sus remordimientos en le acto I.
Este dúo, muy claro en su desarrollo dramático, constituye uno de los puntales de Anna Bolena y testimonia el esfuerzo de Donizetti por superar las convenciones formales para encontrar la verdad dramática
ANA
(Se arrodilla alzando las manos al cielo)
¡Oh Dios, que ves en mi corazón,
a Ti me dirijo, oh Señor!
Si merezco tanta deshonra
juzga Tú, juzga Tú, oh Señor.
(Se sienta llorando)
JUANA
(entrando, para sí)
La desdichada está llorando...
¡Ay! ¿Cómo podré soportar su mirada?
ANA
¡Ah! Sí, los afanes de la infeliz aragonesa,
no serán inútiles,
y un terrible castigo tu rigor me destina.
Demasiado terrible...
demasiado...
JUANA
(se aproxima llorando, se postra a sus pies y le besa las manos)
¡Oh, mi reina!
ANA
¡Seymour! ... ¡Vuelves a mí!
¿No me habías olvidado?...
Levántate... ¿Qué es lo que veo?
¡Palideces!... ¿Tiemblas?
¿Me traes quizás nuevas desventuras?
JUANA
Horrendas...
Extremas...
¿Qué alegría podría yo traer?
¡Oh, no!... Escuchadme.
Tal es la trama que se ha urdido
para que os perdáis.
A toda costa quiere rotos el rey
los desgraciados lazos que os unen a él.
La vida al menos,
ya que no podéis el nombre real,
¡la vida al menos,
salvad!
ANA
¿Y cómo? Explícate.
JUANA
Decirlo me hace temblar.
Pero debo hacerlo.
Si os confesáis culpable
obtendréis el divorcio del rey
y salvaréis la vida.
ANA
¿Qué dices?
JUANA
El destino, que os persigue,
no os deja otra escapatoria.
ANA
¿Y puedes tú aconsejarme eso?
¡Tú, mi Seymour!
JUANA
¡Ah, por piedad!
ANA
¿Qué yo compre la vida con la infamia?
Y tú, Seymour,
¿tú puedes aconsejarme eso?
JUANA
¿Acaso deseáis la muerte y la infamia?
¡Mi reina! ¡Oh, cielos, ceded!
Os lo aconseja el rey;
os lo suplica la malvada
que el amor de Enrique
ha destinado al trono.
ANA
¡Oh! ¿Quién es esa mujer?
¿Tú la conoces? Habla.
¿Tuvo la audacia
de aconsejarme tal vileza?
¡Una vileza así a su reina!
Habla: ¿quién es ella?
JUANA
(sollozando)
Una infeliz...
ANA
¿No ves lo que ella me ha hecho?
Que sobre su cabeza haga caer Dios
su brazo justiciero.
JUANA
¡Escuchadme!
ANA
¡A la par del mío sea destrozado
su despreciable corazón!
JUANA
¡Ah, perdón!...
ANA
¡Sea de espinas la corona...
JUANA
¡Perdón!... ¡Escuchadme!...
ANA
... que su cabeza ambiciona!
JUANA
¡Por Dios! ¡Por caridad, escuchadme!
(El furor de Ana va en aumento.
Juana se alarma)
ANA
Que sobre la almohada del lecho real
se instale el temor y la sospecha.
Que entre ella y su esposo culpable
surja mi espectro amenazante,
y que el hacha a mí concedida,
aún más cruel, se la niegue el rey...
JUANA
¡Ay!
ANA
...y que el hacha a mí concedida,
aún más cruel, se la niegue el rey,
que el hacha a mí concedida,
aún más cruel, se la niegue el rey, etc.
JUANA
(postrándose y abrazando
las rodillas de Ana)
¡Ah! ¡Perversa sentencia!
Me muero...
¡Ah, basta! ¡Basta!
¡basta por piedad!
ANA
No, que mi espectro...
JUANA
¡Ah, callad! ¡Por piedad!
ANA
... amenazador...
JUANA
¡Por piedad!
ANA
...que mi espectro...
JUANA
¡Por piedad, basta!
(Ana comprende que su rival es Juana)
ANA
¿Tú? ¿Qué es lo que oigo?
JUANA
¡Así es! Postrada está a vuestros pies
la traidora.
ANA
¡Mi rival!
JUANA
Pero destrozada...
ANA
¡Tú!
JUANA
...por los remordimientos e infeliz.
ANA
¡Márchate!... ¡Márchate!...
JUANA
¡Ah, no! ¡Perdonadme!...
ANA
¡Ah! ¿Qué es lo que oigo?
JUANA
¡Ah! Perdonadme...
ANA
¡Márchate, márchate!
JUANA
¡Ah! ¡Perdonadme!
ANA
¡Tú!... ¿Mi rival?... ¡Dios!
¿Tú? ¿Tú? ¿Seymour?
¡Tú mi rival!
(Crece la pasión en Juana, mientras Ana se va enterneciendo de a poco)
JUANA
¡Ay! ¡Perdonadme!
De mi propio corazón soy rea...
Inexperta... adulada...
ANA
¿Ella...
JUANA
... infeliz....
ANA
...mi rival?
JUANA
... fui seducida...
ANA
¡Ah!
JUANA
... inexperta...
ANA
¡Ella!
JUANA
...engañada.
ANA
¡Dios mío!
JUANA
Amo a Enrique, y ello me avergüenza.
¡Ay, mi suplicio es este amor!
ANA
Vete.
JUANA
Gimo y lloro,
pero mi llanto... ¡ah!...
ANA
Vete.
JUANA
... no puede sofocar al amor.
ANA
¡Ah, vete!
JUANA
Gimo y... lloro, y...
ANA
¡Ah, márchate!...
JUANA
... mi llanto...
ANA
¡Vete!
JUANA
... no logra sofocar al amor, no, etc.
ANA
Levántate, levántate.
Es culpable sólo aquél
que encendió tal pasión en ti.
(Ana la levanta y la abraza)
Vete, infeliz, y lleva contigo
el perdón de Bolena.
Furiosa y ciega en mi dolor,
deseé para ti un terrible castigo...
Tu perdón pido a Dios,
y concedido me será.
Tu perdón imploro a Dios,
y concedido me será.
¡Que permanezcan en este adiós,
mi amor y mi piedad!
Sí, etc.
JUANA
¡Ay de mí! Peor es vuestro perdón
que el desdeño que yo temía.
Como castigo me dejáis un trono
por el delito del que soy culpable.
En el más allá me espera un justo Dios,
que perdón para mí no tendrá.
¡Ay! Este abrazo será el primero
de los tormentos que Él me dará,
sí, que Él me dará.
ANA
Tu perdón pido ahora a... Dios...
JUANA
¡Ay!... ¡Para mí perdón no...
...ah!
ANA
... Él me lo concederá.
Aquí podemos escuchar a Renata Scotto con Susanne Marsee en Filadelfia 1975
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