2. La obra de Wilde
Tal y como lo hemos trazado, el mito de Salomé se mantuvo este a lo largo de los siglos, encontrando diversas manifestaciones de tipo artístico. Citemos, por ejemplo, dos representaciones pictóricas de la princesa Salomé, las que hicieron, respectivamente, Tiziano y Caravaggio:
Salomé (aunque algunos creen que es Judith), de
Tiziano
Salomé con la cabeza de Juan el Bautista, de
Caravaggio
Existen otras manifestaciones artísticas inspiradas en el mito, como la Herodías de Flaubert y la subsiguiente
Herodiade de
Massenet. Pero será
Oscar Wilde el que otorgue a nuestra princesa rasgos propios, el que la saque de un lejano mito bíblico para transformarla en otra cosa, en un personaje de una obra de teatro inserta en un contexto artístico y cultural concreto.
¿Qué podemos decir de la obra de Wilde? Compuesta originariamente en francés en 1891, Wilde retrató en ella a una joven, mezcla de inocencia y libido a partes iguales, inicialmente pensada para la actriz
Sarah Bernhardt. La censura francesa la prohibió y en el estreno inglés fue prohibida también por el Lord Chambelán al representar en escena a un personaje bíblico (lo cual no impidió que la obra se publicara, sólo se extendió a su representación. Si bien en Francia la obra fue bien acogida por la intelectualidad, no fue así en las islas, donde habría que esperar a la versión inglesa, obra del propio Wilde, para que la difusión fuera mayor. Reseñar que esta traducción proviene del descontento de Wilde por la traducción inglesa que hizo su amante Bosie (Lord Alfred Douglas). La obra fue poco a poco tomando relevancia sobre todo en el continente. En Alemania, Max Reinhardt la representaría con éxito en 1903, dándole la necesaria inspiración a un señor bávaro que pasaba por allí…
La relevancia de la obra de Wilde reside en haber, como hemos dicho, dotado de personalidad a Salomé, convirtiéndola en una especie de "virgen libinosa" que pide por despecho y sed de venganza la cabeza del Profeta. Asimismo, Wilde introduce otros personajes, como los judíos y su conversación y la presencia de un joven sirio que está enamorado de la princesa. Como podemos ver, tenemos ya la historia prácticamente montada, e incluso habrá detalles que el propio Strauss omitirá y para la cual la lectura de la obra de Wilde es imprescindible. Poco a poco iremos dando detalles de esas diferencias.