Una película que demuestra cómo --cuando hay inteligencia, buenas ideas y ganas--, en España, también se puede hacer buen cine de género, al margen de la típica comedieta ligera estilo Trueba, o del pestiño folclórico-"mataó" tipo Almodóvar...
Con varias ideas que, en principio, podrían parecer incompatibles --un asesino en serie, un recóndito valle navarro, una sociedad demasiado encerrada en sí misma, una familia de buena posición llena de traumas--, González Molina consigue construir una película sólida, con suspense de gran factura --es decir, sin sustitos facilones--, ausencia de
gore gratuito y excelente recreación ambiental. Bueno, sobra un poco esa insistencia en lo vascónico --es difícil encontrar un personaje que se llame Antonio, o Juan y se apellide López, o Ramírez--, y hay un exceso de lluvia --con ese deseo permanente de hacernos ver que la acción transcurre en un valle navarro-pirenáico--, pero el conjunto es muy, muy apañado. Buenas interpretaciones --el hecho de que los actores hablen y se les entienda bien ya es un milagro en el cine español actual-- y documentado guión (en lo que respecta a los perfiles de los
serial killer y el proceso de una investigación criminal), aunque peca un poco de excesivo didactismo. Bien entrelazados los dos argumentos principales que sustentan la historia, así como la baza científico-policial y la folclórico-legendaria. Recomendable a quien le guste el cine policíaco y de suspense.
La película, por cierto, se basa en la novela, de idéntico título, escrita por Dolores Redondo, que forma parte de la llamada "Trilogía del Baztán".