Paralelamente a este hilo se abrió
éste otro de temática tangencial (aunque su desarrollo fuera un poco abrupto), y de la lectura de ambos, he enumerado estas conclusiones donde creo que, si no todos, una gran mayoría podríamos caber:
En la clasificación de una obra musical, además de las carcterísticas formales, estructurales o históricas, tiene una importancia primordial la concepción que el autor tiene de su obra, normalmente expresada en su modo de definir la obra.
Clasificar entre géneros para negar (o reducir) apriorísticamente su calidad es un error.
Clasificar las obras musicales con criterios impropios y sobrevenidos sin tener en cuenta sus contextos de procedencia es otro error.
Recurrir al folklore popular no desacredita, por sí, una obra musical. Escuelas alejadísimas lo han hecho con éxito.
Los collares sientan divinamente, pero hay que saber llevarlos.
Pero si alguna vez alguien se ofrece a hacer Camelot como ópera del mes, que Dios le pille confesado.