Acto tercero.
Abren vientos y timbales en tono sombrío, girando sobre los motivos de Barak y su esposa.
Cuando el telón sube nos ubicamos en algún sitio bajo la tierra. Se agregan arpas y celestas, con reminiscencias del tema de los Niños No Nacidos
Dos cuartos separados por una delgada pared. En uno de ellos Barak, en el otro su mujer. Ninguno de ellos sabe de la existencia del otro.
Lucen desesperanzados.
Vientos suaves con bajos de fondo hacen una breve introducción.
Nuevamente se oyen las voces de los Niños No Nacidos como tortura para la Mujer.
En un nuevo monólogo (En realidad es un diálogo que comienza con el cello y luego es tomado por todas las cuerdas), la Mujer ruega por silencio y le pide perdón a su esposo.
A su sollozo se les une las flautas en compases semejantes al grito del halcón.
Barak responde en su incomunicación. Apoyado en los cellos, el tono es de perdón.
Mucha atención a este soberbio fragmento que luego se transforma en un espectacular duo:
Mir anvertraut dass ich sie
herge, dass ich sie
trageauf die se Händen
Este fragmento es considerado por muchos críticos la cumbre de esta opera (y repito que no es pcoo decir).
Después de 3 minutos de gran musicalidad Barak se lamenta por no haber podido ver a su esposa una vez más y calmar sus temores: sentimientos que implican haber pasado la primera de las Pruebas.
Lo confirman las trompetas que le dicen que es libre de dejar su prisión:
“Auf,gehnach o ben, Mann, der Weg ist frei”.
Las luces destacan una escalera tallada en la pared de piedra.
Impulsado por extrañas voces Barak comienza a subir lentamente. La Mujer sigue sus pasos mientras que pesadas nubes cubren la escena.
Surge un interludio apasionado que termina con clarinetes y oboes que repiten el letimotive del segundo monologo del Emperador.
El cambio de escena se realiza sin telón.
En un barco sin timonel, la Emperatriz descansa con su cabeza apoyada sobra la falda de la Nurse. Al llegar a una supuesta orilla el ambiente se hace más luminoso y mientras la Nurse la retiene ella trata de desembarcar ante la mirada del Mensajero.
El tema que desarrolla el clarinete es el nos había maravillado con el cello en el segundo acto.
Todo este momento es tenso y extremadamente musical aunque algo confuso en cuanto al libreto.
Inmediatamente, surge el fantástico dúo entre la Nurse y la Emperatriz, con fanfarrias celestiales en el medio y la sempiterna presencia de Keikobad.
La emperatriz desea el agua de la vida. La Nurse, trata de disuadirla en una larga exposición arrojándose a sus pies en una dramática súplica:
Ha’b Erbamem!
(Tened piedad!).
La Emperatriz finalmente atraviesa la puerta que se cierra tras ella, sin que la Nurse pudiese seguirla. La Nurse se queda imprecando:
Betrug ist die Speise, nach der sie gieren!
(Quién necesita un hombre?
El fraude es el alimento a los cuales ellos pertenecen!)
y luego:
Menschen! Menschen!
Wie ich sie hasse!
(Hombres! Hombres!
Oh como los odio!).
Como si no hubiese más tiempo, los hechos se precipitan.
La Mujer busca y clama por su esposo, aún si el deseo de él es matarla.
La Nurse continua con sus imprecaciones contra los hombres y Barak.... olvidado de sus rencores busca a su mujer con frenesí.
La Nurse trata de convencer a Barak de que su Mujer lo busca solo para guiarlo hacia la muerte y que debe vengarse castigándola:
Strafe sie, räche dich, schnel!
(Castígala! Véngate de ella!. Rápido!)
Nace un espléndido cuadro con tono profundamente dramático y toda la percusión en acción, incluyendo platillos y redoblantes.
Entre truenos y tormentas, la oscuridad se hace presa del escenario.
La Nurse ha caído en desgracia total y al tratar de entrar al templo de la montaña el Mensajero le impide el paso. Por haber fracasado en su misión la envía en el barco hacia el mundo de los hombres.
Ella sube y se desmaya mientras la orquesta estalla en una tormenta fenomenal. Testigo de la escena, Barak se aterra.
Tras la música, las voces de los personajes (la Emperatriz, la Mujer y Barak) buscándose, guiándose.
La escena cambia gradualmente hacia un templo.
Aparece la Emperatriz y espíritus portadores de antorchas. Todo en penumbras.
Breve recitado intercalado de la Emperatriz. Esta pide ayuda y consejo a su padre.
La introducción del primer violín clásicamente straussiano nos hace olvidar por un momento la trama; junto al momento del cello del 2º acto son dos piezas que bien podrían estructurase separadamente.
La voz de la Emperatriz surge brusca y progresivamente, lista a someterse al juicio de Keikoboad. Sienta sus pianísimos mezclados con el violín y el tenue fondo orquestal.
La Emperatriz le confiesa a a su padre haber fracasado en conseguir una Sombra, aunque ha comprendido el significado del sacrificio .
Es el motivo del Sacrificio:
....canta la trompa apoyándose en un arpa
....el violín hace escalas ascendentes.
....el arpa continua con xilófonos y oboes.
En respuesta al alegato de la Emperatriz aparece una fuente con El Agua de la Vida , por eso las arpas y celestas en un efecto casi continuo.
Se hace visible un Ser Espiritual - El Guardian del Umbral- que estimula a la Emperatriz para que beba de la fuente; de esa forma adquirirá la sombra de la Mujer de Barak y las características de la humanidad (en realidad Hofmannsthal había originalmente descrito dos de estos seres y con mucho más de demoníaco que de divino)
Doech weich’ich nicht!
Mein Platz ist hier
(Aun no me iré,
mi lugar es este).
dice la Emperatriz.
En ella ha comenzado a tomar forma la duda sobre el destino de la Mujer en el caso que le ceda “su” sombra.
Los temas de la Culpa y la Ansiedad marcan su remordimiento.
Finalmente rehusa beber.
Ha pasado su Prueba.
Aliviada de haber tomado una decisión, pasare lo que pasare, la Emperatriz clama para que su padre, Keikobad, se muestre y la juzgue, pero en lugar de aparecer Keikobad se ve al Emperador petrificado.
El recitado de la Emperatriz hace más dramático el momento, precedido por los golpes de gong.
Ella no tolera su impotencia ante la imposibilidad de hacer algo por su marido y cae cubriéndose la cara con las manos.
No puede cantar; su lamento es prosa:”....se ha cumplido el destino!!”..
Se arrastra aproximándose a la estatua. La escoltan bajos, trombones (que se ubican detrás del escenario reforzando a la orquesta) y hasta un órgano.
Pide morir.
Su terror se incrementa cuando ve que los ojos del petrificado Emperador adquieren un brillo especial y siguen sus movimientos.
Voces subterráneas repiten el tema del Halcón y el custodio de la fuente del Aguda de la Vida, vuelve a tentar a la Emperatriz.
El Guardián del Umbral repite sus sentencias para seducirla.
Para hacer a la oferta más tentadora, el misterioso personaje le dice que con solo acceder verbalmente (ya no hace falta que beba el agua) no solo logrará su Sombra, sino que volverá a la vida al Emperador.
Arrastrándose por el piso la Emperatriz duda.
En esos momento se oyen las voces desesperanzadas de Barak y su mujer, entremezcladas con el motivo de Kaibobad.
La Emperatriz se derrumba en llanto, deseando morir antes de sucumbir a esa doble tentación!.
Con total silencio orquestal, declama dramáticamente:
Ich will nicht!
(Yo no lo haré!!).
Cuerdas con sordina anuncia la desaparición de la fuente.
Agudo trémolo de cuerdas precede al tema de la Emperatriz, ahora en un violín.
El tema de la Sombra aparece disfrazado Una larga sombra “arranca” desde los pies de la Emperatriz.
El Emperador se despetrifica y desciende hacia ella en otra memorabke página tenoril, llena de arrebato.
Las voces de los niños llaman madre y padre a la pareja imperial. Estos estallan en un dúo intensamente romántico.
El escenario cambia a un espectacular paisaje con una cascada en el medio: el reino de Kaikobad
Bajo tonos épicos, la pareja sube hacia las alturas.
Ya un poco olvidados, reaparecen la Mujer y Barak en. Los niños les cantan :
Mutter,dein Schatten!
(Madre, tu sombra).
El tema de la Sombra sufre una transformación musical y también la Sombra propiamente dicha, que se convierte en un dorado puente (había sido el tema que los Cuidadores Nocturnos cantaron en el primer acto).
En el escenario se extiende una de las telas que vimos en la casa de los Barak. Es el puente-unión de la familia, en donde la vida se perpetúa y que permite el encuentro de las dos parejas, mientras que un un himno en Mi mayor brota de Barak.
Se les une el Emperador para que luego y con la brillantez que esperamos y encontramos, las dos parejas finalizan la obra aunque las ultimas palabras pertenecen al coro de niños no nacidos, cantando (un tanto misteriosamente):
¡Hermanos! ¡Amigos!
Padre, nada te amenaza...
Madre, el miedo
que te confundía
ha desaparecido.
¡Si hubiera alguna vez una fiesta,
nosotros seríamos en secreto
no sólo los invitados,
sino también los anfitriones!
Todo el final, desde que la Emperatriz reniega de la sombra siempre me ha parecido que guardaba una enorme similitud con el final de Fidelio, tanto por su longitud y su subyugante snfonismo cuanto por los temas de la Justicia y el amor conyugal...pero a lo mejor es rayada mía, jeje!!
En fin, así acaba (por fin, dirán algunos
) LMSS.