“Le Roi s’amuse” y la Censura
Dibujo de Victor Hugo.
No sabemos cuándo conoció Verdi el drama de Hugo: lo que es seguro es que no pudo verlo representado antes de componer
Rigoletto.
La obra de teatro casi veinte años atrás en París suscitó un gran escándalo: de hecho la noche del estreno (22 de noviembre de 1832) fue también la última. Fue recibida con frialdad e incluso algunas escenas provocaron la burla del público (se recuerdan las carcajadas en el momento en que Blanche responde “Toujours” a la pregunta “¿Lo amas?” de su padre) Las autoridades prohibieron más representaciones por su “inmoralidad”, a pesar de que la Constitución Francesa amparaba la “libertad de expresión”. Le Roi s’amuse no volvió a representarse en París hasta 1882, cuando “Rigoletto” llevaba décadas triunfando en los escenarios.
Tras el fracaso revolucionario de 1848, Venecia estaba de nuevo bajo la autoridad de los Habsburgo. La Censura vigente no iba a permitir de ningún modo la sátira de un Rey europeo. Mientras se mostraba más intransigente que nunca con Piave, a quien exhortaba a adherirse todo lo posible al texto de Hugo, Verdi hubo de encarnizarse en discusiones con la Presidencia de La Fenice, de quien reclamaba apoyo para sacar a delante el proyecto:
“(…) La duda de que no se permita “Le Roi s’amuse” me pone en una situación embarazosa. Piave me aseguró que no habría obstáculos para el asunto y yo, confiando en su palabra, me puse a estudiarlo (…) hasta que encontré la tinta, la idea musical en mi cabeza. Puedo decir que el trabajo más penoso estaba hecho. Si ahora tuviera que buscar otro sujeto, no tendría tiempo para hacer este estudio y no podría escribir una ópera que contentara mi conciencia (…) Mi interés y el del Teatro, creo, es asegurar el éxito de la ópera, y para esto sería necesario que la Presidencia se interesara en superar dos obstáculos: obtener el permiso para “Le Roi s’amuse” y encontrar una soprano que me convenza. En caso de que no pudieran solucionarse estos problemas, creo que es de interés común la disolución de mi contrato, que será un favor que me hará la Presidencia y del que quedaré agradecidísimo.” (Carta a Carlo Marzari, Presidente de La Fenice. 24 de agosto de 1850)
Además, según vemos, Verdi rechazaba la
seconda donna que pretendía imponer el Teatro, una tal Giulia Sanchioli. A finales de año, Verdi escribía a Giovanni Ricordi que la Censura no permitía la nueva ópera, mostrándose muy pesimista. Ocho días después, La Fenice le entregaba un nuevo libreto con numerosos cambios. Verdi respondía de inmediato a Marzari:
“(…) He visto lo suficiente para entender que la reducción carece de carácter, importancia y que las situaciones se han hecho gélidas.”
Se eliminaba, en primer lugar, la maldición de Monterone:
“(…) Terrible y sublime en el original, aquí es ridícula porque el motivo que lo impulsa a maldecir no tiene importancia y porque ya no es un súbdito que habla con tanta osadía al Rey. Sin esta maldición ¿qué alcance, qué significado tiene el drama? El Duque es un personaje nulo y el Duque ha de ser un libertino, sin eso no se puede justificar el temor de Triboletto de que su hija salga de su escondite, sin lo cual es imposible este drama. ¿Cómo es que el Duque acude a una taberna remota en el último acto solo y sin invitación o una cita amorosa? No entiendo por qué se ha eliminado el saco: ¿qué le importaba el saco a la Policía? ¿Temen por el efecto? Permítaseme decir, ¿por qué quieren saber de esto más que yo? ¿Quién puede hacer de Maestro? (…) Si quitan el saco no es probable que Triboletto le hable durante media hora al cadáver.”
Por tanto, se preveía que la Censura no admitiría ni una maldición en escena ni el comportamiento indecente de un Rey. Precisamente las bases del drama de Hugo, en el que se pone en evidencia la superioridad moral del súbdito ante la nequicia del Monarca. Como condición para el estreno se exigió la supresión de la figura del rey libertino Francisco I de Francia (que reinó entre 1515 y 1547) pero más grave fue la propuesta de La Fenice, rebatida por Verdi en una carta del 14 de diciembre de 1850:
“¡¡Veo que incluso han ustedes rechazado que Triboulet sea feo y jorobado!! ¿Por qué? – “¡Un jorobado que canta!” – Podría objetar alguien. Bien, ¿por qué no? ¿Será efectivo? No lo sé, pero si yo no lo sé, tampoco quien propuso este cambio. Creo de verdad que sería extraordinario y bellísimo representar este personaje, de apariencia exterior deforme y ridícula, pero lleno de amor y pasión en su interior. Elegí este tema por sus cualidades y su particularidad y si se le arrebatan, no podré escribir la música. Me dirán que las notas pueden servir también para el nuevo drama, yo respondo que no comprendo en absoluto este razonamiento y digo francamente que mis notas, feas o hermosas, no las escribo por casualidad sino que procuro darles un carácter. En pocas palabras, un drama original y poderoso se ha convertido en algo frío y común (...) En conciencia de artista, no puedo poner música a este libreto”
Finalmente (29 de enero de 1851) Verdi escribía a Marzari celebrando el visto bueno de la Censura: a esas alturas, el trabajo estaba muy avanzado, pues sólo quedaba por componer el último dúo e instrumentar la ópera.
A pesar de los cambios, aún se consiguió que el Duca satirizara a un personaje real, Vincenzo I Gonzaga, Duque de Mantua. Haciendo de la necesidad virtud, Verdi trasladó el centro de la acción del noble al bufón Rigoletto (Tribolet) y la relación con Gilda, desplazando así a Monterone (Conde de San Valletier en Hugo) y su hija Diane de Poitiers. Rigoletto acabó dando título a la ópera tras la negativa de la censura al primeramente propuesto “La Maledizione" y descartarse el absurdo “Il Duca di Vendôme”.
El estreno en La Fenice llegó el 11 de marzo de 1851, a pocos días de que se presentara Fernando Cortez de Francesco Malipiero. El reparto elegido fue el siguiente.
• Duque de Mantua: Raffaele Mirate (
Primo Tenore)
• Rigoletto: Felice Varesi (
Primo Baritono)
• Sparafucile: Paolo Damini (
Basso Comprimario)
• Monterone: Feliciano Ponz (
Secondo Baritono)
• Marullo: Francesco De Kunnerth (
Secondo Baritono)
• Borsa: Angelo Zuliani (
Secondo Tenore)
• Ceprano: Andrea Bellini (
Secondo Basso)
• Ujier: Giovanni Rizzi (
Secondo Basso)
• Gilda: Teresa Brambilla (
Prima Donna Soprano)
• Giovanna: Laura Saini (
Seconda Donna Soprano)
• Maddalena: Annetta Casaloni (
Contralto Comprimario)
• Condesa de Ceprano: Luigia Morselli (
Seconda Donna Mezzo-Soprano)
• Paje: ? (
Seconda Donna Mezzo-Soprano)
El estreno de la ópera no fue exactamente un éxito, aunque su popularidad entre el público se estableció rápidamente. Sin embargo los medios musicales se dividieron ante determinados aspectos del drama. Por un lado, la
Gazzetta Uffiziale di Venezia comentaba el 12 de marzo: “Una ópera como ésta no puede juzgarse en la primera escucha. Ayer, de todas formas, todos quedamos completamente abrumados por su novedad: desde la primicia – quizá mejor – la originalidad del asunto, la novedad de la música tanto en su forma como en su estilo. Estupenda y admirable la instrumentación. La plenitud de la expresión de los nuevos efectos sonoros nunca fue más excitante y atractiva. El Maestro fue saludado con ovaciones después de casi todos los números. Innumerables llamadas también para los solistas.” Mientras en la
Gazzetta: “El compositor o su libretista han contraído una afección póstuma de la Escuela Satánica, ya pasada de moda. Han buscado idealizar lo deforme, lo horrible. No podemos elogiar estos gustos.”
A continación, los diseños del vestuario del estreno:
Rigoletto.
El Duque.
Gilda.
La rapidez con que se estrenó en las principales capitales europeas nos da una idea del éxito de Rigoletto:
• Austria: 12 May. 1852, Viena
• Hungría: 18 Dec. 1852, Budapest
• Checoslovaquia: 8 Ene. 1853, Brno
• Alemania: 30 Ene. 1853, Stuttgart
• Rusia: 12 Feb. 1853,
• Inglaterra: 14 May. 1853, Londres (Covent Garden)
• España: 18 Oct. 1853, Madrid
• Grecia: 28 Oct. 1853, Atenas
• Portugal: 29 Een. 1854, Lisboa
• EE.UU.: 19 Feb. 1855, New York
• Argentina: 16 Jun. 1855, Buenos Aires
• Brasil: 12 Jan 1856, Rio de Janeiro
• Francia: 19 Ene. 1857, París (Théâtre des Italiens)
• Suecia: 3 Jun. 1861, Estocolmo.
Aun así, Verdi tendría varios disgustos cuando la ópera se estrenó en Roma y otras ciudades italianas en una versión mutilada hasta el punto de que no se respetó ni su título. El resultado fue un fiasco absoluto. La reflexión de Verdi sigue teniendo actualidad hoy: “Estos empresarios aún no han entendido que cuando una ópera no puede ofrecerse como la concibió su autor es mejor no hacerla (…) no saben que la transposición de una pieza o de una escena es casi siempre la causa del fracaso de una ópera. ¡¡¡Imagínate cuando se cambian los argumentos!!! Ya hago mucho al no declarar en público que
Rigoletto y
Stiffelio, como se han representado en Roma, no son mías”