1. Orfeo. Mito inspirador.
El mito de Orfeo es atemporal, funcionado como un marco a través del que leer la acción musical. Este marco puede ser entendido, como herencia epistemológica de la Ilustración, que durante el siglo XVIII se preguntaba y evolucionaba sobre el legado intelectual y cultural de la antigüedad clásica.
Desde el punto de vista contemporáneo sirve como arquetipo del potencial de la música reconociendo como la propia música influye en el mundo. A través del mito de Orfeo podemos analizar las posibilidades utópicas y las advertencias acerca de la capacidad de la música tanto para constituir como destruir la sociedad.
El mito de Orfeo nos es familiar, la historia trata de Orfeo cuya esposa Euridice muere en el día de su boda al ser mordida por una serpiente. El inconsolable Orfeo viaja, en la versión de Ovidio, al inframundo en donde canta a los dioses y solicita que le devuelvan a su esposa a la tierra de los vivos. Los dioses se conmueven inesperadamente por su poderosa música y le conceden su deseo con una condición, el no debe mirar a Euridice mientras la lleva de vuelta. Orfeo incumple esta condición, viendo como ella cae irrevocablemente en el reino de los muertos. Con su pesar ahora redoblado, Orfeo regresa a Tracia, su hogar, donde renuncia a las mujeres y persigue a los adolescentes.
Él continúa cantando y sus espectadores son los árboles y plantas, las bestias, los pájaros, las rocas y lo ríos que se acercan a oír las canciones de duelo, arrepentimiento y paciencia. Orfeo toca las cuerdas de su liara como si estuviesen en armonía evocando el orden cósmico. Su idilio musical se interrumpe cuando en el siguiente libro de la metamorfosis, Ovidio relata como Orfeo es descubierto por un grupo de mujeres. Gritando en marabunta ellas le atacan. Al principio sus canciones transforman sus armas y piedras, luego las mujeres hacen tronar sus tambores, y los cuernos y flautas suenan en una revuelta. La música de Orfeo pierde fuerza frente a las mujeres enloquecidas. Sus proyectiles le impactan y ellas matan a los pájaros y animales, luego alcanzan a Orfeo despedazando su cuerpo. Desde ese momento, el mundo continúa en silencio, los ríos lloran y los árboles mecen sus hojas de luto. La cabeza de Orfeo, cantando aún, flota por el Hebrus con su lira y llega alas orillas de Lesbos. Al final Orfeo es capaz de volver al inframundo para reunirse con Euridice.
El mito de Orfeo en el siglo XVIII constituyó una oportunidad única para los músicos para incrementar su influencia y demostrar su conocimiento especializado, así como sus prerrogativas, frente a los músicos no profesionales (herederos de los bardos), llegando al público general. Elevando el mito de Orfeo a un paradigma hermenéutico. El público de Orfeo (animales y plantas) se encuentra fuera de la sociedad y su canto representa el esfuerzo para atraer a estos al reino de lo social.
Asimismo, podemos ver a Orfeo como un paradigma ético de una de nuestras preocupaciones más acuciantes: gestionar las fronteras de las sociedades en las que vivimos. Frente al derecho de sangre o patria, pensamientos que son inherente s a lo subjetivo, lo Órfico está basado en una forma de acción social. El mero acto de escuchar manifiesta un interés más que un placer, es el que convierte al oyente en un miembro. Al señalar el factor constitutivo de la cultura, el mito de Orfeo nos lleva a preguntarnos como la música puede ser utilizada para controlar la línea entre la inclusión y la exclusión social.
En esta perspectiva, Orfeo no era sólo un discurso de los primeros viajeros del siglo XVIII sino una advertencia contra el error de escuchar regímenes destructivos (ruido, distracción, “sordera”,…), proporciona una medida a través de la que reevaluar las preguntas acerca del acceso y el control sobre la representación/puesta en escena cultural.
Finalmente este paradigma tiene al menos una implicación para entender la modernidad. Orfeo proporciona un mecanismo a través del que los otros pueden aproximarse a la sociedad hegemónica, a través de la cultura.
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