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Troll de largo recorrido |
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Registrado: 11 Ago 2006 8:53 Mensajes: 14383 Ubicación: Jalisia
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Spinoza escribió: Qué bien, cuántas opiniones sobre este personaje, y qué interesantes todas. Gracias! Yo sigo en mis trece. Cuando hablé de la secularización del rol, exageraba. Estuve tentado de poner una anotación al respecto para que no se malentendiera el comentario, pero me pareció innecesaria. Lo que quiero decir es que el Jokanaan de Strauss y Wilde es algo más que un ortodoxo, que un mero profeta, convencidísimo de su causa y de su mensaje. Wilde, más que Strauss, como bien dice Sharpless, hace de Jokanaan una metáfora de las distancias que lleva implícita toda ortodoxia y cualquier actitud de fe radical. Creo que no se da el paso, tan marcado, hacia una concepción de Jokanaan como un "loco". Me parece exagerada esa lectura, aunque viable. A lo que voy: no es el Jokanaan de Wilde y Strauss una mera transcripción del personaje bíblico. Wilde pone en escena ese insistente tira y afloja con Salomé para manifestar que incluso el Profeta, ese ser casi divino, de tintes sobrenaturales, trascendente, que incluso él no está exento de las circunstancias del mundo terrenal. Lo que logra, con este tira y afloja, es que la afirmación de Jokanaan, su convencimiento y su fe, no sean tan sólo una afirmación, sino asimismo una negación. No cabe el ensimismamiento mesiánico de Jokanaan sin una contrapartida, sin una negación. Me parece una vuelta de tuerca fascinante. A menudo la vida en la fe es testimoniada por quienes la experimentan como una afirmación, huyendo con frecuencia de cualquier atisbo de sacrifcio o de negación. Wilde logra evidenciar esa irresoluble tensión, en cierto sentido logra "desabsolutizar" el convencimiento de Jokanaan, con ese careo tan insistente con Salomé, a la que llega a mirar cara a cara, a la que, digamos, se rebaja. Otro asunto es la transición entre la concepción de Wilde, más radical en términos generales, como decía Sharpless, y la que hayamos en Strauss, más centrado en el tono profético del mensaje de Jokanaan y en la dulzura e intensidad de sus anuncios. Me atrevería a decir que Strauss no cierra tanto como Wilde la concepción del rol, de ahí que lecturas como la de Van Dam no sólo tengan plena cabida sino que resulten referenciales.
NARRABOTH ¡Dejad salir al profeta! La princesa Salomé desea verle.
SALOMÉ ¡Ah!
JOKANAÁN ¿Dónde está aquel cuya copa rebosa pecado? ¿Dónde está aquel que un día, ante todo su pueblo, envuelto en un manto de plata, morirá? Decidle que venga, para que escuche la voz de Aquel que clama en el desierto y en las moradas de los reyes.
SALOMÉ ¿De quién está hablando?
NARRABOTH Nadie puede decirlo, princesa.
JOKANAÁN ¿Dónde está aquella que se entregó a la lujuria de sus ojos, que gozó contemplando imágenes pintadas de hombre y que envió ministros al país de los caldeos?
SALOMÉ Está hablando de mi madre.
NARRABOTH No, no, princesa.
SALOMÉ Sí, está hablando de mi madre.
JOKANAÁN ¿Dónde está aquella que se entregó a los capitanes de Asiria? ¿Dónde está la que se ha entregado a los jóvenes egipcios, los que lucen finos vestidos de lino y piedras de jacinto, que llevan escudos de oro, y tienen cuerpos de gigante? Id y decidle que abandone el lecho de sus abominaciones, el lecho de su incesto; que escuche la palabra de aquel que prepara los caminos del Señor, y que se arrepienta de sus pecados. Y si no se arrepiente en seguida, decidle que venga, pues el brazo del Señor ya empuña su flagelo.
SALOMÉ Es terrible. Realmente, es terrible.
NARRABOTH ¡No permanezcáis más tiempo aquí, princesa, os lo ruego!
SALOMÉ Lo más terrible de todo son sus ojos. ¡Son como los negros abismos donde habitan los dragones! Son como negros lagos sobre los que vacila errante la luz de la luna. ¿Creéis que volverá a hablar?
NARRABOTH No permanezcáis más tiempo aquí, princesa, os lo ruego, no permanezcáis más tiempo aquí.
SALOMÉ ¡Qué demacrado está! Parece una imagen de marfil. Seguro que es casto como la luna. Sus carnes serán frías como el marfil. Me gustaría contemplarlo más de cerca.
NARRABOTH No, no, princesa.
SALOMÉ Debo contemplarlo más de cerca.
NARRABOTH ¡Princesa! ¡Princesa!
JOKANAÁN ¿Quién es esta mujer que me mira? No quiero tener sobre mí sus ojos. ¿Por qué me mira de ese modo, con esos ojos de oro, bajo sus párpados resplandecientes? No sé quién es. No quiero saber quién es. Decidle que se vaya. No quiero hablar con ella.
SALOMÉ Soy Salomé, hija de Herodías, princesa de Judea.
JOKANAÁN ¡Atrás, hija de Babilonia! ¡No te acerques al elegido del Señor! Tu madre ha colmado la tierra con el vino de su lujuria, y la desmesura de sus pecados clama a Dios.
SALOMÉ Habla de nuevo, Jokanaán, tu voz suena a música en mis oídos.
NARRABOTH ¡Princesa! ¡Princesa! ¡Princesa!
SALOMÉ ¡Habla de nuevo, Jokanaán! ¡Habla de nuevo! ¡Dime qué he de hacer!
JOKANAÁN ¡Hija de Sodoma, no te acerques! ¡Mejor será que cubras tu rostro con un velo, que derrames ceniza sobre tu cabeza y que te pongas en camino hacia el desierto, en busca del Hijo del Hombre!
SALOMÉ ¿Quién es el Hijo del Hombre? ¿Es acaso tan bello como tú, Jokanaán?
JOKANAÁN ¡Aléjate de mí! Oigo batir sobre el palacio las alas del ángel de la muerte.
SALOMÉ ¡Jokanaán!
NARRABOTH ¡Princesa, os lo suplico, entrad!
SALOMÉ ¡Jokanaán! ¡Estoy enamorada de tu cuerpo, Jokanaán! Tu cuerpo es blanco, como los lirios de un campo jamás segado por el segador. Tu cuerpo es blanco, como la nieve de los montes de Judea. Ni las rosas del jardín de la reina de Arabia son tan blancas como tu cuerpo, ni las rosas del jardín de la reina ni las pisadas del alba sobre las hojas, ni los senos de la luna sobre la mar. Nada en el mundo es tan blanco como tu cuerpo. Déjame tocar tu cuerpo.
JOKANAÁN ¡Atrás, hija de Babilonia! A través de la mujer vino la desgracia al mundo. No me hables. ¡No quiero escucharte! Yo solamente oigo la voz del Señor, mi Dios.
SALOMÉ Tu cuerpo es espantoso. Es como el cuerpo de un leproso. Es como un muro blanqueado por el que se deslizasen culebras; como un muro blanqueado donde anidasen escorpiones. Es como un sepulcro blanqueado lleno de restos nauseabundos. Tu cuerpo es asqueroso. Estoy enamorada de tus cabellos, Jokanaán. Tus cabellos son como racimos de uva, como racimos de uvas negras, de las viñas de Edom. Tus cabellos son como los cedros, los cedros gigantes del Líbano, los que cobijan bajo su sombra a los leones y bandidos. Las largas y oscuras noches en que la luna se esconde y sienten miedo las estrellas, no son tan negras como tus cabellos. Ni el silencio del bosque... Nada en el mundo es tan negro como tus cabellos. ¡Déjame tocar tus cabellos!
JOKANAÁN ¡Atrás, hija de Sodoma! ¡No me toques! ¡No profanes el templo del Señor, mi Dios!
SALOMÉ ¡Tus cabellos son asquerosos! Están cubiertos de polvo e inmundicias. Son como una corona de espinas que ciñese tu frente. Son como un nudo de serpientes aferradas a tu cuello. Ya no amo tus cabellos. Es tu boca lo que codicio, Jokanaán. Tu boca es una cinta escarlata en una torre de marfil. Es como una granada partida por un cuchillo de plata. Las flores del granado de los jardines de Tiro no son tan rojas como tu boca. Las rojas fanfarrias de trompetas, mensajeras de la presencia real, ante las que se estremecen los enemigos, no son tan rojas como el rojo de tu boca. Tu boca es más roja que los pies que en el lagar pisan las uvas. Es más roja que las patas de las palomas que en el templo moran. Tu boca es como una rama de coral arrancada del fondo del mar, como la púrpura que se oculta en las minas de Moab, como la púrpura de los reyes. Nada en el mundo es tan rojo como tu boca. ¡Déjame besar tu boca!
JOKANAÁN ¡Nunca, hija de Babilonia, hija de Sodoma! ¡Nunca!
SALOMÉ ¡Quiero besar tu boca, Jokanaán! ¡Quiero besarte en la boca!
NARRABOTH Princesa, princesa, vos, sois como un jardín de mirra, sois como una paloma, no miréis a ese hombre. No le dirijáis tales palabras. No puedo soportarlo.
SALOMÉ ¡Quiero besar tu boca, Jokanaán!. ¡Quiero besarte en la boca!
(Narraboth se apuñala y muere)
¡Déjame besar tu boca, Jokanaán!
JOKANAÁN ¿No hay nada que te asuste, hija de Herodías?
SALOMÉ ¡Déjame besar tu boca, Jokanaán!
JOKANAÁN Hija de la fornicación, existe sólo Uno que puede salvarte. ¡Ve y búscalo! ¡Búscalo! Está sobre una barca en el mar de Galilea, predicando a sus discípulos. Póstrate a la orilla del mar e invócale, invócale por su nombre. Cuando Él vaya hacia ti, pues siempre va hacia aquellos que lo llaman, entonces humíllate a sus plantas, para que Él perdone tus pecados.
SALOMÉ ¡Déjame besar tu boca, Jokanaán!
JOKANAÁN ¡Yo te maldigo, hija de la madre incestuosa! ¡Yo te maldigo!
SALOMÉ ¡Déjame besar tu boca, Jokanaán!
JOKANAÁN No quiero mirarte. Estás maldita, Salomé. Estás maldita. ¡Estás maldita!
Éste es el supuesto "tira y afloja". Desde luego hay puntos que podrían interpretarse como accesos de pánico de un eremita escandalizado y asustadizo, pero la música no transmite eso. Expresa furia cada vez más exaltada, como una fuerza de la Naturaleza que se encuentra un obstáculo formidable.
_________________ Il barone fu ferito, però migliora
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