Sutherliano escribió:
Carestini, me descubro.
Y una petición ¿podrías comentar algo sobre los prólogos en la ópera de la época? Me parecen maravillosos; como el del Retorno de Ulises
Mortal cosa sn io, fattura umanaO el de la Calisto
Respondo ahora al post de Sutherliano interesándose acerca de los prólogos en las óperas barrocas de la primera mitad del XVII.
Los prólogos tenían dos funciones fundamentales: presentar de una manera muy abreviada la acción de la ópera al público, y pedir silencio para que comenzase la representación. Y con el tiempo, van cambiando los prólogos. En las primeras óperas, es un solo personaje alegórico el que interpreta el prólogo, que suele tener una forma de aria de variación estrófica. En las dos
Euridice florentinas, de Peri y de Caccini (1600), es la Tragedia personificada quien canta el prólogo. Monteverdi recurre en
L’Orfeo (Mantua, 1607) a la personificación de la Música. Ya en 1632 y en el ambiente musical de Roma, aún sigue utilizando Stefano Landi un solo personaje para el prólogo de su ópera
Il Sant’Alessio: se trata de la personificación de la propia ciudad de Roma, orgullosa de la santidad de uno de sus hijos más ilustres.
En Venecia, la cosa cambia. Los prólogos de Monteverdi para sus óperas venecianas buscan un mayor juego dramático, con varias divinidades y personajes alegóricos. En
Il ritorno d’Ulisse in patria (1641) encontramos tres personajes: el Tiempo (bajo), la Fortuna (soprano) y el Amor (soprano, probablemente un niño soprano en el estreno) lanzando invectivas sobre la personificación de la Fragilidad Humana (mezzosoprano, actualmente suele hacerlo un contratenor), que no será más que un juguete para los designios de los dioses. El prólogo anticipa así la azarosa historia del regreso de Ulises a Ítaca. Y en LIP aparecerán también tres divinidades que se disputan el primer lugar en el control del destino de los hombres: Fortuna, Virtud y Amor. La protección de éste último a Popea será decisiva para su triunfo.
Tras Monteverdi, encontramos también tres personajes en el prólogo de
La Calisto, de Francesco Cavalli, estrenada el 28 de noviembre de 1651 en el Teatro San Apollinare: la Naturaleza (alto; un contralto masculino en el estreno), la Eternidad (soprano) y el Destino (soprano), que disputan acerca de la ninfa Calisto, que será transformada en constelación. Y otros tres personajes en el prólogo de
Statira principessa di Persia, también de Cavalli, estrenada en el Teatro SS. Giovanni e Paolo el 18-I-1656: en el prólogo de
Statira, una maga protegida por Plutón se enfrenta a Mercurio, divinidad protectora del rey de Arabia Cloridaspe, al que la maga quiere perjudicar con sus hechizos.
Para mí, la función del prólogo en la ópera veneciana del XVII no había cambiado respecto a los inicios. Pero sí el formato, que ahora se articula como una escena entre varios personajes, que permitía así mucha mayor riqueza de posibilidades dramáticas.