<p align="center">
Una carta profética
</p>
En su viaje a los EE.UU. (1939-1942), Britten y Pears pasaron un tiempo en casa del poeta británico, también emigrado (aunque su estancia en los EE.UU. iba a durar mucho más),
W.H. Auden. Como despedida, Auden escribió, con clarividencia poética, como un vate de la antigüedad, estas palabras, que iban a resonar en el corazón de Britten durante décadas y cuyo eco encontramos en Muerte en Venecia:
<p align="center">
La Bondad y la Belleza son los resultados del equilibrio perfecto entre el Orden y el Caos, la Bohemia y las convenciones Burguesas.
El caos bohemio sólo lleva a una loca madeja de preciosos fragmentos; la convención burguesa sólo crea grandes cadáveres inertes.
Todo artista, excepto los maestros sublimes, tiene una tendencia hacia uno de estos dos caminos. La mejor pareja de opuestos que se me ocurre en la música son Wagner y Strauss. (La habilidad técnica siempre procede de la parte burguesa de la propia naturaleza).
Para los ingleses de clase media como tú y yo el peligro es por supuesto el segundo de esos caminos. Tu atracción por los finos jovencitos, esto es por lo asexual y lo inocente, es un síntoma de esto. Y estoy seguro de que es tu negación y la huida de la llamada del desorden la responsable de tus achaques: tu tendencia a la enfermedad es tu sustituto particular del lado Bohemio.
Allá donde vas estás, y probablemente siempre estarás, rodeado de gente que te adora, que te cuida y que alaga todo lo que haces, como Elizabeth y Peter. Esto es bueno para ti hasta un cierto punto, pero ten cuidado. Mira, querido Bengy, estás siempre tentado a ponerte las cosas muy fáciles, a construirte tu cálido nidito de amor (por supuesto cuando lo consigues lo encuentras un poquito agobiante) desempeñando el adorable papel de muchachito dotado.
Si quieres alcanzar tu talla real tendrás, creo, que sufrir y hacer sufrir a otros, de maneras que ahora te son totalmente desconocidas y contra todos los valores que conscientemente tienes; tendrás que ser capaz de decir lo que nunca hasta ahora has tenido el derecho de decir: Dios, soy una mierda.</p>
Citar:
Goodness and Beauty are the results of a perfect balance between Order and Chaos, Bohemianism and Bourgeois Convention.
Bohemian Chaos alone ends in a mad jumble of beautiful scraps; Bourgeois Convention alone ends in large unfeeling corpses.
Every artist except the supreme masters has a bias one way the other. The best pair of opposites I can think of in music are Wagner and Strauss. (Technical skill always comes from the bourgeois side of one's nature).
For middle-class Englishmen like you and me, the danger is of course the second. Your attraction to thin-as-a-board juveniles, i.e. to the sexless and innocent, is a symptom of this. And I am certain that it is your denial and evasion of the demands of disorder that is responsible for your attacks of ill-health, i.e. sickness is your substitute for the Bohemian.
Wherever you go you are and propably always will be surrounded by people who adore you, nurse you, and praise everything you do, e.g. Elizabeth, Peter... Up to a certain point this is fine for you, but beware. You see, Bengy dear, you are always tempted to make things too easy for yourself in this way, i.e. to build yourself a warm nest of love (of course when you get it, you find a little stifling) by playing the lovable talented little boy.
If you are to develop to your real stature, you will have, I think, to suffer, and make others suffer, in ways which are totally strange to you at present, and against every conscious value that you have; i.e. you will have to be able to say what you never yet have had the right to say – God, I'm, a shit.
<p align="center">
... </p>
Treinta años después estas palabras aún resonaban en la mente de Britten, porque supieron encerrar en unas pocas líneas la esencia del compositor, lo que le habría de acompañar a lo largo de toda su vida. El combate entre el orden y el caos, el acecho constante y seductor de las pasiones fueron el tema principal de su última y más personal ópera. De esta idea partiremos para empezar a comentar los temas principales de Muerte en Venecia.
Por otro lado, más allá de lo sugerente de la carta para cualquiera que la lea, qué certeramente supo ver Auden los rasgos de una personalidad tan compleja, tan encerrada como la de Britten. El niño que jugaba a hacer óperas.
<p align="center">
</p>