Prima le parole…
Y volvemos a saludar a Busenello, nuestro
libretista del mes.
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Gian Francesco Busenello (1598–1659) había nacido en una familia de la aristocracia veneciana y además de su dedicación profesional a la abogacía consagró sus ocios a la literatura, entretenimiento habitual de la alta sociedad veneciana del momento, con una obra extensa y variada, que incluía poemas, idilios, melodramas…. Mundano y algo cínico, pronto encontró un lugar en los círculos literarios venecianos más elitistas, como las veladas de la
Casa Morosini, ó la
Accademia degli Incogniti, fundada por Francesco Loredano.
Este es el aspecto actual del Palazzo Morosini, sede de una de aquellas exquisitas tertulias:
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En el círculo de la
Accademia degli Incogniti había personajes como Antonio Rocco, filósofo libertino, enemigo de Galileo Galilei y autor de una apología de la pederastia, titulada
L’Alcibiade fanciullo a scola (Venecia 1652). También formaban parte los Strozzi. El padre, Giulio Strozzi, era un poeta licencioso. Su hija era la cantante y compositora Barbara Strozzi.
Aquí tenemos a padre e hija, que mantenían una relación aún más estrecha y cercana que la del parentesco…
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Busenello también fue autor de otros libretos, como
Gli Amori d’Apollo e di Dafne (1640) y
Didone (1641) para Francesco Cavalli. Entró en contacto con Monteverdi por medio del libretista Giacomo Badoaro, otro miembro de la aristocracia veneciana. Con todo, el libreto de LIP no es enteramente de mano de Busenello; los puntos débiles que aparecen en los libretos escritos por Busenello para Cavalli fueron evitados por Monteverdi, que era muy exigente en este aspecto, y que por ello habría participado en la redacción final del texto. Para mejor expresar en la música los afectos del texto, Monteverdi intervenía en la redacción de sus libretos, como fue el caso de la ópera perdida
Le nozze d’Enea con Lavinia (1641), con texto de Giacomo Badoaro, donde el libretista hubo de ajustarse sobre todo a las emociones, como lo deseaba el compositor, ó también en la propia LIP. No es extraño que Monteverdi, convencido de la importancia y del poder de la palabra –para él, la música había de ser sierva de la palabra, realzando las emociones y sentimientos del texto–, cuidase por sí mismo de que el libreto respondía perfectamente a lo que quería expresar.
Y es que a pesar de que los teatros de Venecia se acercasen al concepto del negocio teatral tal como lo concebimos hoy en día, el público de la época tiene muy poco en común con el de nuestros días. El auditorio de los teatros venecianos del XVII estaba compuesto en gran medida de un público culto, que comprendía los códigos presentes en un texto lleno de referencias a la historia antigua, a la filosofía estoica y a la poesía de la época. Hoy en día hay que explicarlo todo; en la época, el público podía captar el complejo juego de simbolismos, hipotextos, imágenes y recursos musicales en relación con el texto que estaban presentes en LIP y en las óperas que subían a los escenarios de la
Serenissima.
He aquí el Teatro SS. Giovanni e Paolo, donde se estrena LIP:
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El libreto de Busenello para LIP se conserva hoy en día en una decena de manuscritos e impresos, no siempre relacionados con ejecuciones de la obra. El drama fue publicado en 1656 en en la edición conjunta de los textos teatrales de Busenello, titulada
Delle ore ociose (Venecia, Giuliani, 1656).