<center>Vamos con la siguiente entrega de nuestro repaso discográfico.
Llega el turno del archiconocido registro de
Caballé, en 1968, junto a E. Leinsdorf:
Salome - Richard Strauss
Erich Leinsdorf (1968)
Herodes Richard Lewis
Herodias Regina Resnik
Salome Montserrat Caballé
Jochanaan Sherrill Milnes
Narraboth James King
Ein page der Herodias Julia Hamari
Erster jude Kenneth MacDonald
Zweiter jude Robert Bowman
Dritter jude David Lennox
Vierter jude John Brecknock
Fünfter jude George Macpherson
Erster nazarener Michael Rippon
Zweiter nazarener Gwyn Griffiths
Erster soldat Neil Howlett
Zweiter soldat David Kelly
Ein kappadozier Dennis Wicks
Ein sklave Elizabeth Bainbridge
Orquesta: London Symphony
Grabado en estudio – RCA
Es un registro al que tengo en alta consideración. El motivo principal, obviamente, es la deslumbrante encarnación de Caballé -a la que Sharpless pondrá, supongo, unos cuantos "peros"-. Pero no quedan ahí los logros y el interés de este registro: interesa también en un sentido global. Unos secundarios a un altísimo nivel
Caballe había debutado el rol de Salome en Basilea, en 1957, fecha tempranísima, con tan sólo 23 primaveras. Por aquél entonces, ya lo hemos visto, un crisol de excelentes Salomés estaba en activo y en plenitud (Golzt, Borkh, Varnay, Nilsson). Sorprendió sobremanera la incursión de una belcantista de pura cepa como Caballé en un repertorio tan exigente, tan digno de especialistas, por exigencias de idioma, singular fraseo, etc. Y sin embargo, Caballé tenía la voz perfecta, en aquellos primeros años de su carrera, para dar vida al rol straussiano. No soy muy amigo de sus posteriores encarnaciones, incluso allá por los ochenta, donde el pobre registro grave de Caballé resultaba ya obsceno. Sin embargo, ya digo, en estos primeros momentos de su carrera, no sólo el timbre es el idóneo para este rol, sino que el virtuosismo técnico de la joven Caballe le permitió clavar la partitura como pocas han logrado. Da muestras, así, de un legato increíble, de un timbre cristalino, brillante y sensual, de un timbre al mismo tiempo virginal y salvaje, de una pureza ambivalente. Su encarnación de Salome, como creo que es exigible a las grandes intérpretes del rol, evoluciona dramáticamente. La joven princesa va poco a poco desenmascarando su armas de mujer fatal, hasta la apoteosis final. No diré más: una Salome de antología.
Vamos con el resto del reparto.
S. Milnes no tiene la voz para Jokanaan; tampoco tiene el estilo, no es idiomático. Pero sin embargo frasea con más gusto del esperable, el registro agudo se antoja lo suficientemente luminoso, y en resumidas cuentas, su participación en el registro es menos problemática de lo que a priori cabría suponer. No tiene los graves, e insisto en que no termina de "oler" a Strauss, pero funciona mejor de lo esperable.
J. King es uno de los mejores Narraboth que ha legado la discografía. Junto al legendario Dermota, yo diría que es el mejor de entre todos los estudios disponibles. Su timbre y su vocalidad se aproximan más a una lectura heroica que ensoñadora del rol, que sería más afín a voces líricas como las de Wunderlich y el citado Dermota. Sin embargo, King canta con un gusto envidiable, frasea como un maestro y, resumiendo, nos enseña como con un rol breve se puede dar toda una lección de inteligencia canora. Bravo por su Narraboth.
R. Resnik es una de las mejores Herodías que conozco. Ese timbre oscuro, bruñido, a veces quebradizo y radical, va que ni pintado para este rol. Frente a algunas encarnaciones que inciden en el perfil decrépito y a veces histérico del rol, Resnik opta por la dureza, por una lectura dramática de aristas clásicas. Su Herodías no es una caricatura, como sucede cuando cantantes en sus últimos coletazos asumieron el rol, con las facultades vocales mermadas. Resnik, en plenitud de facultades, muestra lo mucho que da de sí este rol. Magnífica, en resumen.
R. Lewis es un logradísimo Herodes. Menos histriónico que Stolze, y con un acento sorprendentemente vienés, logra una correctísima amalgama de lirismo, rotundidad y cutrez en su encarnación de Herodes. Sus escasos medios no son un problema dada la inteligencia canora que despliega, evitando la alternativa facil de un Herodes psicótico y al borde de un ataque de nervios. Interesante, cuando menos.
E. Leinsdorf siempre fue un gran director, un maestro de vieja escuela, pero también adoleció constantemente de un acento rutinario, de lecturas en cierto modo facilonas. En este caso, sin embargo, me atrevo a decir que firmó uno de sus mejores trabajos en estudio. Logró huir de los excesos "alla Solti", y si bien no alcanza las cotas de excelencia de Karajan, como veremos, sí nos ofrece una lectura ponderada, llena de matices, correctísima en suma. Se agradece escuchar un Strauss correcto, aunque se echa de menos que Leinsdorf corra algún riesgo y opte por ofrecernos algo más.
Esta tarde-noche, audiciones.
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